Desperezaba el día con temperaturas cercanas al punto de
congelación pero con un sol radiante que nos iba acompañar durante toda la
jornada. Esto, junto a mis elevadas ganas de volver a participar en la versión
larga de la VDR, formaban la combinación perfecta para que hoy acabara siendo
una gran jornada.
Mi logística para esta prueba es ideal ya que la salida se da a escasos 300m de mi casa con lo que puedo evitar los tediosos “efectos secundarios” que siempre acompañan a los momentos previos: salir temprano de casa, buscar aparcamiento, quedarte helado durante un buen rato, … y simplemente con salir ya engalanado y 10’ antes del pistoletazo, es más que suficiente.
Saludo a algunos conocidos y, en menos que se tarda en decir “pan”, se lanza la carrera.
La estrategia estaba definida y Ramón había sido bastante claro: - No estás preparado para “competir” los 48km de la carrera… - así de simple.
Después de haber reanudado los entrenos – tras el descanso de Diciembre - los dos meses que llevamos acumulados, han servido para empezar a crear una nueva base y seguir progresando a nivel muscular y aeróbico; pero son todavía escasos para afrontar una distancia de este calibre a determinados ritmos.
Por lo tanto, las instrucciones eran muy concisas: Hasta el km28 a ritmo dominguero total y, a partir de ahí, a sufrir tratando de acelerar el ritmo hasta meta.
Pero claro, yo el tema ese del ritmo dominguero, en carrera y con la escasa cabeza que adorna mis hombros… como que no sé muy bien como gestionarlo.
Volvemos pues a la carrera:
Primeros metros y la gente sale a ritmo frenético. Seguramente el hecho de mezclar a los corredores por relevos (llegan a Mura y allí les toma el testigo otr@ compañer@ que finaliza en Terrassa) hizo que la velocidad fuera superior a la que debiera haber sido. Incluso Genis Zapater (crack que lógicamente venció de calle el domingo) hace el comentario en voz alta – Pero dónde vais a este ritmo! - …. Pero ahí no para ni el tato y, antes de llegar a Matadepera, ya se puede ver un grupo muy estirado. Antes de las primeras rampas puedo contar unas 30 o 40 personas ante mí al tiempo que soy consciente de que llevo un ritmo muy superior al que debiera y con la expectativa de ponerme a régimen en breve.
Pero los quilómetros van pasando y mi pulso, como medida de extrapolación al rimo, sigue por las nubes.
Km5, Km10, km15, km20…. Y sigo pasado de vueltas.
Honestamente, confiaba en estar mejor de lo que realmente estoy así sigo apretando dientes camino de Mura.
Tras una bajada fácil, se divisa ya el bucólico pueblo. Un espectáculo para la vista, ahí emplazado con sus casitas de piedra en mitad del parque… me encanta esta zona de la carrera.
Llego pues al segundo punto neurálgico de la cursa, donde me avituallo sin recrearme y continuo por el sendero que transcurre paralelo al río.. otra verdadera preciosidad.
Es el momento de encarar la subida larga, de unos 5Km y en la que, siguiendo las instrucciones de Ramón, debo intentar trotar hasta alcanzar las 175ppm… no más que eso.
Y ejecuto el plan cual autómata programado…. Pero va a ser que no!... no hay forma de subir pulsaciones, al llegar a las 165 tengo que ponerme a caminar, si o si…. Y empiezo a pensar que la carrera se me va a hacer larga hoy.
Efectivamente, sufro los 5km de ascensión hasta que el terreno se vuelve a poner plano, momento en el que echo a trotar nuevamente. Pero, ¡Ay, Carmela!, los gemelos tratan de escalar por mis ya fatigadas piernas… y sigo pensando que esto se va a hacer duro.
Por un momento, recorre mi mente el planteamiento de quedarme en el próximo avituallamiento, más al llegar allí, dicho pensamiento ya se ha esfumado de mi cabeza y ando solo concentrado en gestionar bien los recursos que voy obteniendo mediante la comida y la bebida y mantener a raya las rampas.
Como anuncia el título de la crónica, de los 99 globos rojos que acumuló el grupo germano Nena, allá por el 84, tengo la sensación de ir recogiendo un ramillete y me imagino a mí mismo como un gitano en la feria, de esos que venden Bob Esponjas, Peppa Pigs y Pitufos; y que tan felices nos hace a los padres cuando paseando con nuestros hijos, éstos último los divisan a no menos de 30m…
En fin, que sigo en mi mundo de concentración y parece que atisbo momentos de recuperación, que se van entremezclando con algún que otro amago de bloqueo muscular.
Por suerte, el terreno no muy duro… alguna rampa sin excesivo desnivel pero muy corrible en general.
Sin darle demasiada importancia a la distancia o perfil que tengo por delante, voy enhebrando avituallamientos y quilómetros hasta llegar a la última bajada que me escupirá por fin al Parc Audiovisual, desde donde enlazan los 2 últimos kms a meta.
Por ahí atrapo a Raquel, una amiga que ha venido a correr la de 24k y con la que después nos iremos a recoger nuestro particular trofeo en forma de cervezas y arroz, y cruzo el arco de meta custodiado por mis dos pequeñas Dulcineas.
Tiempo final: 5h40’ y posición 31.
Como conclusiones rápidas y lógicas: Que efectivamente no estaba preparado todavía para la distancia y que, por lo tanto, la debería haber encauzado de otra forma. Pero, por otro lado, me llevo muchas cosas positivas como la buena gestión mental en los momentos de sufrimiento, que estoy (o así lo creo) en una mejor forma que a mismo momento la temporada pasada y que hay que seguir trabajando por este camino.
Como decía Laporta: - ¡¡¡ Que no estamos tan mal !!!
PD:
Como siempre, un diez al Centre Excursionista de Terrassa por la magnífica organización de la carrera!
Con lo que cuesta montar este tipo de eventos y ni una coma fuera de lugar: avituallamientos numerosos y con diversidad, excelente marcaje del trazado y unos voluntarios fabulosos… más de 1000 inscritos entre todas las pruebas son la garantía de que es una cursa en la que vale mucho la pena participar… Ens veiem l’any vinent!