Pues sí! Diez años más tarde desde mi segundo (y último IM), medio sin quererlo me veía enrolado en este nuevo reto.
Tras un año repleto de dificultades para hacer ejercicio de forma regular y bastante tiempo desconectado del triatlón, cuando le planteé el reto a Ramón, mi preparador, me advirtió que nos quedaba un largo y duro viaje por delante pero allá por octubre/noviembre nos pusimos en marcha con el periodo adaptativo, poca masa muscular y unos cuanto kilos de más, afianzados en forma de tejido adiposo.
En primer lugar, era necesario crear una buena base, sobre
todo en la bicicleta. Evidentemente, tras un largo periodo sin nadar, hay que
volver a recuperar fuerza, recordar técnica y echar metros, pero es una
disciplina que puedes poner a punto en dos-tres meses (para el nivel y
requerimiento que un popular desarrolla). Pero la bicicleta, tras un largo
periodo bastante olvidada y siendo posiblemente el factor decisivo en un IM,
hay que currársela bastante.
Muy progresivamente y tras unas cuantas pájaras mezclando kilómetros y pruebas de nutrición en carrera, me planté en la orilla de Platja d’Aro, con 7 Kgs menos que unos pocos meses atrás y con muchísima forma ganada durante esta experiencia que ha sido el plan de entrenamiento.
Además, muy motivado y habiendo disfrutado mucho de los
entrenos, sobre todo las últimas semanas en las que ya era capaz de soportar
las cargas y con buenos ritmos (los míos, claro).
Aunque durante la semana habían ido apareciendo los nervios en forma de cosquillitas en la barriga al pensar en la prueba, la noche previa a carrera la dormí bien y por la mañana me fui motivado a boxes.
Allí me encuentro con amigos que hace tiempo no veo y voy
charlando con ellos de forma distendida antes de salir camino de playa.
Sandra, las niñas y hasta la perrita vienen a desearme suerte y, junto a Manu, nos dirigimos al final de la larga cola que se ha organizado calle arriba para ir dando salida progresiva a los grupos de edad. Y a los que ya vamos viendo los 50 venir, no nos queda otra que ser de los que van cerrando filas en la salida.
Último salivazo a las gafas, mascarilla a la papelera y trotando por la orilla, hundo la cabeza en un agua totalmente cristalina y tranquila. Primeros metros fuertes hasta la boya de giro para activarme y manteniendo un buen ritmo llego a los 500m, donde está situada la boya que debemos rodear para enfilar un 2000m en línea recta, sin golpes y con buena visibilidad para no andar dando eses.
Al haber dado salida en formato “rolling start” por grupos de edad, cuesta un poco coger pies buenos. Los que vienen por detrás, son difíciles de aguantar pues evidentemente vienen más fuertes y los que voy encontrando son ritmos inferiores. No obstante, consigo ir cogiendo estela de algunos compañeros y, pese a nadar sólo más rato del que me hubiera gustado, voy engullendo metros con tranquilidad, dejándome deslizar y sin gastar energía.
Ya queda poco para alcanzar las boyas que nos escupen a la
orilla de nuevo y he disfrutado mucho el sector, sin cansarme en absoluto (al
menos, esa sensación tengo) y la cabeza puesta ya en la bici, que es lo que más
miedo me daba.
Laaaarga transición hasta boxes y marcan un tiempo de 1h07
incluyendo dicho tramo así que supongo habré nadado en 1h03-1h04… justo según
lo previsto!.
Salida de boxes, un parking subterráneo que aun no siendo muy glamuroso de cara al espectáculo, es una genial solución para evitar las más que probables lluvias repentinas de la costa Gironina en esta estación del año.
Empiezo a pedalear y noto buenas piernas.
Las instrucciones son llegar al primer puerto con media de vatios baja y con mucha cadencia para ir adaptando respiración.
Levanto patas todo lo que puedo y subo puerto con toda la
cadencia que me es posible pero, aun así, no soy capaz de llevar la media de vatios
que debería y se me va por arriba.
Antes de subir a puerto, me ha pasado un excompañero del Terrassa, Samu Madrid, con quien ya me iré encontrando durante todo el sector. Va con cabra y buena carga aero, con la que coge ventaja en zona llana pero le penaliza en puertos y bajadas.
Las nubes que amenazaban lluvia durante la natación, al
final han cumplido su amenaza y nos van regando intermitentemente durante el
inicio del sector ciclista. No es una gran incomodidad pero si lo suficiente
para dejar toda la calzada mojada y incrementar la precaución en las bajadas de
los primeros puertos.
Al llegar al primero de ellos, marco un lap que irá desde ahí hasta el Km167, siendo el parcial más importante del IM. En ese parcial debo clavar una potencia media determinada y me debo concentrar en que así sea.
Y lo clavo.
Van pasando los kilómetros y los voy disfrutando a tope. Van pasando los puertos y los subo literalmente silbando, controlando vatios, y metiendo cadencia en todas las subidas. Me toca sufrir más en los llanos con mi bici clásica pero puertos y bajada las disfruto a tope.
A estas, la climatología ha cambiado radicalmente y está apretando el sol con fuerza. Sin quererle dar demasiada importancia en ese momento, no puedo dejar de pensar en el sector de carrera a pie y deseo que, tal y como ha hecho aparición el sol, decida esconderse tras las nubes cuando llegue a Platja d’Aro.
Casi sin darme cuenta, he pasado todos mis históricos baches: El km 110 y el Km 140; y ya estoy escalando las primeras rampas de Sant Grau.
Es un circuito duro pero, por suerte para mí (y me sabe mal
compartirlo), no tengo ninguna sensación de sufrir.
Seguramente, he llegado mejor preparado en bici de lo que yo mismo creía y, lógicamente, mantener la potencia que Ramón me había definido, es la clave para no sufrir en un circuito de este calado.
Corono Sant Grau, un puerto precioso, y me concentro en la bajada pues me habían advertido que era peligrosa. Aunque bajo bastante bien, es imposible trazar rápido muchas de las curvas pues tienen tierra suelta y hay que bajar con calma para no dar un patinazo en alguna de las muchas curvas cerradas que se van descubriendo ante mí.
Este descenso nos regala una de las imágenes más bonitas de la carrera: Una foto 3D de las preciosas calas de la costa, con ese inmenso mediterráneo azul como fondo de pantalla, es uno de los magníficos recuerdos para llevarse de esta triatlón.
El posterior sube-baja por la costa Gironina nos lleva a Sant Feliu y, de ahí a Castell d’Aro, fase previa a la T2. Todo este tramo, ya lo hago muy tranquilo, bajando vatios y sin apretar nada.
Llegada al pabellón, pie a tierra y a por las zapas de correr.
Bajo la rampa y noto que corro muy fluido camino de dejar la bici en la barra. – Hoy es mi día -, me digo a mí mismo.
Parcial bici, 6h20’.
Salgo con la clara instrucción de llegar al primer avituallamiento sin preocuparme demasiado por la malas sensaciones que se suelen tener al inicio del cambio de segmento y, una vez alcanzado ese primer avituallamiento, y tras hidratarme y comer algo, empezar la maratón.
Arranco del avituallamiento y enseguida me doy cuenta que no voy fácil. Trato de colocarme en una sensación de ritmo cómodo pero, aunque voy viendo el 4’30-4’40 en el garmin (mi ritmo objetivo hasta el Km20-25), no hay fluidez en mi correr.
Por desgracia, el sol no ha querido esconderse y nos está cayendo un calor de justicia lo que me va haciendo mella. No hemos tenido calor remarcable hasta la fecha y menos para los que entrenamos a primerísima hora.
Más pronto que tarde, empiezo a utilizar el recurso del
camitotro.. corro un rato y camino otro (vaya mierda de rima)… y cada vez
cuesta más enlazar los avituallamientos al trote. En el tramo del paseo, me
ducho literalmente en las duchas de la playa y engullo líquido y geles en los
avituallamientos.
Y, pese a que no había previsto cascar en la carrera a pie y pensaba que era donde mejor iba a estar, soy capaz de darle la vuelta, aceptar la situación y perseverar en el camitotro, engañando al coco, y poniendo pequeñas metas que me permiten ir avanzando poco a poco.
Cuando amagan rampas en gemelos, paradita a estirar, y
vuelta al trote tranquilo. Cuando tengo el subidón (a veces pasa, sin saber por
qué), lo aprovecho y tiro a 4’40 lo que me deja el cuerpo… y así llego al Km25
aprox cuando, por fin, un manto de nubes da descanso a nuestra ya quemada
espalda y desciende la temperatura.
A partir de ese momento, aunque ya no tengo fuerzas para
ponerme a correr del tirón, el sufrimiento se reduce y cada vez voy viendo más
cerca la meta, sólo quedan 12, sólo quedan 7, sólo quedan 4… ya lo tengo, ostias!
Subidón en los últimos kilómetros para apretar un poco
mientras un tremendo diluvio se cierne de repente sobre nosotros..
La familia y amigos gritando a pulmón abierto desde una terraza cubierta mientras ya encaro la deseada recta de meta para dar por finalizada mi tercera triatlón de distancia Ironman, la más trabajada de todas.
Maratón en un 3h54’ del que, estando lejos de lo esperado, me siento profundamente orgullos.
Tiempo final de carrera: 11h34’58’’
Como digo, muy contento con el proceso que me ha llevado hasta
aquí, con el trabajo mental para no rendirme en la maratón y con una carrera
excepcionalmente organizada y con el mejor circuito de bici que he vivido yo.
Y lo mejor de todo, no he tirado la bici al trastero
perjurando que no la iba a volver a tocar en meses! 😉