viernes, 17 de junio de 2011

EXTREMEMAN SALOU. La felicidad a 226kms.




Que un Ironman es algo especial, no tenía ningún tipo de dudas desde que completé mi primera carrera de estas características el año pasado en Niza. Desde entonces, puedo afirmar que la bacteria de la larga distancia me contaminó y espero no encontrar una solución inmunológica al problema.

Pero el pasado domingo, en Salou, pude confirmar nuevamente lo arriba expuesto. El ironman es diferente, algo que te marca y una de las mejores maneras para experimentar diversos tipos de emoción que, de otro modo, serían complicados de sentir.

Son muchas las imágenes que me aparecen en mi memoria, en forma de flashes intermitentes: un montón de personas vestidas con traje de neopreno en la orilla de una playa bajo la semi-oscuridad del todavía perezoso amanecer, caras mezcla de temor y nervios unos instantes antes de tomar la salida, el público emerger en el momento en que ladeo la cabeza para coger aire mientras nado en busca de una boya amarilla que se me antoja lejana, carreteras imposibles que me hacen estremecer al tiempo que reír pedaleando sobre mi magnífica bicicleta, una pareja de abuelitos gritándonos que somos héroes mientras les saludo como puedo pensando en llegar al próximo avituallamiento, profesionales sufriendo la maratón como cualquiera de nosotros lo hace y demostrando que la camiseta de “finisher” hay que ganársela con el cuerpo y con la cabeza, compañeros del club pálidos por el esfuerzo durante la maratón…… demasiado complicado tratar de explicar el aluvión de sensaciones que uno vive en un momento de tu vida como este.

Lo mejor del Ironman es que cada uno de los que cruza la meta, sea en el tiempo que sea, es un ganador y así te lo hace sentir el público de forma sincera.

Diría aún más, todo aquel que se planta a las 6 de la mañana en la salida de un IM, es un ganador porque, al fin y al cabo, lo más duro estriba en toda la actividad que uno debe realizar desde que se plantea seriamente participar en la carrera hasta que está pisando la arena de la playa el día D… largos entrenos en soledad, levantarse a horas intempestivas, las extrañas prioridades que llegamos a darle a dichos entrenos por delante incluso de trabajo, familia, compromisos sociales, etc… la mayoría sabe a qué me refiero.

Ahora bien, todo aquel que además cumple el objetivo fijado para ese día, no sólo es un ganador, sino que entra en un estado metafísico de felicidad que suele acompañarnos durante un buen tiempo.

Los objetivos que uno se puede marcar en esta carrera abarcan todo un abanico de posibilidades: cruzar la meta dentro del límite de tiempo que nos ha dado la organización, lograr bajar de 14horas o quedar el primero…. da lo mismo. Superar ese objetivo es lo que nos debe dar las energías para superar los momentos duros que aparecen durante esas horas.

En mi caso, el objetivo era estar entre los 25 primeros. A priori me parecía un objetivo complicado pero realizable (si no es así, uno está destinado al fracaso y a la desmotivación). Teniendo en cuenta el número de participantes, el nivel general, mi experiencia del año pasado en Niza y los B’s realizados, las fantásticas sensaciones durante estos meses de entrenamiento… todo ello me hacían pensar que podía acceder a esta posición. De hecho, lejos de esconderme, lo había comentado a quién me preguntaba… Si uno cree que lo puede conseguir, tiene mucho ganado para hacerlo.

Así pues, a Salou llegaba en un estado óptimo. Los meses previos me habían sorprendido gratamente y era capaz de nadar, pedalear y correr como nunca. No sólo había conseguido un buen ritmo para las tiradas largas, sino que en distancias cortas también he sido capaz de ir más rápido que años atrás…. Qué curioso y que raro!!!. Por otro lado, gracias a más de una pájara en las tiradas largas a pie, mi cabeza se había preparado para afrontar cualquier desviación respecto a mi “ideal “ de carrera aunque, por encima de todo, el mensaje interno era disfrutar del mejor estado de forma en el que estado en mi vida.

Con esto, mi motivación estaba a tope. Además, tal y como me pasó en Niza, llegué lamentándome que acabaran los entrenos largos, señal de que tenía buenas energías acumuladas todavía. Sólo faltaba hacer una buena recuperación y que el día de la carrera nada se torciera: fuerzas, estómago, temperatura, climatología, músculos… buffff…. Demasiados factores…. Pero todo iba a salir bien.

5am y llevo ya un rato despierto. Me levanto para comer el primero de los dos sándwiches que preparé hace unas horas. Miro el segundo pero la mezcla de sueño y nervios me fuerza a meterlo en la bolsa de calle, la llamada “Street bag” donde llevo el resto de comida y bebida para la bicicleta.

Salimos Sandra y yo del hotel, todavía con noche cerrada y me adelanto para llegar a boxes con cierta impaciencia por dejar preparados los últimos detalles. Allí reviso las bolsas que dejé anoche y voy hablando en voz alta: “las zapatillas están en su sitio”, “cuánto tardará en coger satélites el Garmin?”, “estos calcetines son horrorosos”, …. lo típico.

Me dirijo a la bici todavía dubitativo acerca de qué alimentos voy a llevar. Allí está alex dándole presión a las Cosmic y le pido unas gomas para sujetar las zapatillas que, obviamente, no tiene. Deambulo de aquí para allá en busca de dos gomas de pollo y veo que nadie tiene las zapatillas colocadas en los pedales… ahí os pillo unos segundos, jajaja. Por fin, un grupillo de Andaluces me dejan un par de gomas y vuelvo a mi flaca donde sujeto las zapatillas convenientemente.

Todavía tengo dudas sobre qué alimento llevar y decido coger 2 sándwiches de jamón dulce y dos barritas…. En cuanto a bebida, un bote de 700 y uno de 500 a medias. No es demasiado pero, teniendo en cuenta que hay avituallamientos cada 30kms, no debería ser un problema. Además, estos meses me he dedicado a entrenar con poca agua, poca comida y sin probar un gel con la idea de evitar los “apretujones” debidos a mega-mezclas químicas. Seguramente no es lo más aconsejable pero el año pasado estuve al límite de la autodefecada…. Y este año tengo algo más de dignidad, por eso de la edad.

Con el neopreno ya en la cintura, foto de rigor con algunos de los compañeros y encaramos la pasarela. De nuevo me viene la frase que repetía en Niza: -“al matadero”.

Alex y yo nos colocamos en segunda línea y junto a mi está Pau Zamora al cual deseo suerte mientras nos explican el recorrido a seguir: -todas las boyas se dejan a la derecha, excepto la última que es a la izquierda-, repite la speaker en varios idiomas.

El mar está todavía dormido y el sol ya ha empezado a sacar la frente… este es un gran momento para ser conscientes de los que no queda por delante.

Casi al mismo tiempo que me coloco las gafas suena la sirena que indica el inicio de la prueba y corremos durante un rato hasta que conseguimos alcanzar suficiente altura de agua como para poder dar brazadas. Los primeros metros sólo se diferencian de una olímpica en el hecho de que están limpios de golpes. Por lo demás, ritmo exigente y controlando los espacios para no dar ni recibir.

Pasada la primera boya, rápido movimiento de cabeza para orientarme y nado fuerte avanzando metros a buen ritmo, sin reservar. Alcanzo la siguiente boya en un abrir y cerrar de ojos respirando cada tres brazadas y comprobando que llevo a mi izquierda a Alexandra Louison en todo momento, cosa que me anima sobremanera.

Casi sin enterarme, han pasado los primeros 1500metros y ya estoy poniéndome en pie para encarar los 50 metros de orilla y lanzarme nuevamente al agua. Busco con la mirada caras conocidas y capto la cara vociferante de Jordi Elias, animando a pulmón. Le choco la mano y corro durante un buen rato sobre el agua hasta que nuevamente hay profundidad para ponerme a nadar.

El subidón de pulsaciones me ha dejado hecho polvo y en el trayecto hasta la primera boya tengo que bajar el ritmo, de nado y cardiaco, hasta que la mezcla oxígeno-gasolina vuelve a ser la correcta y doy gas a los brazos sin cortarme.

Busco pies, un ratito los de un compañero, otro ratito los de otro, para hacer el recorrido más largo entre boyas que hay en el circuito. Ya no veo a Alexandra pero si reconozco a algún triatleta del Sabadell, Dani, que estuvo con nosotros en la half pirata organizada por Elias.

Con el sol ya totalmente asomado, la visibilidad ha aumentado notablemente y con ello la consciencia de las medusas…. - La leche! Medusas como pelotas de baloncesto! Son enormes!. Son varias las que veo “flotando” a una distancia prudencial bajo nuestros cuerpo y no puedo evitar una de ellas, que toca mi mano derecha. Pego un gritito un tanto moñón cuyas ondas, por suerte, quedan amortiguadas por el agua. Parece que sólo noto un leve picorcillo sin importancia y empiezo a desear llegar a boxes.

Pienso en lo diferente que me he tomado el sector de natación respecto al año pasado en Niza. Allí se trataba de sobrevivir a los 3800m, a ritmo suave e incluso parando para ver todo lo que me rodeaba. En esta ocasión estoy compitiendo la carrera, intentando arañar segundos al reloj… ¿quién me lo hubiera dicho hace un año?.

Ya alcanzo la orilla y, por lo tanto, el final del sector. Encaro el pasillo de gente y consigo ver caras conocidas, la de Sandra entre ellas.

Tiempo de natación: 54’53’’…. La natación fue claramente corta. Yo diría que unos 300m, por lo tanto el ritmo aproximado fue de 1’34’’. Posición 21 (sin contar los que corrían en relevos).

En la carpa de transición, comentamos unos cuantos el tema de las medusas (Dani, entre ellos) y corro raudo a tomar mi montura.

Primeros kilómetros por Salou súper rápidos pero raros, las primeras pedaleadas tras el agua siempre me cuestan hasta coger el ritmo adecuado. Camino de Riudoms , mucho tramo acoplado y bastante más rápido de lo que había ido en nuestra half pirata. Por momentos pienso que demasiado rápido teniendo en cuenta que el circuito de bici lo han pintado en varios foros y blogs como realmente duro.

La idea es dividir el circuito en 2: primeros 90kms sin darle mucha importancia y concentrado en llegar bien a los segundos 90kms manteniendo la cabeza fuerte en el tramo del 115 al 145 donde se ubican los toboganes constante con algunas rampas duras.

Antes de la Mussara he pasado con facilidad a algunos triatletas que salieron antes que yo del agua, lo cual me hace seguir pensando que voy demasiado fuerte. Lógicamente, algunos me pasan a mí, dejando el balance sensiblemente posicionado a mi favor.

Pasado Riudoms me rebasa Pau Zamora al cual intento mantener el ritmo a una cierta distancia… en unos primeros momentos se me antoja asequible pero tras 400m me doy cuenta que si sigo a ese ritmo unos kilómetros implosionaré sin remedio así que “le dejo ir”, jejeje.

La Mussara, el primero de los puertos del día, lo paso sin nada que destacar. El ascenso es el terreno que más me gusta y mi dudosa constitución y peso me permiten subir sin malgastar demasiadas energías. Al llegar al punto más elevado y ya en terreno llano, decido levantar el pie un poco y recuperar de estos primeros 40kms en los que me he desgastado más de lo que debiera.

De repente unos extraños alaridos se escuchan tras de mí:

- Joder! ¿Qué pasa?- Pienso para mis adentros sin osar a girarme mientras trato de imaginar qué carajo puede la fuente emisora de tal escándalo.

Poco a poco los gritos se van haciendo más sonoros hasta darme cuenta que son Carlos y Sergio que se me acercan en la moto del primero de ellos.

Siendo fieles a nuestra clasificación dentro del género masculino, intercambiamos una serie de sonidos guturales sin ningún tipo de significado fonético pero que a los hombres nos sirve para comunicarnos eficazmente. Ya sabéis: "EEEEEHHHHH!!!, ARRRRRRHGGGGG”, YYYYIIIIEEEEEEEE”, y otros de este estilo.

Enseguida saltamos unos cuantos pasos en la escala evolutiva de Darwin, hasta el momento en que el humano consiguió crear un código de comunicación mediante palabras y ya empezamos a generar frases:

- Hoy te sales!!!!, grita Sergio.

- Hombre! Os esperaba en la Mussara!, voy un tanto cascado y tengo que recuperar en la bajada.

- Recupera tranquilo que vas muy bien!, comenta Carlos mientras me canta referencias con algunos conocidos, cuyos nombres prefiero obviar, jejeje.

Finalmente se alejan para evitar el toque de algún juez y sigo sumando kilómetros acoplado intentando mantener un buen equilibrio entre fuerza y cadencia.

Con bastante solvencia alcanzo el km90 donde empieza la segunda fase del sector ciclista. A estas alturas, hace mucho tiempo que no veo a ningún ciclista, ni por delante ni por detrás y decido comer el primero de los bocadillitos de Bimbo que llevo. Agarro el bocadillo que llevo unido a la tija del sillín mediante cinta aislante (por desgracia no disponía de cinta de pintor así que tuve que improvisar esta mañana).

Al tirar del bocadillo observo con curiosidad cómo el límite elástico de la cinta aislante supera con creces el del bocadillo o, dicho de otra forma más clara, se me rompe el sándwich en varios pedazos al pegarle el tirón mientras trozos del mismo se quedan pegados a la tija junto a la cinta aislante…. Vamos, un asco!.

Y ahí estaba yo, pasando el segundo puerto importante del día y los continuos repechos que se suceden tras él, con los restos de comida colgando flácidamente bajo el sillín, concentrado en guardar fuerzas para la famosa rampa de Gratallops pero todavía bien de fuerzas y de ganas.

Antes del puerto, unas terribles ganas de mengitar se apoderan de mí. Casualmente, unas de las importantes conversaciones que mantuvimos el día anterior con los compañeros del Terrassa trataba sobre cómo mear en carrera, y en un par de ocasiones trato de emular a Perico Delgado ladeando el cuerpo, con la malla a media asta y disociando mente entre calzada y arcén…. Pero es imposible! Tratar de concentrarme en no acabar empapado y no acabar estrellado contra una valla es demasiado trabajo cognitivo para mí así que, a la tercera, decido parar a evacuar cómodamente. Como soy muy freaky hasta compruebo el tiempo perdido con el reloj, jajaja…. Un minuto escaso… está bien para lo que llevaba dentro!.

En estos solitarios momentos de carrera uno trata de buscar recursos para engañar el coco. Unas veces tiro de mi biblioteca de canciones, otra veces intento cazar a algún compañero que se divisa en la lejanía y en otras ocasiones simplemente dejo la mente en blanco. Esto último se me da bastante bien, según mi mujer, jejeje.

Una moto de Mossos se me acerca, se coloca al lado y me comenta:

- Vais rápidos, eh!

- Bueno, ya lo pagaremos.

- Pero vais muy adelantados respecto al horario previsto -, me comenta.

- No lo sé, los primeros estaba previsto que hicieran el recorrido en 5h30-, le respondo sin prestar demasiada atención a la conversación.

- Tampoco te creas que los primeros van muy lejos. – comenta el amable señor policía.

Esta frase me activa, mira tú que tontería, y me inyecta energía nuevamente justo en el momento que en un descenso, enlazando un par de curvas, se deja entrever una magnífica e impresionante carretera serpenteante que parece elevarse hacia el cielo.

Irremediablemente me entra la risa y me digo a mí mismo: -Bien! Esto es lo que te gusta: subir y sufrir!... pues te vas a hartar.

Similar a nuestra V, la carretera cambia de desnivel negativo a positivo en pocos metros y la palanca del freno derecho se estremece bajo la presión constante de la mano buscando desesperadamente el piñón más grande, en mi caso un 25.

Esto sube de veras, veo el 12 Km/h congelado en el cuentaquilómetros mientras pongo la carne en el asador para mover el 39x25 sin dar eses. Veo unos molinos lejísimos y creo recordar la frase de Jose Manuel “cuando veas unos molinos, piensa que tienes que llegar a ellos”. Como por arte de magia, bloqueo el pensamiento y me convenzo a mí mismo que jamás escuché esa frase. Sigo concentrado en avanzar al tiempo que me acerco a uno de los triatletas de relevos que me adelantó justo al iniciar el minipuerto. Ya veo el final del sufrimiento y anulo la idea de dar eses o bajar al tercer plato gracias a los ánimos de cuatro aficionados que hay animando en el punto más alto del ascenso.

Por fin la carretera se pone hacia abajo y, sin dar un solo pedal, busco oxígeno ansiosamente para recuperar mi maltrecha musculatura camino del tercer y último puerto “oficial” del circuito, es ascenso a Coll roig.

Sinceramente no recuerdo demasiado de ese puerto, una carretera de montaña preciosa y adelantar a un triatleta con cabra es lo poco que queda en mi archivo de memoria de ese tramo.

A partir de aquí, más de 30kms de llaneo acoplado con alguna pequeña crisis que pasó enseguida y con sensación de rodar fuerte, en general.

Ya estoy entrando en Salou. Vuelo por el carril de conos que han habilitado para nosotros y empiezo a pensar levemente en la maratón pero, sobre todo, en sentir el calor de los míos…. Llevo demasiadas horas conmigo mismo, y ya empiezo a estar agobiado de tratar con alguien tan loco.

Saco los pies y descabalgo sin prisas para encarar al trote el pasillo de boxes. Escucho multitud de gritos animándome y otro de esos flashes es el de Cristian corriendo a mi posición y preguntándome cómo estoy. Me ha explicado que la respuesta fue la de dedo pulgar arriba y un escueto “Bien” aunque en aquel momento veía imposible empezar a correr, estaba realmente muerto, agotado.

Tiempo de ciclismo: 6h13’33’’…. El sector fue de 184Km, por lo tanto la velocidad media fue de 29,5Km/h. Parcial 24 y llego en posición 21 (ni he ganado ni he perdido posiciones totales, fantástico!).

En menos de dos minutos dejo la bicicleta, entro en la zona de transición, me calzo las zapatillas, pienso que estoy hecho una mierda y estoy ya encarando el paseo con la gorra hacia atrás mientras me coloco el Garmin en la muñeca.

Paso por delante de toda mi gente, le choco la mano a Sandra y, con las alas que esto me da, floto en dirección al primer avituallamiento.

De repente, como tanto había deseado, el milagro se vuelve a producir y siento como si calzara unas piernas nuevas, como si no llevara más de 7horas de esfuerzo tras de mí y mi cuerpo se desliza a 4’15-4’20 con una facilidad que me fascina.

Llego al avituallamiento con un hambre voraz. Finalmente no he agarrado un solo gel ni una sola barita durante el sector de bici (¿habían barritas?) y 1,5 sándwiches + 2 barritas estaría en lo, digamos, límite de lo aconsejable. Este primer avituallamiento lo paso volando, agarrando la bebida y la comida al vuelo, tirándome un tercio por encima, otro tercio al suelo y con el tercer tercio ahogándome hasta ponerme rojo… mmmm… me encanta!!!.

Retomo el paseo en el carril bici, zona llana y vuelvo a notar la agradable sensación de correr cómodo mientras sigo viendo el 4’20 de ritmo en la pantalla del reloj… fantástico.

Como todo está en su sitio mantengo uno de mis planes para la carrera: aguantar el ritmo siempre dentro de una sensación aeróbica hasta que el propio circuito y los kilómetros me dejen y, una vez alcanzado ese momento, completar la maratón de la forma más positiva posible y sin derrumbarme.

El circuito, que ya había sufrido durante la half pirata, no es óptimo para hacer una gran maratón. No tiene grandes desniveles pero la zona alejada del paseo tiene un par de zonas que pican hacia arriba y son insufriblemente aburridas con lo cual hay que planteárselo con calma y paciencia. La organización, pensando en amenizar un tanto esta solitaria zona, ha colocado un compresor con un amplificador y una música que intenta ser un revulsivo para nosotros.

Lo cierto es que personalmente resultó de gran ayuda pues la música era tan horrorosa que cada paso por allí aceleraba el rimo para dejar de escucharla lo antes posible, jajajaja….. seriamente, otro buen detalle de la organización, como el de colocar pancartas con frases motivantes en la misma zona.

Creo que todos hemos coincidido en que la organización merece una nota cercana al 10 y vale la pena considerar el calendario Extrememan dentro de la temporada personal de cada uno.

Fácilmente pasan los primeros 10 kilómetros, en 43 y pico. Los segundos 10kilómetros todavía los paso holgado aunque el segundo paso por la zona de rotondas ya empieza a hacer mella.

Paso por la media maratón en algo cercano a 1h35 y, a partir de aquí, decido parar a comer y beber en cada avituallamiento. Lo necesito física y mentalmente. Es el momento de establecer metas intermedias, gestión que diría Jordi Romero. Así que el nuevo planteamiento (que pensaba retrasar unos kilómetros más) es correr los 2,5kms que separa cada avituallamiento, parar a repostar y continuar hasta el siguiente pit-stop.

Hasta este momento, sin tener muy claro la situación de la carrera, he avanzado a algún corredor y alguno me ha adelantado pero la mezcla de dorsales individuales-relevos sumado a que en el circuito ya se entremezclan corredores con distintas vueltas; hacen imposible saber en qué posición me encuentro.

Tengo claro que a Alexandra Louison la he llevado hasta el km20 por detrás a una distancia constante pero estoy seguro que no tardará en avanzarme cuando empiezo mi proceso de parada-arrancada.

Siguiendo este procedimiento paso del km20 al km30 a una media de 5’/km corriendo a ritmo de 4’45’’ entre avituallamientos y, efectivamente, Alexandra me adelanta con su mínimo cuerpecillo y su eficaz mini-zancada.

Me sorprende también ver la cara de sufrimiento al cruzarme con Olivier Marceau, que ya está encarando sus últimos 3Kms… va cabizbajo, con la mirada clavada un par de metros al frente y simplemente se deja llevar… brutal la dureza de la maratón.

Yo sigo a lo mío notando ya el dolor muscular que cada vez me fuerza a hacer paradas un poco más largas. A las paradas ya se le suman unos metros caminando al salir de avituallamiento pero, por suerte, cuando arranco a correr nuevamente y los músculos se desentumecen, sigo manteniendo el ritmo de 4’45’’… asombroso.

Paso por la zona de boxes, donde me parece escuchar multitudes animando, para encarar la cuarta y última vuelta.

Ya sé que lo tengo. Sólo falta experimentar cómo van a ser los últimos 10kms pero, no importa, tengo energías de sobra para la última batalla con las cansinas rotondas. En un momento dado, sin tener muy claro la zona exacta, adelanto un corredor que lleva escrito en la parte trasera del mono su apellido. Se trata de Doug Hall, uno de los pros que salían en el tríptico de la carrera.

El pobre va muerto y lo avanzo con mucha facilidad. Aun teniendo en cuenta las paradas que pueda hacer para beber, la diferencia en el rimo es muy grande y no tiene pinta que me vuelva a avanzar.

De todas formas, poco me anima las penurias de los demás. En estos momentos, todo se limita a un estado de concentración y deseos de finalizar, más allá de posiciones de carrera.

- Venga machote, que vas muy bien!!!

Es Carlos quien me anima corriendo en paralelo a mí.

Una gran ayuda tenerlo animándome los últimos 9kms de la maratón. Me ayuda tener a alguien con quien charlar ya que me distrae y difumina un tanto el sufrido paso de los últimos kilómetros.

A nivel de cardio, voy fantásticamente y con fuerzas de sobra. A nivel muscular estoy ya consumiendo los últimos reductos y las rampas en los cuádriceps amenazan con aparecer cada vez con más frecuencia.

Esto ya está, Carlos! Me quedan sólo 2kms…. Pero tengo que volver a caminar de nuevo mientras me rio de la situación…. Ja, ja, ja, ja, …. Manda “güevos”! A 1,5kms de meta y las piernas no me permiten seguir trotando!!!!.

Carlos no para de animarme y de recordarme que lo que voy a hacer va a ser un gran resultado, que camine lo que quiera… hoy ya he triunfado.

Miro el Garmin y veo que incluso caminando en lo que me queda hasta meta me plantaría en 3h25 de maratón…. Nuevamente brutal!.

El subidón de visualizar la meta tan cerca, imaginar la entrada que tanto he ensayado internamente y el olor a reto más que conseguido, me empujan nuevamente y vuelvo a correr a 4’30 sin un solo atisbo de dolor muscular…. La alegría ya me invade y no escondo mis gritos de alegría cuando encaro la última recta, los últimos 500 metros que saboreo a cada zancada.

Un bucle lleno de público sobre una alfombra amarilla es el pasillo de honor para los que hoy cruzamos el arco tras un montón de horas en el cuerpo y una multitud de kilómetros acumulados durante meses.

Un beso a Sandra seguido de otros tantos abrazos con los amigos que me expresan su sincera alegría y orgullo con sus miradas y sonrisas… un momento difícil de olvidar.

Y me dirijo corriendo a coronar mi premio personal de cruzar la meta mientras internamente hago una dedicatoria interna a unas cuantas personas: a Sandra por el aguante, a mi padre porque hoy otra vez está vivo y a una pareja de amigos que me han hecho un poco más feliz desde hace unas horas al saber que los nubarrones grises que afeaban su cielo se han ido a tomar por saco hace unos días.

Tiempo de maratón: 3h23’40’’…. A una media de 4’49’’.

El tiempo total de carrera fue de 10h36’14’’ y, un par de días más tarde, me doy cuenta que fui el 13 de la clasificación general y el 3º en mi grupo de edad (35-39 años). Por lo visto, me llamaron a podio para la entrega de trofeos pero, uno que no está demasiado acostumbrado a estas efemérides, estaba hinchándose a pasta en la zona de avituallamiento.

Me siento orgulloso por el resultado obtenido, no lo puedo ni lo quiero negar. Me plantee quedar entre los 25 primeros y lo he conseguido con creces, además de la increíble satisfacción que por sí sola supone cruzar la meta de una carrera tan dura.

Además, el hecho de llegar tan adelante, te da la increíble ventaja de poder ver la llegada del resto de compañeros…. Esto no tiene desperdicio pues los sentimientos afloran de una forma muy especial con cada uno de ellos… supongo que, con la adaptación, esto irá menguando. Por eso hay que aprovecharlo ahora y vivirlo a tope:

- Alex Frias… 11h10’57…. Puesto 27…. Como siempre delante, uno que no falla aunque se lo quiera impedir su rodilla. Plaza para Hawai en el futuro.

- Jose Manuel Rio… 12h20’11… Puesto 107… Carreron de Jose. Remontó en la maratón todo lo que no debía haber perdido en la bici donde no tuvo el día.

- David Guinart… 12h32’18… Puesto 128… Su primer Ironman y sufriéndolo hasta donde otros no hubieran podido aguantar. Una verdadera bestia. Feliz por él.

- Dani Charles… 12h48’00… Puesto 153… Otro que no falla jamás, cada vez mejorando aunque esta vez le vio las orejas al lobo. De todas formas, este es de los míos, de los que sigue la dieta brava-cerveza, imposible tumbarlo.

- Jordi Pardina… 13h02’33… Puesto 178… Mejorando su mejor marca en el IM más duro de los que ha hecho y gallina de piel con la dedicatoria a su suegro. Momento de lagrimeo a agradecer.

- Alex Pérez… 13h27’02… Puesto 215… Su 5º Ironman y todavía se manifiesta nervioso (creo que sin razón) cada vez que se planta en la salida. Mucho que aprender del gran Alex.

- Toni Miró… 13h33’20… Puesto 222… Especialmente duro se le ha hecho estrenarse en esta distancia y venciendo sus temores venció la distancia, como no podía ser de otro modo.

- Xavi aznal… 13h57’48… Puesto 249… La demostración de que los cojones (con perdón) están por encima de todo. A este experimentado finisher lo vi francamente mal pero, aun así, mejoró su mejor marca en IM.. like a rainbow in the dark!

Ya han pasado casi dos semanas desde la carrera y ahora sólo me dedico a hacer lo que me viene en gana intentando no perder demasiado la forma ni coger demasiado peso mientras esperamos que la señorita Amaia decida aparecer en este mundo liberando a Sandra de su “pesada” carga, jejeje.

El año próximo seguro que no compito ningún otro IM, si acaso algún Half, pero espero poder retomar en un par de años la actividad y quizás soñar con conseguir plaza para Hawai en 3-4 añitos… quién sabe… soñar es gratis (por ahora).