lunes, 31 de mayo de 2021

Crónica TradeInn 140.6

Pues sí! Diez años más tarde desde mi segundo (y último IM), medio sin quererlo me veía enrolado en este nuevo reto.

Tras un año repleto de dificultades para hacer ejercicio de forma regular y bastante tiempo desconectado del triatlón, cuando le planteé el reto a Ramón, mi preparador, me advirtió que nos quedaba un largo y duro viaje por delante pero allá por octubre/noviembre nos pusimos en marcha con el periodo adaptativo, poca masa muscular y unos cuanto kilos de más, afianzados en forma de tejido adiposo. 

En primer lugar, era necesario crear una buena base, sobre todo en la bicicleta. Evidentemente, tras un largo periodo sin nadar, hay que volver a recuperar fuerza, recordar técnica y echar metros, pero es una disciplina que puedes poner a punto en dos-tres meses (para el nivel y requerimiento que un popular desarrolla). Pero la bicicleta, tras un largo periodo bastante olvidada y siendo posiblemente el factor decisivo en un IM, hay que currársela bastante.

Así que mucho Netflix (rodillo), btt y natación durante la época que menos apetece (no había otra pues nunca sabíamos cuándo iban a cerrar gimnasios y había que aprovechar los periodos sin restricción). Respecto a carrera a pie, menos trabajo pues ya se da por buena la base creada durante los años de Trail.

Muy progresivamente y tras unas cuantas pájaras mezclando kilómetros y pruebas de nutrición en carrera, me planté en la orilla de Platja d’Aro, con 7 Kgs menos que unos pocos meses atrás y con muchísima forma ganada durante esta experiencia que ha sido el plan de entrenamiento.

Además, muy motivado y habiendo disfrutado mucho de los entrenos, sobre todo las últimas semanas en las que ya era capaz de soportar las cargas y con buenos ritmos (los míos, claro).

Aunque durante la semana habían ido apareciendo los nervios en forma de cosquillitas en la barriga al pensar en la prueba, la noche previa a carrera la dormí bien y por la mañana me fui motivado a boxes.

Allí me encuentro con amigos que hace tiempo no veo y voy charlando con ellos de forma distendida antes de salir camino de playa.

Sandra, las niñas y hasta la perrita vienen a desearme suerte y, junto a Manu, nos dirigimos al final de la larga cola que se ha organizado calle arriba para ir dando salida progresiva a los grupos de edad. Y a los que ya vamos viendo los 50 venir, no nos queda otra que ser de los que van cerrando filas en la salida.

Último salivazo a las gafas, mascarilla a la papelera y trotando por la orilla, hundo la cabeza en un agua totalmente cristalina y tranquila. Primeros metros fuertes hasta la boya de giro para activarme y manteniendo un buen ritmo llego a los 500m, donde está situada la boya que debemos rodear para enfilar un 2000m en línea recta, sin golpes y con buena visibilidad para no andar dando eses.

Al haber dado salida en formato “rolling start” por grupos de edad, cuesta un poco coger pies buenos. Los que vienen por detrás, son difíciles de aguantar pues evidentemente vienen más fuertes y los que voy encontrando son ritmos inferiores. No obstante, consigo ir cogiendo estela de algunos compañeros y, pese a nadar sólo más rato del que me hubiera gustado, voy engullendo metros con tranquilidad, dejándome deslizar y sin gastar energía.

Ya queda poco para alcanzar las boyas que nos escupen a la orilla de nuevo y he disfrutado mucho el sector, sin cansarme en absoluto (al menos, esa sensación tengo) y la cabeza puesta ya en la bici, que es lo que más miedo me daba.

Laaaarga transición hasta boxes y marcan un tiempo de 1h07 incluyendo dicho tramo así que supongo habré nadado en 1h03-1h04… justo según lo previsto!.

Salida de boxes, un parking subterráneo que aun no siendo muy glamuroso de cara al espectáculo, es una genial solución para evitar las más que probables lluvias repentinas de la costa Gironina en esta estación del año.

Empiezo a pedalear y noto buenas piernas.

Las instrucciones son llegar al primer puerto con media de vatios baja y con mucha cadencia para ir adaptando respiración.

Levanto patas todo lo que puedo y subo puerto con toda la cadencia que me es posible pero, aun así, no soy capaz de llevar la media de vatios que debería y se me va por arriba.

Antes de subir a puerto, me ha pasado un excompañero del Terrassa, Samu Madrid, con quien ya me iré encontrando durante todo el sector. Va con cabra y buena carga aero, con la que coge ventaja en zona llana pero le penaliza en puertos y bajadas.

Las nubes que amenazaban lluvia durante la natación, al final han cumplido su amenaza y nos van regando intermitentemente durante el inicio del sector ciclista. No es una gran incomodidad pero si lo suficiente para dejar toda la calzada mojada y incrementar la precaución en las bajadas de los primeros puertos.

Al llegar al primero de ellos, marco un lap que irá desde ahí hasta el Km167, siendo el parcial más importante del IM. En ese parcial debo clavar una potencia media determinada y me debo concentrar en que así sea.

Y lo clavo.

Van pasando los kilómetros y los voy disfrutando a tope. Van pasando los puertos y los subo literalmente silbando, controlando vatios, y metiendo cadencia en todas las subidas. Me toca sufrir más en los llanos con mi bici clásica pero puertos y bajada las disfruto a tope.

A estas, la climatología ha cambiado radicalmente y está apretando el sol con fuerza. Sin quererle dar demasiada importancia en ese momento, no puedo dejar de pensar en el sector de carrera a pie y deseo que, tal y como ha hecho aparición el sol, decida esconderse tras las nubes cuando llegue a Platja d’Aro.

Casi sin darme cuenta, he pasado todos mis históricos baches: El km 110 y el Km 140; y ya estoy escalando las primeras rampas de Sant Grau.

Es un circuito duro pero, por suerte para mí (y me sabe mal compartirlo), no tengo ninguna sensación de sufrir.

Seguramente, he llegado mejor preparado en bici de lo que yo mismo creía y, lógicamente, mantener la potencia que Ramón me había definido, es la clave para no sufrir en un circuito de este calado.

Corono Sant Grau, un puerto precioso, y me concentro en la bajada pues me habían advertido que era peligrosa. Aunque bajo bastante bien, es imposible trazar rápido muchas de las curvas pues tienen tierra suelta y hay que bajar con calma para no dar un patinazo en alguna de las muchas curvas cerradas que se van descubriendo ante mí.

Este descenso nos regala una de las imágenes más bonitas de la carrera: Una foto 3D de las preciosas calas de la costa, con ese inmenso mediterráneo azul como fondo de pantalla, es uno de los magníficos recuerdos para llevarse de esta triatlón.

El posterior sube-baja por la costa Gironina nos lleva a Sant Feliu y, de ahí a Castell d’Aro, fase previa a la T2. Todo este tramo, ya lo hago muy tranquilo, bajando vatios y sin apretar nada.

Llegada al pabellón, pie a tierra y a por las zapas de correr.

Bajo la rampa y noto que corro muy fluido camino de dejar la bici en la barra. – Hoy es mi día -, me digo a mí mismo.

Parcial bici, 6h20’.

Salgo con la clara instrucción de llegar al primer avituallamiento sin preocuparme demasiado por la malas sensaciones que se suelen tener al inicio del cambio de segmento y, una vez alcanzado ese primer avituallamiento, y tras hidratarme y comer algo, empezar la maratón.

Arranco del avituallamiento y enseguida me doy cuenta que no voy fácil. Trato de colocarme en una sensación de ritmo cómodo pero, aunque voy viendo el 4’30-4’40 en el garmin (mi ritmo objetivo hasta el Km20-25), no hay fluidez en mi correr.

Por desgracia, el sol no ha querido esconderse y nos está cayendo un calor de justicia lo que me va haciendo mella. No hemos tenido calor remarcable hasta la fecha y menos para los que entrenamos a primerísima hora.

Más pronto que tarde, empiezo a utilizar el recurso del camitotro.. corro un rato y camino otro (vaya mierda de rima)… y cada vez cuesta más enlazar los avituallamientos al trote. En el tramo del paseo, me ducho literalmente en las duchas de la playa y engullo líquido y geles en los avituallamientos.

Y, pese a que no había previsto cascar en la carrera a pie y pensaba que era donde mejor iba a estar, soy capaz de darle la vuelta, aceptar la situación y perseverar en el camitotro, engañando al coco, y poniendo pequeñas metas que me permiten ir avanzando poco a poco.

Cuando amagan rampas en gemelos, paradita a estirar, y vuelta al trote tranquilo. Cuando tengo el subidón (a veces pasa, sin saber por qué), lo aprovecho y tiro a 4’40 lo que me deja el cuerpo… y así llego al Km25 aprox cuando, por fin, un manto de nubes da descanso a nuestra ya quemada espalda y desciende la temperatura.

                                                                    Yo, cuando podía correr


                                                                        Yo, improvisando bailes de guateque


A partir de ese momento, aunque ya no tengo fuerzas para ponerme a correr del tirón, el sufrimiento se reduce y cada vez voy viendo más cerca la meta, sólo quedan 12, sólo quedan 7, sólo quedan 4… ya lo tengo, ostias!

Subidón en los últimos kilómetros para apretar un poco mientras un tremendo diluvio se cierne de repente sobre nosotros..

La familia y amigos gritando a pulmón abierto desde una terraza cubierta mientras ya encaro la deseada recta de meta para dar por finalizada mi tercera triatlón de distancia Ironman, la más trabajada de todas.

Maratón en un 3h54’ del que, estando lejos de lo esperado, me siento profundamente orgullos.

Tiempo final de carrera: 11h34’58’’

Como digo, muy contento con el proceso que me ha llevado hasta aquí, con el trabajo mental para no rendirme en la maratón y con una carrera excepcionalmente organizada y con el mejor circuito de bici que he vivido yo.

Y lo mejor de todo, no he tirado la bici al trastero perjurando que no la iba a volver a tocar en meses! 😉

martes, 13 de octubre de 2020

On the road again!!



Ahora sí que si!!!

De este año no pasa, he decidido volver a la carga con el triatlón y ponerme las pilas de cara a afrontar una carrera larga, a finales de Mayo.

Si la pandemia lo permite, en breve me inscribiré e iniciaré los entrenos para la TradeInn 140,6; una triatlón en formato IM que se celebrará (repito, si la excepcional situación que vivimos lo permite) en Platja d'Aro el día 30 de Mayo del 2020.


Creo que lo exigente de la distancia puede ser un buen revulsivo para encontrar la motivación necesaria, sobre todo en los fríos días de invierno, y plantearme seriamente realizar la duras sesiones que se plantean en el horizonte.

Diez años y siete quilos más tarde desde mi último IM, son tiempo y materia grasa más que respetables para liarme en un reto de tal entidad pero, siendo como soy una persona orientada al reto, son estos objetivos complicados pero realizables, los que me suelen sacar de un estado de semi desidia en el que hace años ando inmerso (hablando del ámbito deportivo).

Vamos a tratar de compaginarlo con el resto de pilares fundamentales de la vida; a saber: trabajo, familia, ensayos con el grupo y tareas domésticas varias; para encajar las piezas del tetris de forma que nada se quede demasiado en el tintero.

La idea es, desde esta semana y hasta inicios de noviembre, ir retomando poco a poco la actividad física (vengo de 2 semanas completamente parado), con sesiones cortas cada dos días - máximo 1200m swim, 1h30 en bici y 30' run.

A inicios de noviembre y hasta febrero, un periodo de preparación general, sin sesiones largas todavía para pasar a un periodo más específico, de unos 3 meses en los que las sesiones irán ganando minutos al reloj.

Bien, veremos si puedo ir actualizando semanalmente el blog, compartiendo sensaciones y alguna que otra anécdota.

Vamos a por ello!!!   







miércoles, 20 de febrero de 2019

Valles Drac Race - "99 Red balloons"


 
Desperezaba el día con temperaturas cercanas al punto de congelación pero con un sol radiante que nos iba acompañar durante toda la jornada. Esto, junto a mis elevadas ganas de volver a participar en la versión larga de la VDR, formaban la combinación perfecta para que hoy acabara siendo una gran jornada. 


Mi logística para esta prueba es ideal ya que la salida se da a escasos 300m de mi casa con lo que puedo evitar los tediosos “efectos secundarios” que siempre acompañan a los momentos previos: salir temprano de casa, buscar aparcamiento, quedarte helado durante un buen rato, … y simplemente con salir ya engalanado y 10’ antes del pistoletazo, es más que suficiente.

Saludo a algunos conocidos y, en menos que se tarda en decir “pan”, se lanza la carrera.

La estrategia estaba definida y Ramón había sido bastante claro: - No estás preparado para “competir” los 48km de la carrera… - así de simple.

Después de haber reanudado los entrenos – tras el descanso de Diciembre -  los dos meses que llevamos acumulados, han servido para empezar a crear una nueva base y seguir progresando a nivel muscular y aeróbico; pero son todavía escasos para afrontar una distancia de este calibre a determinados ritmos.

Por lo tanto, las instrucciones eran muy concisas: Hasta el km28 a ritmo dominguero total y, a partir de ahí, a sufrir tratando de acelerar el ritmo hasta meta.

Pero claro, yo el tema ese del ritmo dominguero, en carrera y con la escasa cabeza que adorna mis hombros… como que no sé muy bien como gestionarlo.

Volvemos pues a la carrera:


Primeros metros y la gente sale a ritmo frenético. Seguramente el hecho de mezclar a los corredores por relevos (llegan a Mura y allí les toma el testigo otr@ compañer@ que finaliza en Terrassa) hizo que la velocidad fuera superior a la que debiera haber sido. Incluso Genis Zapater (crack que lógicamente venció de calle el domingo) hace el comentario en voz alta – Pero dónde vais a este ritmo! - …. Pero ahí no para ni el tato y, antes de llegar a Matadepera, ya se puede ver un grupo muy estirado. Antes de las primeras rampas puedo contar unas 30 o 40 personas ante mí al tiempo que soy consciente de que llevo un ritmo muy superior al que debiera y con la expectativa de ponerme a régimen en breve.

Pero los quilómetros van pasando y mi pulso, como medida de extrapolación al rimo, sigue por las nubes.

Km5, Km10, km15, km20…. Y sigo pasado de vueltas.

Honestamente, confiaba en estar mejor de lo que realmente estoy así sigo apretando dientes camino de Mura.

Tras una bajada fácil, se divisa ya el bucólico pueblo. Un espectáculo para la vista, ahí emplazado con sus casitas de piedra en mitad del parque… me encanta esta zona de la carrera.

Llego pues al segundo punto neurálgico de la cursa, donde me avituallo sin recrearme y continuo por el sendero que transcurre paralelo al río.. otra verdadera preciosidad.

Es el momento de encarar la subida larga, de unos 5Km y en la que, siguiendo las instrucciones de Ramón, debo intentar trotar hasta alcanzar las 175ppm… no más que eso.

Y ejecuto el plan cual autómata programado…. Pero va a ser que no!... no hay forma de subir pulsaciones, al llegar a las 165 tengo que ponerme a caminar, si o si…. Y empiezo a pensar que la carrera se me va a hacer larga hoy.

Efectivamente, sufro los 5km de ascensión hasta que el terreno se vuelve a poner plano, momento en el que echo a trotar nuevamente. Pero, ¡Ay, Carmela!, los gemelos tratan de escalar por mis ya fatigadas piernas… y sigo pensando que esto se va a hacer duro.

Por un momento, recorre mi mente el planteamiento de quedarme en el próximo avituallamiento, más al llegar allí, dicho pensamiento ya se ha esfumado de mi cabeza y ando solo concentrado en gestionar bien los recursos que voy obteniendo mediante la comida y la bebida y mantener a raya las rampas.

Como anuncia el título de la crónica, de los 99 globos rojos que acumuló el grupo germano Nena, allá por el 84, tengo la sensación de ir recogiendo un ramillete y me imagino a mí mismo como un gitano en la feria, de esos que venden Bob Esponjas, Peppa Pigs y Pitufos; y que tan felices nos hace a los padres cuando paseando con nuestros hijos, éstos último los divisan a no menos de 30m…

En fin, que sigo en mi mundo de concentración y parece que atisbo momentos de recuperación, que se van entremezclando con algún que otro amago de bloqueo muscular.


Por suerte, el terreno no muy duro… alguna rampa sin excesivo desnivel pero muy corrible en general.



Sin darle demasiada importancia a la distancia o perfil que tengo por delante, voy enhebrando avituallamientos y quilómetros hasta llegar a la última bajada que me escupirá por fin al Parc Audiovisual, desde donde enlazan los 2 últimos kms a meta.

Por ahí atrapo a Raquel, una amiga que ha venido a correr la de 24k y con la que después nos iremos a recoger nuestro particular trofeo en forma de cervezas y arroz, y cruzo el arco de meta custodiado por mis dos pequeñas Dulcineas.


Tiempo final: 5h40’ y posición 31.

Como conclusiones rápidas y lógicas:  Que efectivamente no estaba preparado todavía para la distancia y que, por lo tanto, la debería haber encauzado de otra forma. Pero, por otro lado, me llevo muchas cosas positivas como la buena gestión mental en los momentos de sufrimiento, que estoy (o así lo creo) en una mejor forma que a mismo momento la temporada pasada y que hay que seguir trabajando por este camino.

Como decía Laporta:  - ¡¡¡ Que no estamos tan mal !!!


PD:

Como siempre, un diez al Centre Excursionista de Terrassa por la magnífica organización de la carrera!

Con lo que cuesta montar este tipo de eventos y ni una coma fuera de lugar: avituallamientos numerosos y con diversidad, excelente marcaje del trazado y unos voluntarios fabulosos… más de 1000 inscritos entre todas las pruebas son la garantía de que es una cursa en la que vale mucho la pena participar… Ens veiem l’any vinent!

lunes, 18 de febrero de 2019

Crónica Trail Bisaura L 2018


¡Qué bien! El tiempo ha respetado los dos días precios a la carrera y, por lo tanto, no se esperan acumulaciones bestias de agua y barro.

Son las 5:30 y ya estoy en camino a St. Quirze de Besora, la temperatura es buenísima y hoy va  a ser un gran día para correr.

Aparco junto a la salida, poco ambiente y en un abrir y cerrar de ojos ya estoy clavando el dorsal en la camiseta. Unos 50’ antes de salir me doy cuenta de que no he desayunado! Bufffff… agaroo el bocata , le arranco la corteza y engullo la parte más tierna… en fin, ya tendré tiempo de comer durante la Trail.

Entro en el cordón de los corredores, intercambio un par de wats con Dani Charles, al que no ha habido forma de encontrar previamente, y me sitúo en la zona delantera de salida.


Un magnífico espectáculo, pequeño muestrario de Diables, deja paso a la cuenta atrás y se lanza la carrera. Como siempre, primer km más rápido de lo que mi sentido común dice debería ser, y los primeros que se van distanciando poco a poco en el horizonte. En el segundo kilómetro, los halos de luz de sus frontales ya se han transformado en pequeños puntos que siguen menguando al acrecentarse el gap entre ellos y yo.


Yo sigo corriendo algo por encima del ritmo que debería llevar durante los primeros kilómetros pero prefiero forzar que apalancarme en posiciones más retrasadas.

Al llegar al primer avituallamiento veo a Alex que ha venido a hacernos seguimiento y me canta posición 38. Todavía queda mucho por delante y el recorrido es muy rompepiernas. Pese a eso, soy consciente que estoy yendo más rápido de lo que debería y así continúo sumando tanto kilómetros como metros de desnivel y tratando de llevar una pauta adecuada de hidratación y nutrición.

La estrategia planteada de inicio era llegar al Km25 con el freno puesto para después, entre el 25 y el 42, ir ganando posiciones, mantener pulsaciones bajas en la subida al 50 y echar toda la leña desde ahí hasta meta. Una vez más (no aprenderé), no se ha cumplido en absoluto el plan y llego al Km25 preguntándome a mí mismo si seré capaz de acabar la carrera.


Aunque el circuito ha variado algo respecto ediciones pasadas, se mantiene la inconmensurable belleza de sus paisajes, la brutalidad de sus subidas (muchas a base de cuerdas y uso de las cuatro extremidades, la dificultad de algunas de sus enlodadas bajadas y las peculiaridades que hace de esta carrera una de las más recomendables del calendario (sus avituallamientos, con ratafía servida por camareros incluida, su perfecto marcaje y el calor de todos los voluntarios y organizadores, son algunos de los muchos factores por lo que merece la pena recomendar este Trail).



Creo recordar que en el Km25 me canta Alex que he mejorado un par de posiciones pero en ese momento pienso poco en ello y me concentro en ir sumando poco a poco… o, mejor dicho, en ir restando.

Parece que, ya incrustado en un ritmo adecuado y algo más de entereza mental, los kilómetros van transcurriendo mientras recupero y pierdo posiciones en un balance muy difícil de controlar.

Llego al avituallamiento de Salgueda y Alex me comenta que “sólo” quedan dos subidas, la de Bellmunt (que cree que debe ser dura) y la  que hay tras Santa  María de Besora.

Salgo, tomándomelo con calma, y encaro la primera de las dos tachuelas que me quedan por delante.

Por mucho que me hayan avisado, no imaginaba que iba a ser tan dura. La verticalidad del sendero es muy severa y hay momentos en los que blasfemo mientras me pregunto si el suplicio no va a acabar jamás.


Por suerte (y por lógica) sí que acaba y una zona de llaneo por otro paraje de gran belleza me permite poco a poco ir recuperado ritmo y entereza.

Durante la subida me han avanzado un par de corredores y creo recordar haber pasado yo a alguno pero la nebulosidad provocada por el esfuerzo hace complicado realizar operaciones matemáticas, aun tratándose de sumas de nivel P3.

Tras una bajada espectacular, llego a Sta. Maria de Besora donde vuelvo a encontrarme con Alex. En el avituallamiento me lo tomo con una cierta calma, bebiendo, comiendo y conversando para dar algo más de cancha mis maltrechas patas.


Alex me canta posición 30 o 32 y 6º veterano. Me cuenta que llevo a tiro al siguiente así que salgo camino de la última tachuela y últimos 6Kms teóricos de carrera.

La subida, de unos 2-3Kms se deja hacer; es dura pero lejos de lo que fue subir a Bellmunt. Al coronar empieza a vislumbrar a lo lejos una camiseta fluorescente, que debe ser el 5º veterano. A base de trotar donde se puede, caminar en terreno más duro y bajar fuerte, consigo darle caza y adelantarlo. Se le ve cascado (quién no lo está ya a estas alturas) y en 500m ya no lo veo tras de mí. Estoy ya sobre el Km52 y me lo tomo con calma pues los gemelos empiezan a escalar por mis piernas cuando troto en zona plana.

Estoy ya en el 53 y paro a estirar. El deterioro de mis gemelos avanza a pasos agigantados y todavía estoy en lo alto de la pradera, sin atisbos de Sant Quirze de Besora. – Uffff!!!! – me da a mi que los teóricos 53Km no están bien medidos.

Me cruzo con un caballero que me anima. A mi pregunta de cuanto queda, me contesta que nos está seguro pero que apenas 3Kms.

- ¡¡¡¡¡ Apenas 3kms !!!!!  - WTF!!!!!  Yo ya voy con menos de lo justo y todavía 3kms por delante.
- Por cierto, espabila, que ahí te vienen dos – Comenta jocoso el caballero.

Miro hacia atrás y veo dos corredores con los que he ido intercambiando posiciones. Puedo vislumbrar la sangre en su mirada así que toca salir por patas de ahí y sufrir el último rato, jajaja.

La zona de planeo, que me queda hasta encarar la bajada, se me hace muy dura. Puedo avanzar con algo similar al trote pero debo vigilar mucho pues los gemelos se suben, dependiendo de cómo coloco las piernas.

Llega la bajada y ahí, por suerte, la musculatura mayor me responde genial.

Llego a la zona más elevada del pueblo y escucho a los dos compañeros que vienen por detrás apretando para darme alcance. Acelero un poco más en el tramo de escalera que eme escupe a la calle principal y encaro por fin el arco de llegada deseando finalizar con el sufrimiento.


8h12’, 28 clasificado y 5º veterano.

Muy contento con el resultado y, sobre todo, con haberle podido dar la vuelta psicológicamente a los momentos difíciles hacia mitad de carrera.

Pese al suplicio pasado, y ya camino de las duchas, me sorprendo comentándole a Alex que ya hay información sobre la Valles Drac Race 2019…. Ay! Es que no aprendemos!!!.

jueves, 14 de febrero de 2019

Vuelta a la carga!!!!!!

Tras más de cinco años desde mi última entrada, me apetecía volver a relatar mis andanzas deportivas y, de alguna forma, usar este medio como proceso de reflexión y plasmar en qué aspectos ha cambiado mi vida durante este periodo.

En el ámbito no deportivo, muchas cosas sucedieron en este tiempo:

Cambiaba de trabajo al poco de hacer mi última entrada, adquiriendo nuevas responsabilidades y, consecuentemente, sacrificando algo más de tiempo en esta faceta laboral.

A inicios del 2014, moría mi madre tras un doloroso (como siempre en estos casos) y rápido proceso de deterioro debido a un tumor. Este episodio fue especialmente tortuoso para mí, sobre todo las semanas finales en las que compaginé mi desembarco en la nueva compañía con las noches viviendo en un hospital mientras mi madre se apagaba a velocidad de vértigo.

En el 2015 nacía Lara, nuestra segunda hija. Un torbellino de alegría y dulzura empacado en un minicuerpo decorado con una melenilla rizada y dorada. Ella, junto a Amaia, convertida ya es una proto-chica, forman el equipo que da sentido y resta tiempo, a partes iguales, a nuestras vidas.  



En el último año también hemos andado liados con las reformas en la casa de mis padres, situada en las bragas de Montserrat y donde estamos creando nuestro humilde paraíso de desconexión y relax para la familia.

 
Si pasamos a lo deportivo, que para eso es objeto este blog, hasta el 2017 todavía mantuve un ritmo aproximado de 1 triatlón por año.. no más que eso. Ni el tiempo disponible ni la motivación me daban para más. Basicamente me he dedicado estos años a perrear seis meses y a entrenar la otra mitad del año, poniendo mayor hincapié durante los 2 meses previos a la competición escogida en cada periodo.


 
El resumen de lo competido sería el siguiente:



2013: Duatló Nuria,    15Km St Llorenç Savall,    Du btt St. Vicenç Castellet,    Du btt Solsonés,    Du btt Cabrils.

2014 : Half triatló Lleida,    Half Vitoria, Transenyera ,    Valles Drac Race 48K,    St. Silvestre St. Cugat.

2015: Duatló Rubí,    Half Triatló Terres Ebre,    Matagalls-Montserrat.

2016: Half Triatlón Menorca.

2017: Mitja Marató Terrassa,    Half Triatló Empuriabrava.

2018: Valles Drac Race 24K,    Trail Bastions 72K,    Trail Catllaràs 28K,    Transenyera,    Trail 55K Bisaura.

Como se desprende de esta lista, se pueden llegar a varias conclusiones:

- Si hiciéramos una curva de competiciones realizadas por año, tendría forma de sonrisa (6 en 2013, 5 en 2014, 3 en 2015, 1 en 2016, 2 en 2017 y 5 en 2018). Esto seguramente mantiene una relación directa con la motivación y, parece que, tras el bache del 2016 y 2017, vuelvo a tener algo más de ganas a la hora de ponerme un dorsal y, consecuentemente, de entrenar.

Por suerte, desde inicios del 2018, cuento con la ayuda de Ramón Arias, quien pone un poco de orden en mi planificación y está consiguiendo con éxito equilibrar mis horarios, compromisos y motivaciones. En este año que llevamos trabajando juntos en las carreras de montaña, he notado una mejora sustancial sin tener que realizar sacrificios remarcables en mis otras prioridades vitales.
 
- El triatlón ha ido dejando paso a las carrera de montaña. De hecho, desde octubre del 2017 no he vuelto a subir en la flaca ni había vuelto a ver la línea azul en el fondo de la piscina (aunque en estas últimas semanas, estamos metiendo una sesión semanal para dar algo de vida a mi atrofiada zona muscular superior).
 
- Paulatinamente, las distancias de competición se han ido incrementando y son más adecuadas al tiempo que dispongo para entrenar pero, principalmente (no nos engañemos), a que los 45 tacos que me adornan invitan menos a sufrir los ritmos que se manejan en cortas distancias.
 
De momento me apetece seguir explorando el mundo del Trail. No es que sea bueno pero me siento cada vez más cómodo pisando terrenos accidentados y entrenando por parajes tan mágicos como Sant llorenç del Munt o Montserrat.
 
Creo que seguiré un par de años más en esta disciplina para, sobre los 47, volver al triatlón e intentar entrenar de cara a un IM sobre los 50 tacos cuando las peques ya no lo sean tanto y el tiempo disponible será (espero) algo mayor.
 

En todo caso, lo más importante es que, tanto a nivel familiar, deportivo y personal; mantengamos proyectos abiertos a medio plazo que nos hagan sentir vivos e ilusionados. Los consigamos realizar o no, la verdad es que poco importa.. lo realmente relevante, es el camino que pisamos entretanto.
 
Finalizada mi mierda coacher, paso a relatar lo acontecido en la última competición que realicé (ahora hace ya 4 meses): El Trail L Bisaura.



 

martes, 16 de julio de 2013

Cursa del Pedraforca - Deporte y emoción en estado puro



Ya lo había comentado en varias ocasiones en anteriores entradas pero, aun siendo consciente del riesgo de perseverancia cansina en la que caigo, la cursa del Pedraforca era algo a lo que me enfrentaba con una ilusión tremenda.

Creo que la última vez que había subido esta montaña fue allá por el año 2000, con Sandra. Recuerdo muy bien que estábamos ambos descansando en la cota más alta, tras lo que había sido una laaaaaarga ascensión, cuando apareció por allí un individuo calzando unas zapatillas de deporte. Su atuendo se reducía a una camiseta de manga corta, unos pantalones de atletismo y su único accesorio era una especie de riñonera que le permitía llevar en su cintura un bidón de ciclismo con unos escasos 500cc de agua.

Éste que escribe (por aquel entonces aun veinteañero), miraba atónito a través de los cristales de sus gafas de pasta a aquel individuo, sin poder entender como alguien había podido llegar allí sin botas de montaña, sin una gran mochila a su espalda y con tan escaso ropaje…

Inaudito! Aquel superhombre había subido al Pedraforca como un simple entrenamiento!!!!. Los escasos segundos que se mantuvo allí parado, bebiendo de su bidoncillo de plástico mientras mantenía la mirada perdida en el paisaje, antes de proseguir su saltarín camino hacia la tartera, quedaron grabados de por vida en mi memoria RAM.

En aquel momento deseé algún día poder ser yo el individuo que subiera allí desafiando al cronómetro aunque, en aquel momento, la forma física del chavalito que miraba estupefacto sentado sobre una piedra, difería bastante del necesario para tal proeza.

Muchos años han pasado desde aquella experiencia personal y tal deseo se había mantenido adormecido en mi interior hasta que el año pasado, gracias a haber iniciado nuestra experiencia como campistas en un camping situado a las faldas del Pedraforca, descubrí la cursa de Saldes. La llama de aquel reto aletargado volvía a encenderse y considerando que mi estado físico es radicalmente diferente al que tenía antaño, me plantee seriamente participar en esta edición.

Junto con el amigo Sergio, hemos dedicado estos dos últimos meses a hacer algún que otro entrenamiento más específico para preparar nuestros músculos a las exigencias del desnivel, muy diferente a lo que el triatlón nos tiene acostumbrados.

En carreras como la del Pedra, de nada sirve hacer 25 series de 1000 a 3:30, como entre la punta del pie al inicio de la zancada o si mantenemos el cuerpo ligeramente hacia adelante… aquí prevalece el tiempo que puedas mantenerte caminando mientras asciendes un desnivel del 30% apretando tus manos contra los cuádriceps, o lo rápido que seas leyendo el terreno sobre el que va a caer tu pie mientras desciendes, por no hablar de la técnica específica para bajar la tartera… nada que ver con lo anteriormente conocido para triatletas del tres al cuarto como nosotros…



Así que algunas sesiones por la Mola y por Montserrat nos dejaron más o menos listos para el gran día. En mi caso, el pasar algunos fines de semana en la zona C, me habían permitido entrenar incluso algunos de los tramos de la carrera, así que jugaba con cierta ventaja con respecto a Sergio..

Y por fin llegaba el gran día!!!!

Como pasa en las grandes ocasiones, la noche anterior había sido un tanto caótica: La sobreexcitación que le supuso a Amaia celebrar su segundo cumpleaños el sábado, nos tuvo en jaque toda la noche puesto que en sueños debió rememorar los chapuzones en la piscina junto a sus primos y amiguitas, los numerosos regalos que recibió o sus enormes esfuerzos para apagar las velas del pastel.

El tremendo vendaval que se generó la noche del sábado tampoco ayudó demasiado a mi descanso y me vi a las 3 de la mañana en el jardín recogiendo globos, cajas y restos de la fiesta de cumpleaños de mi primogénita.


En consecuencia, no escuché otro despertador que las llamadas telefónicas de Sergio a mi móvil mientras esperaba en la calle a que saliera…. Bufffffff!!!!! A correr toca!. Improvisando un almuerzo a base de restos de pizza del día anterior y alguna barrita, obsequio de alguna carrera ya olvidada, nos ponemos en marcha camino de Saldes mientras mi boca no es capaz todavía de vocalizar dos palabras seguidas con sentido.

Llegamos a pies del Pedraforca y el ambiente es ya efervescente. El multicolor típico de las vestimentas deportivas específicas de montaña llena la tranquila población de Saldes en el acontecimiento deportivo más notable para este pequeño pueblecito del Berguedà, de poco más de 300 habitantes.

La carrera en sí puede dividirse en 3 partes bien diferenciadas:

Un primer tramo, de unos 4,5 kms, separa a Saldes del Mirador de Gresolet (situado en la típica pista donde se aparca el coche para hacer la ascensión a la montaña) y en el que se puede trotar hasta el último kilómetro donde el fuerte desnivel nos obligará a caminar.

El segundo tramo, de unos 3,5Kms, sería la ascensión pura y dura hasta el pollegó superior.

Pasando por el refugio de Lluis Estasen, iremos ganado altura y desnivel hasta alcanzar el coll del verdet, donde la vegetación desaparece totalmente para dejarnos en una zona expuesta debido a la altitud (sobre los 2500 metros). A partir del collado nos espera algo menos de un quilómetro en el que deberemos echar mano a nuestra destreza como escaladores. No se trata en absoluto de una zona de alta dificultad técnica pero avanzaremos muy lentos usando las cuatro extremidades para ayudarnos a progresar. Tras un continuo sube-baja rocoso, alcanzaremos por fin la cota más elevada de la carrera (2.507m) e iniciaremos el tercer y último tramo de la carrera.

En este tercer tramo, protagonizado claramente por la impresionante tartera, nuestra técnica para bajar así como las reservas musculares que nos queden, determinarán en gran medida el tiempo que emplearemos en este tramo de descenso, que tiene una longitud total de 4,5Kms.

Un total de 13kms que darán para mucho y que es recomendable tomarse con cierta calma, sobretodo si se trata de tu primera danza con las carreras de montaña de verdad.

Situados ya tras la línea de salida, le deseo suerte a Sergio y, tras la cuenta atrás, el cronómetro se pone en marcha.

El ritmo de inicio es demasiado fuerte para mi gusto, pero con el fin de no perder demasiadas posiciones en el primer embudo que se crea tras salir del pueblo, intento mantener los dientes apretados en las primeras rampas. Como esperaba, el ácido láctico hace acto de presencia de forma prematura y el terreno que sigue no me permite hacer una limpieza adecuada de esa fatiga inicial. Antes de llegar al kilómetro de ascenso bestia que nos llevará al mirador, vienen un par de kilómetros donde se puede correr rápido y me obceco por mantenerme corriendo como si de un 10.000 se tratara… detalles que hay que acabar de pulir en el futuro.

Al trote llego al inicio del estrecho camino que me llevará al mirador de Gresolet desde donde se pueden admirar unas vistas increíbles del Cadí. El sobreesfuerzo previo se hace notar en los últimos metros antes de llegar al mirador pero la gente animando y gritando en este punto hacen que la tentación de parar a tomar oxígeno se quede sólo en eso, una mera tentación… Tomo referencias en el GPS al saltar la valla de madera que delimita el mirador: 32’… dos minutos y medio más rápido que mi mejor tiempo entrenando este intervalo.. pero no paro de pensar que llevo la musculatura muy justa para el tute que me queda hasta arriba.

Trotando llego a las escaleras que marcan el sendero hacia el refugio de Lluís Estasen e, inevitablemente, hago casi todo el camino hasta allí caminando. Alcanzo el punto de control en unos 39’, que es aproximadamente lo esperado, aunque en peores condiciones de las que había idealizado.

Tras el refugio viene una zona algo más favorable en la que se puede trotar y recuperar aliento, que falta va a hacer para lo que viene a continuación: 2,5Kms sin dejar de subir a una media del 30%.

Durante los próximos 43’ no aparto la mirada del suelo mientras me intento concentrar en avanzar de la forma menos dolorosa posible, apretando mis manos sobre los cuádriceps. En dos o tres ocasiones, en las que las fuerzas se desvanecen del todo, me veo obligado a parar a recobrar aliento. Son paradas de escasos 5-10 segundos que me permiten retomar un ritmo que se me antoja aciago, mientras trato de mantener la mente distraída, sin demasiado éxito.

Por fin, alcanzo el avituallamiento del Verdet donde, sin perder demasiado tiempo, trato de beber isotónico y comer algunas gominolas… algo de azúcar para el rato que queda hasta alcanzar el punto más alto de la carrera.

Prosigo por el sendero que nos llevará directos al inicio de la grimpada.



Hasta este punto lo había hecho entrenando en una ocasión, hacía justamente 1 mes. Más allá de este límite, tan sólo lo que mi memoria retenía de tiempos pretéritos y lo que había ido leyendo de crónicas de años anteriores.



Debo reconocer que había arrastrado hasta aquí arriba una cierta preocupación por esta zona más técnica del recorrido pero la organización había hecho un trabajo inmejorable marcando con una cinta de color fluorescente el mejor trazado a seguir durante toda el trayecto de grimpada/desgrimpada y en todo momento tuve la sensación de estar avanzando de forma realmente segura.




Junto al resto de compañeros con los que me ha tocado subir, avanzamos respetando en todo momento los espacios. Si uno se atranca un poco en una zona, el resto espera sin problemas. Si uno comenta que va muerto, el resto le anima a que siga adelante. El concepto competitivo es muy diferente del que estoy acostumbrado a vivir en los triatlones.



Animado en todo momento por diversos voluntarios alcanzo la cima del pollegó superior donde vuelvo a agarrar unas cuantas chucherías mientras mi vista busca rápidamente la desgrimpada hasta la enforcadura, punto que me preocupaba también notablemente.




La recordaba compleja y me imaginaba arrastrando el trasero por la piedra hasta llegar a la tartera pero, nada más lejos de la realidad… Me pareció sencillo descender de la cima hasta el inicio de la pedrera pudiendo incluso correr en algunas zonas.



Casi sin darme cuenta estoy ya resiguiendo la cinta que me indica el mejor camino para descender la tartera y enseguida estoy con el cuerpo casi horizontal intentando mantener el culo separado del suelo en una zona totalmente pelada de piedras y en la que hay que echar mano del derrape lateral para frenar la velocidad que la propia pendiente nos imprime.

Un par de culetazos y al fin diviso piedra suelta donde poder usar la técnica de descenso de tartera que muchos años atrás me enseñaron amigos como Kiku, David o Jordi, muy experimentados en zonas montañosas.



Por suerte, me han quedado algo de reservas en los músculos de las piernas y puedo disfrutar como un loco bajando la tartera a base de saltos mientras mis talones se clavan y deslizan justo antes de volver a saltar en busca del siguiente montón de piedras a arrastrar. Con la emoción del descenso, no puedo evitar algún que otro deslizamiento traseril al hallar zonas peladas de piedras pero, a estas alturas, nos son más que anecdóticas formas alternativas de progresar en el descenso.

Se acaba la diversión y me adentro en el sendero por el que tocará correr hasta alcanzar nuevamente Saldes, a unos 3 Kms del final de la tartera.

En este último tramo ya no noto las piernas… simplemente fluyen, sin atisbo de dolor ni de fatiga. De vez en cuando noto como una de ellas pierde la solidez y el cuerpo me hace un extraño mientras trato de recuperar el equilibrio y evitar la caída. En una ocasión simplemente no lo consigo y acabo con el cuerpo en plancha, cual futbolista festejando un gol en meta contraria.

Viviendo esa sensación jamás experimentada previamente en la que tengo la impresión de que en cualquier momento llegará el fallo muscular pero, como como si me hubiesen administrado anestesia en las piernas, me mantengo corriendo a ritmos cercanos a 3’30’’/km; empiezo a escuchar aplausos y la voz del speaker que llegan a mis oídos cada vez de forma más clara.

Efectivamente, sin acabar de ser todavía consciente de lo que me falta para llegar a meta, una curva a la izquierda me escupe directamente a la calle donde se encuentra el arco de llegada.

Y, pese a la notable cantidad de carreras de media y larga distancia que llevo en mi breve pero intensa carrera triatlética, ese hinchable en forma de arco al que me dirijo en estos últimos metros hoy en Saldes, supone uno de esos retos personales que a uno llenan de felicidad, uno de esos logros que siempre guardaré en mi bolsillo de “cosas que realmente me han llenado” y que, a menudo, nada tienen que ver con marcas ni posiciones.

Espero a que llegue Sergio, también al límite muscular, para tomar la merecida cerveza y comentar la epopeya… sin duda, una gran éxito en nuestro estreno montañero.

También han corrido la carrera dos compañeros más de la sección: Enric Grau quien, pese a su corta edad, ya es un experimentado corredor de montaña y Albert Grimaldo que, engañado de forma vil por Enric, no sabía ni donde se metía… jajaja… en todo caso, acabó sin mayores problemas el recorrido.. incluso con zapatillas de correr por asfalto!.

Muy satisfecho también por el tiempo invertido, 2h11’34’’ y la posición 47 en la clasificación general…. No se puede pedir más.

En este año de receso triatlético, creo que el próximo objetivo puede estar en la Duatló de Núria, otra de esas que llevo años deseando hacer, desde que hace ya mucho tiempo, empezaron a organizar unos amigos del Centre Excursionista de Terrassa…


viernes, 28 de junio de 2013

X Terra Berga - Corre, dijo la tortuga



Mi primer contacto con la montaña estaba planificado para Berga. No se trataba en absoluto de algo a lo que esté acostumbrado – ni siquiera tengo btt – pero me hacía una especial ilusión por la novedad de la disciplina, la zona donde se desarrollaba la carrera y por el rollete que habíamos creado con el resto de compañeros que iban a participar en la carrera.
No obstante, un proceso bacteriológico a falta de una semana de la carrera me dejó KO físicamente. Unos cuantos días parado, algunos con fiebre, y toda la semana de antibióticos no parecían ser un buen preámbulo para enfrentarme a una carrera tan dura como la planteada en Berga.

Y así fue, no hubo milagros, ni tan siquiera funcionó aquello de “Tranquilo, tú estás en forma! Sin apretarte a tope, seguro que puedes hacer una buena carrera”… en absoluto… los mortales como yo, si no estamos bien físicamente y no entrenamos lo suficiente, no somos capaces de meternos un X-Terra entre pecho y espalda.

Así que la crónica resultante resultará un tanto breve, :))))))))))).

Bajamos Sandra, Amaia y yo a Berga desde el camping para dejar la bici y echar unas risas con los compañeros: Martí, David, Jordi, Ferran i Pere para, tras enfundarme en el neopreno, dirigirme a la rampa de acceso al pantano de la Baells….

(Abro paréntesis reflexivo)

Cómo me gusta este lugar para nadar!!! De hecho es mi pool de entreno durante el mes de Agosto.




No hay mejor sensación que plantarse temprano frente al pantano y empezar a bracear tranquilo entre sus cálidas aguas. Tanto sólo como en compañía de algún amigo que quiera acompañarme, es una de esas experiencias por la que uno hace deporte.

(Cierro paréntesis bucólico)

Así que, tras la élite, nos metemos todos en el agua. En estos días es una pasada participar en un triatlón que ronde las 150 personas y realizar una natación con tan poco personal se ha convertido en un lujo absoluto.


Se lanza la carrera y nado hasta la primera boya tratando de mantener un ritmo cómodo lanzando la cabeza a un lado cada tres brazadas pero, tras alcanzar este primer objetivo, me doy cuenta que soy incapaz de gestionar el oxígeno como de costumbre así que no me queda otra que seguir avanzando incrementando mi frecuencia de respiración a dos brazadas.




De esa forma consigo encontrar un ritmo más cómodo y mantener mis pulsaciones a raya durante el resto de la natación.

A medida que van pasando los minutos, el grupo con el que he ido danzando los primeros 500 metros se va quedando atrás y voy abriendo un agujero con respecto a ellos mientras la rampa se va acercando a la vista.

Acabo el parcial contento pues, aunque no tengo referencias de tiempo, he acabado dignamente pese a las pocas horas que le he podido dedicar a la natación últimamente.


Tan pronto me pongo en pie e inicio el sprint rampa arriba, me doy cuenta que voy más ahogado de lo normal. Doy la vuelta a los boxes para llegar a la bici y, entre guantes, calcetines, buscar oxígeno, zapatillas, etc… creo que he estado tanto tiempo transicionando como nadando…

Corriendo con la bici al lado salgo de boxes para saltar sobre el sillín en el lugar indicado por el juez e inicio mi parcial ciclista…

Primera rampa, todavía no las de mayor desnivel, y llevo el corazón en la boca. Se me llenan las piernas de ácido láctico y no puedo hacer nada más que pedalear a molinillo intentando enfriar los pistones.

Pero no hay forma. Llego a las rampas más duras donde no me queda otro remedio que bajar a caminar y así, mediante ese método tan glorioso, paso cada una de las tachuelas que la organización ha dispuesto en el inicio del segundo sector.

Por fin, una zona menos exigente y busco estabilizarme pensando en todos los kilómetros en ascensión que todavía tengo por delante.

Llego a una zona asfaltada donde aprovecho la estela de un par de corredores que me pasan para alcanzar a Ferran, quien me ha pasado haciendo la transición pero, enseguida que abandonamos la carretera y pasamos a la pista de tierra, mis piernas siguen sin ser capaces de dar pedales en una situación asumible entre el sufrimiento y la comodidad.

Llevo un ratito planteándome a mí mismo el abandono y, todavía sobre el km 6, sin ni siquiera adivinar un momento de recuperación, decido levantar el pie y dar media vuelta camino de Berga. Hoy toca ver los toros desde la barrera y mantener cierta motivación para volver aquí el año que viene a recuperar lo que hoy he dejado pendiente.

Una vez en la ciudad, y tras conseguir que me dejen aparcar la btt en los boxes, me voy a almorzar con la familia para, seguidamente, animar a los competidores que inician su periplo a pie camino del Santuari de Queralt.

Ni que decir tiene que los compañeros del CNT realizaron una magnífica actuación, algunos de ellos subiendo al podio por grupos de edad… tengo mucho que aprender de ellos en cuanto a este mundillo de las ruedas gordas.

Al menos, el hecho de no haberme dejado la vida en Berga, me permitió al día siguiente realizar en modo ca-co (caminar - correr) el tramo de la carrera del Pedraforca que va desde Saldes hasta el mirador. Unos 4kms de ascensión con un desnivel medio del 7% y con un tramo final de más del 20% en el que hay que ir apretando cuádriceps para dar impulso al cuerpo.


El regreso, por el mismo camino, me devolvió al coche tras una horita de satisfactoria relación con el Cadí y un ritmo medio de 7,5’/km… creo que todavía estoy contaminado por la costumbre asfáltica de cantar los ritmos de entreno, jajaja….

Esta carrera, la del Pedraforca, es el objetivo a corto plazo que más me motiva. No es mi especialidad, ni tan siquiera se me da demasiado bien ponerme a subir rampas al 25%... pero hay una serie de anécdotas acontecidas en mi juventud que hacen de esa carrera algo especial.


En fin, el 14 de Julio espero estar en Saldes preparado para los 13kms que nos vomitarán nuevamente en el pueblo, no sin antes haber alcanzado el pollegó superior de esta emblemática montaña…