miércoles, 8 de mayo de 2013

Extrememan Salou... ¿Quién me ha robado el mes de Abril?

Estoy contento de haber participado en la carrera del domingo.

Me había arrepentido, supongo que como muchos de los otros participantes, de haber hecho la inscripción a una carrera que se hacía tan temprano en el calendario ... el frío, la lluvia y el viento de estos últimos meses minan la moral de cualquier valiente y yo, de valiente, tengo lo justo para ir tirando.

Sin embargo, he extraído varias cosas positivas de la experiencia que he vivido durante los meses de preparación así como de la propia competición.

He tenido que hacer muchas cábalas y variaciones en mis entrenamientos de cara a extraer lo que creía que eran unos mínimos con los que llegar a la salida de la carrera con garantías de hacer una competición digna y ayer era, de hecho, una sorpresa - o, más bien, el resultado de un ensayo - comprobar cómo se comportaría mi cuerpo con un plan donde no he podido trabajar los volúmenes que, teóricamente, son necesarios para enfrentarse a una carrera de larga distancia.

Así que, en primer lugar, me ha servido para aprender algo más sobre mí mismo y darme cuenta de que no necesito tantas horas como pensaba para hacer una buena carrera.

Por otra parte, ha sido la primera carrera en la que he traspasado la línea de llegada con mi hija ... parece una chorrada pero me ha hecho una ilusión tremenda hacerlo (aunque la pobre estuviera gritando durante ese ratito, "mamma, mammmaaaa" sin parar, jajajaja).

Por último, todo lo que supone compartir un evento con un grupo tan fantástico como el que congrega la sección de triatlón del CNT, hace que uno se quede con ganas de repetir la experiencia.

A pesar de contar ya con unas cuantas carreras en mi historial, aún hoy hay cosas que no puedo evitar. Una de ellas es despertar el día de la competición, antes de que suene el reloj, sin parar de darle vueltas a la carrera y con aquella serie de pensamientos que a la mayoría nos merodean durante las horas previas al disparo de salida : "qué pocas ganas tengo de hacerla", "¿por qué narices me habré apuntado" ...

En esta ocasión no son ni las cinco que ya tengo los ojos abiertos. Imagino la salida de la carrera, como haré la natación, como descuelgo la bici de la barra ......
- Eh? ¿Qué es ese ruido? Pongo los dos pies en el suelo de un salto mientras corro las cortinas para comprobar, absolutamente estupefacto, que está lloviendo! Esto si que no me lo esperaba!.

Si hay algo que me saque de quicio es precisamente competir con lluvia. Lo he hecho en varias ocasiones y en ninguna de ellas he disfrutado de la carrera un solo segundo así que, como siga lloviendo hacia las 7am, tengo claro que no tomaré parte de la salida.

Llegada la hora de acudir a boxes para ultimar preparativos, las nubes han ido desapareciendo y parece claro que no va a llover. Ahora sólo falta que, antes de que nos lancemos a dar golpes de pedal, el sol haya podido secar la calzada y el factor seguridad esté asegurado.

Inicio todo el procedimiento pre-carrera y me doy cuenta que he olvidado las gomas .... coj.. ns!
Después de deambular entre compañeros consigo un par para fijar las zapatillas en los pedales. La ubicación que me han dado es buenísima para encontrar rápidamente la bici pero está en la punta contraria a la entrada/salida y eso significa que tendré que recorrer toda la longitud de boxes empujando la bicicleta, tanto en la T1 como en la T2 .... no puedo recorrer tantos metros con las calas así que las zapatillas se deben colgar, si o si!.

A falta de 15 minutos de la hora programada por la organización hago un fatídico descubrimiento ... he olvidado las gafas de natación en el apartamento!!! No tengo tiempo material de llegar y empiezo a preguntar a todo aquel que veo si alguien tiene algunas gafas, sin éxito.
Veo al Elias y le cuento lo que me pasa. Rápidamente nos ponemos a buscar por los alrededores de la zona expo y, cuando empiezo a pensar que no podré nadar, una voz me llama desde detrás:

-Eh! El de las gafas!

Me giro y, de entre un grupo de gente, un chico me levanta la mano. Se trata de Josep Maria Vidal, un triatleta del Reus Ploms que lleva unas de sobra y me las ofrece con una sonrisa.

Me acabas de salvar la vida - Le digo. Y, después de pedirle los datos, me dirijo hacia la playa.

- Jordi!, Ya las tengo! - Le explico a Elias que ya lo tengo solucionado y subiéndome el neopreno camino hacia el agua pediendo al cielo que las gafas hagan una buena estanqueidad en mi cara.

Sin cuestionarme siquiera la temperatura del agua, me meto de cabeza comprobando que las gafas se adaptan perfectamente a la fisonomía de mi cara ... bufffff ... respiro con fuerzas y doy algunas brazadas mientras me dirijo a la zona de salida.

Junto a Hermies, situados en segunda linea y centrados en el grueso total de participantes, me va comentando lo duro que será llegar a la primera boya.

Los minutos de retraso se hacen eternos y deseo escuchar ya el maldito tercer petardo que me ponga en modo competición de forma inevitable.


Por fin, todos a correr y durante un buen puñado de metros nos adentramos en el mar a base de movimientos compulsivos, entre saltos e intentos de avanzar de la forma menos ridícula posible hasta que el agua adquiere suficiente entidad como para iniciar la natación propiamente dicha.


Son momentos de alto requerimiento donde, entre la adrenalina del primer ímpetu y el ritmo fuerte para intentar ganar un espacio propio evitando que los que vienen por detrás no te pasen por encima, el corazón funciona a altas pulsaciones durante un buen rato .. . entre colleja y colleja no puedo evitar que me venga a la mente los entrenamientos de Elias... unos piramidales específicos para trabajar estos momentos iniciales de carrera...
Menuda suerte tenemos los del CNT con un tipo como Jordi Elias como entrenador... no hay dinero que pueda pagar su trabajo!.

El pronóstico de Hermies, ya perro viejo en temas de competiciones, no ha fallado un ápice y hasta la primera boya he llegado a base de golpes, unos más fuertes que otros, y echando mano de una mezcla de estilos donde el crol-waterpolo se ha impuesto por goleada.



Pasado el atasco de la boya, ya voy encontrando espacios donde poder nadar con mas tranquilidad y buscando mi ritmo de media distancia.
Poco a poco me voy notando bien y, en un momento dado, reconozco a Sergi Mendoza a mi lado, señal de que estoy realizando una buena natación y me animo para seguir generando propulsión acuática con los brazos.

Salgo y con algunas dificultades me desabrocho el neopreno mientras avanzo pisando la alfombra amarilla que nos llevará directo a la T1. De repente, la agradable sorpresa de ver a Sandra con Amaia en brazos (ayer dio mucha guerra a su madre para dormirse y había decidido levantarse más tarde). Es todavía demasiado pequeña para asimilar el impacto de ver a su padre corriendo con la cara amarilla y enfundado en un trozo de goma, pero ya veo en sus ojos que el tema le resulta divertido.







El tiempo de chip ha sido de 32'31'' y la natación un poco más larga de los 1900m planificados, en mi opinión.

Hago la transición un poco más lento de lo que había previsto y vuelo ya con la bici a mi lado buscando el final del interminable pasillo de bicicletas. La adrenalina fluye por mi interior cada vez que escucho mi nombre y reconozco las caras, desde el otro lado de la valla metálica,  de los amigos que han venido hoy a vernos.


Inicio el tramo ciclista sin problemas y hago los primeros kilómetros un punto por encima de lo que me aconseja la cabeza pero es bastante difícil controlar los ritmos de competición, sobre todo cuando uno se imagina la jauría de cazadores que vienen desde atrás en busca de presa fácil, jajaja.
Hay un ligero viento en contra que se hace más evidente en algunos puntos más expuestos pero con paciencia y juego de piñones paso este primer tramo, de unos 30km, y me adentro en el primero de los tres tramos de subida del circuito.



Llego al puerto de Alforja y noto como el asfalto se pega bajo las ruedas. Es una sensación lejos de la que estaba habituado hasta el año pasado ya que mi escasa altura y peso liviano siempre me ha hecho mucho mejor escalador que rodador, pero ahora parece todo lo contrario; cada vez me siento más cómodo tirando de plato y acoples en lugar de batallando contra el desnivel. Cojo un ritmo de subida suficientemente duro como para no perder demasiado tiempo y suficientemente conservador como para garantizar unas ciertas reservas de energía para los puertos que están por venir.

No he hecho previamente el recorrido pero algunos compañeros me han comentado algo acerca de los puertos que están por llegar, el peligro del viento, etc ... así que hay que reservar fuerzas e intento disfrutar del paisaje sin preocuparme cada vez que alguien me adelanta.

Inicio esta primera bajada y enseguida me doy cuenta que disfrutaré mucho descendiendo hoy. Hay días en los que me encuentro con mucha confianza y, casi sin tocar la palanca de freno, leo las curvas con antelación y dibujo la trazada con elegancia ... en estos días, bajar es un placer y lo hago con una sonrisa perpetua que me dura en la cara lo que dure la bajada .... pues bien, hoy es uno de esos días.

Unos cuantos kilómetros de transición para pasar el segundo punto rojo de la mañana, el puerto de Marrades.
Justo antes de llegar al puerto, me pasa un grupo formado por no menos de 15 unidades y sin ninguna intención de respetar el no-drafting .... Los veo como inician la subida todos juntos alejándose con velocidad curva arriba ... un rato más tarde, me pasa una moto de la federación pero ya estoy demasiado lejos como para saber si penalizaron a alguien.

Este puerto, según la información que tengo, consta de tan solo 2 kilómetros pero con un fuerte desnivel donde es preferible no quemar cartuchos ya que todavía nos quedará por delante un último puerto de unos 5 kilómetros y un buen rato tirando de acople hasta llegar nuevamente a Salou .

Nuevamente noto como se frena la bici subiendo y algunos triatletas me adelantan mientras voy pensando en todos los puertos que no he hecho durante estos meses de preparación. Ya veo lo que parece ser el final de una subida que ha resultado más corta de lo que pensaba y comienzo a pensar ya en la bajada que resulta ideal: carretera ancha con un asfalto perfecto y repleta de paellas que se pueden hacer a mucha velocidad. Avanzo rápidamente a todos los que previamente me habían pasado subiendo y no paro de disfrutar como un niño cada una de las trazadas que realizo.

Lamentablemente, el descenso llega a su fin y, en un santiamén, me encuentro pedaleando nuevamente hacia arriba el último puerto de la jornada, el de la Teixeta. Curiosamente noto que el pedaleo parece haberse vuelto más eficiente de lo que lo era unos instantes antes y, casi sin darme cuenta, ya me encuentro cogiendo el manillar por la parte inferior y preparado para tirarme al vacío de nuevo.

En esta ocasión se trata de una bajada aún más técnica que las anteriores debido a la escasa anchura de la carretera y, nuevamente, no dejo de pasar bicicletas. Muchas curvas parecen complicadas pero muy pocas lo son realmente y eso me ayuda a pasar sin frenar por lugares donde el sentido común te dice que lo hagas y me permite ganar bastante con respecto a otros competidores que bajan mas lentos.

Ahora toca mover el plato en un terreno que, a priori, está marcado como muy favorable pero que a mí no me lo acaba pareciendo tanto .... Hay ratos en que se va muy rápido pero hay otras en que la carretera pica nuevamente en positivo al tiempo que un viento asqueroso parece que se esté riendo de mí ...
- Pero tú no estabas soplando en contra cuando subía ? - Le espeto con la boca cerrada observando cómo las pequeñas ramas de los árboles se inclinan en sentido contrario al de mi marcha ...

Por fin llego a las rotondas que me llevarán directamente al centro de Salou y, siguiendo el carril de conos preparados por nuestra marcha, llego al paseo mientras saco los pies de las zapatillas y pedaleo con la carne de gallina por aquel pasillo de gente gritando a pleno pulmón y recargando mis dañadas pilas.

Salto de la bicicleta y encaro nuevamente el interminable sendero amarillo hasta llegar al final de la barra izquierda donde cuelgo mi formidable acompañante ... hoy nuevamente se ha comportado como una campeona.



Tiempo invertido: 2h52'16'' y velocidad media de 31,35 Km/h ... Considerando el tiempo trabajado sobre la bici esta temporada, me doy con un canto en los dientes.

Me dirijo a la zona de transición, ato el casco a la bolsa, agarro el garmin, me pongo la gorra y me calzo las zapatillas para iniciar el último segmento del día, la media maratón.

Esta media es de las que hacen daño, de aquellas en las que pagas caro si te has pasado sobre la bici, de las que reparten a discreción petos de abandono para todo aquel que haya vaciado las baterías más de lo recomendable. En cualquier caso, es una media que se hará dura para todos puesto que nos ponemos a correr después de un circuito exigente de bici y muscularmente las piernas llegan al límite.

Es un circuito familiar para mí. Recorrí buena parte durante 4 veces cuando esta carrera se hizo en versión IM, en el 2011 ... y soy consciente de lo que hay por delante.

Salgo colocandome el gps en la muñeca izquierda. No es un accesorio que suela llevar en las competiciones pero en carreras como éstas me va bastante bien por dos motivos: Primeramente me sirve para frenar el ímpetu inicial y controlar el ritmo (esto hoy no pasará) y, en segundo lugar, para carreras duras como éstas me va muy bien ya que me canta que voy mejor de lo que mis sensaciones me dicen.

Tal y como esperaba, no llevo un correr fácil pero no tengo grandes problemas para mantener una postura correcta tampoco. Enciendo el reloj y dejo que pasen unos minutos hasta que haya conexión con el satélite.

Apenas dejo el área "turística" de Salou, y comienzo a encadenar rotondas en la zona más solitaria del circuito, compruebo de un vistazo rápido a la pantalla que el ritmo al que estoy corriendo es cercano al 4'/Km ... No deja de sorprenderme la facilidad con la que corro cuando me bajo de la bici y es el tipo de sensación que mantiene mi motivación para seguir entrenando este deporte.

Estoy a punto de dejar una de las primeras rotondas cuando veo a Quique sentado en el lateral haciendo estiramientos. Incluso antes de aminorar el ritmo ya me está diciendo que no pare, que son problemas musculares. En ese momento pienso que se trata de las lógicas rampas que pueden aparecer en un día como hoy pero, más tarde, me explicará que ya arrastraba problemas de isquiotibiales los días previos y le han aparecido sobre la bicicleta ... demasiado poco margen me llevaba.

Sigo avanzando pensando en la fuerte rampa de la que tengo referencias gracias a los compañeros que vinieron a probar el circuito semanas atrás (esta no estaba en el IM) y, una vez me planto allí, verifico que no han exagerado en absoluto. Son unos 300m formado por 3 curvas en las que uno debe concentrarse para no sucumbir al impulso de echarse a caminar y que me recuerdan muchísimo a una zona del Parc Güell por la que solía correr cuando vivía por aquellos lares, diez años atrás.

Por suerte, una vez acabado el suplicio, enlazamos con una bajada perfecta para volver a recargar energías y en las que compruebo ritmos por debajo de 4 nuevamente ... bufffff ... hay que pasar otra vez por aquí! Ya hay que tirar del manual de gestión, como diría el compañero Romero.

El circuito todavía ofrece otra zona productora de arcadas (un asco, vaya), que es la la ida-vuelta al paseo, una vez pasados los boxes. Es un invento para alcanzar los 10,5 Km de los que consta una vuelta y un bucle que se hace realmente eterno. A pesar de tratarse de una zona llana, tiene un componente de fatiga extraño de digerir. Aquí también intento distraerme mirando hacia el mar, los niños que juegan o reproduciendo interiormente alguna de esas canciones que llevo en mi iPod mental.

Cuando yo inicio esta zona me cruzo con Hermies que ya vuelve así que, calculo, me debe sacar unos 8-9 minutos. Si no ocurre nada extraño, hoy cruzará la línea de llegada por delante de mí.

Por detrás, y más o menos a la misma distancia relativa que me separa de él, veo a David que corre con soltura y que también está haciendo una carrera brutal! Poco después me cruzo con Jordi Ureña quien, a pesar de haber estado parado un par de semanas con molestias, emite la imagen de poder finalizar la carrera sin ningún problema.



Nuevo paso por boxes y subo una marcha. "Sólo" falta una vuelta y creo que me quedan energías para aumentar un poco el ritmo. Saludo a muchos amigos con la mejor sonrisa que puedo dibujar, choco las manos de todos los niños que esperan con ilusión que alguno de los locos y locas que hoy corren vestidos con tirantes les devuelvan el gesto a su mano extendida, e inicio nuevamente el paso de las rotondas de las que me voy despidiendo a medida que van quedando atrás.

El segundo paso por la rampa me pone los cuádriceps en alerta y me fuerza a realizarla a base de pasitos cortos mientras sigo saludando y animando a otros compañeros de la sección que están en su primera vuelta para enlazar con mi última danza con el paseo donde compruebo, con cierta alegría que, a pesar de haberle recortado unos minutos al compañero Hermies, hoy ha sido más fuerte que yo y finalizará en buena posición la que ha sido, hasta ahora, su mejor carrera de larga distancia.

Encarar la recta final de una carrera de larga distancia supone siempre el mejor sabor de boca de la jornada y un sentimiento de satisfacción y orgullo personal siempre me invade cuando lo hago.
Normalmente lo suelo dedicar a mi padre quien, con toda certeza, estaría mirándome con el pecho hinchado y tratando de mantener sin ningún éxito un semblante de control y seriedad .... pero hoy me he olvidado de ti .. hoy he reservado mi pequeño homenaje para felicitar el día de la madre a Sandra y para darles un beso tanto a ella como a mi hija, así que recorro casi caminando la alfombra que señala el pasillo de entrada en meta buscando sus caras entre el público.

De repente localizo a Sandra gesticulando y me voy para allá. La beso y me pasa a Amaia, que no entiende muy bien qué pasa, por encima de la valla ...

Miro el arco de meta y me dirijo hacia allí trotando con mi hija en brazos mientras trato de distraerla diciéndole cualquier chorrada. Pasamos la ansiada linea final y consigo despistarla lo justo para que mire la cámara e inmortalicen un momento especial para mí.



Tiempo media maratón: 1h30'

Tiempo total: 4h59'10''  y clasificado en la 64ª posición.


Otra carrera en el bolsillo, otra carrera que he disfrutado aunque en esta ocasión al proceso para llegar me costaría encontrarle un adjetivo calificativo positivo .... mmmm .... quizás lo definiría como interesante, pero es la última vez que me inscribo en una triatlón a inicios de Mayo, eso lo tengo ya muy claro, jejejeje.

No tengo todavía idea sobre qué será lo siguiente, quizás seguir dándole al trideporte en versión más corta, quizás echar mis pasos a la montaña o tal vez volverme a enrolar en alguna locura similar a ésta última.... en todo caso, vienen unos buenos días de desconexión y descanso para tratar de remendar algún que otro roto en mis vestiduras...