jueves, 15 de noviembre de 2012

Imágenes de un amanecer en La Mola...

Últimamente se está convertido en habitual el sacrificio de unas apetecibles horas de sueño del domingo para hacer una ascensión temprana desde Can Robert a la Mola al tiempo que el sol se despereza tras las colinas Vallesanas.

El ascenso lo hacemos dejando el coche en Can Robert y, tomando el camino más directo posible vamos ganando altitud combinándose algo de pista ancha en la zona de Can Poble con mucho sendero estrecho, alguna que otra zona rocosa más complicada en la que se hace casi necesario el uso de las manos y un tramo final del Camí dels Monjos. No está de más aclarar que dicha ascensión la realizamos mayormente caminando.. no dan las pilas para más.

Transcurridos unos treinta minutos se alcanza la cota más elevada, el Monasterio de Sant Llorenç. Admiramos por unos instantes la hermosa vista que desde allí se divisa, echamos alguna que otra foto de rigor e iniciamos un divertido descenso volando entre piedras y raíces, vigilando no hacer una pisada errónea que nos produzca una dolorosa torcedura y llegando al coche tras veinte minutos en los que no hemos dejado de emanar adrenalina por todos los poros de la piel.

Por el momento he podido disfrutar de dicha actividad en compañía de Sergio y Carlos pero supongo que, a medida que el entreno se vaya repitiendo, un mayor número de comensales se unirán a la mesa.

Ahí dejo unas fotos, obra maestra de Sergio, quien es un verdadero artista con un móvil en las manos….

Carlos, cual escalador de grado alto pasando algun tramo más técnico



Siluetas de Sergio y mía, yo con una pose bastante chulesca.. por cierto, jeje 



Último tramo empedrado antes de alcanzar el Monasterio



Carlos y yo tomando aire para afrontar la bajada.



Preciosa panorámica con el Montcau forrado en algodón.




Recuperado el aliento, dos amigos... sin dorsal, claro! ;)


martes, 6 de noviembre de 2012

Dando un garbeo por Saldes



El pasado domingo decidí salir por la montaña con la intención de ir conociendo la zona en la que "residimos" algunos fines de semana, desde que invertimos en la caravana+accesorios que hemos dejado instalada de forma fija en el camping "el Repós del Pedraforca".

Hace unos meses descubrí que en Saldes, a mediados de Julio, tiene lugar una cursa de montaña en la que los participantes suben al Pedraforca partiendo desde el pueblo y descendiendo por la tartera.

Llegado a este punto del relato, debo decir que del Pedrafoca tengo unos recuerdos especiales pues la primera vez que pisé esa emblemática montaña fue en compañía de Kiku.
Él sentía la montaña de una forma extraordinariamente especial y así lo transmitía a cada paso que obligaba a dar a este, por aquel entonces, gordito fumeta del tres al cuarto.
Con él viví buenas (y no tan buenas) experiencias por los montes de Dios pero, por algún motivo que desconozco, se me han quedado grabados de forma especial algunos episodios de las subidas que realicé con el al Pedra.
Diez años después de que decidiera plantar tienda fija en aquella ladera alpina del Montblanc, parece que pisotear las veredas del Pedraforca, me devuelve su recuerdo y me esté acompañando en algunos tramos... eso lo mantiene vivo y eso sigue haciendo a esa montaña tan especial para mí.

Es por ello que la cursa del Pedraforca me llamó la atención y buscando información acerca de ésta, encontré el track de la carrera que descargué en mi Garmin con la intención de recorrerlo.

Así que pensé que este domingo era un buen día para salir a reconocer un tramo de la carrera y así, como digo en el primer parágrafo, impregnarme un poco más de la zona que rodea al camping.

Con el cambio horario desperté al salir el sol, me atavié con ropas técnicas pues los 0ºC que marcaba la sonda de temperatura del coche invitaban a ir bien tapadito y recorrí los escasos 5minutos en coche que separan el camping de la plaza Pedraforca, en Saldes.

La carrera sale desde esta plaza y recorre un circuito circular tomando el sendero de Gressolet (conocido como "el Camí de la Costa") que nos conduce hasta el mirador de Gressolet pasando por Can Costa. Atravesando la pista de Saldes al Collell, nos plantamos en el refugi de Lluis Estasen y, a partir de aquí, coll del Verdet, ascenso al pullegó superior y bajada cagando leches por la tartera directos a Saldes.
En total son unos 13kms que un animal llamado Just Sociats tiene como record en 1h37'.... Todo mi cariño para Just, emblema atlético y referente para los que vivimos en Terrassa.



Mi  intención es hacer sólo un tramo del circuito y parto desde la plaça trotando los primeros 200m hasta que una rampa encementada me pone en mi sitio, iniciando mi ritmo de caminante no hay camino...

A través de unas escaleras alcanzo una ermita (creo que se llama Santa María) y primera foto de rigor:




Pasada la ermita, enseguida me encuentro en el bosque donde enormes pinos me protegen del brutal viento que azota desde ayer la comarca del Berguedà. El frío es notable y ni buff, ni guantes, ni windstopper sobran en ningún momento.


El camino se va endureciendo y hay que echar mano de la técnica de subir apretando las plamas contra las rodillas encorvando el cuerpo hacia el suelo...acción que me hace ver cosas curiosas en el estrato...


Qué bonita... con esto más de uno se ha hecho rico pintando cuadros.

La visión del Pedraforca es cada vez más cercana y el camino se va volviendo más empinado y salvaje.


Un par de despistes más tarde alcanzo la zona del mirador de Gressolet desde donde se obtienen unas vistas espectaculares de esta zona del Cadí:



En este punto estaría justo en la pista del Collell, o sea que he recorrido 4,5Kms desde Saldes con un desnivel acumulado de unos 320m, la gran mayoría realizados en el último kilómetro y medio.


Si continuara la carrera, ahora debería pasar por el refugio y, a través del Verdet, subir al Pollegó superior de la montaña para hacer una bajada relámpago hasta Saldes a través de la tartera.... Según mi entender, todavía faltaría lo más duro del circuito.

En fin, por hoy ya he tenido suficiente subida y volviendo sobre mis pasos (nuevamente con algún que otro despiste de navegación) deshago el camino y regreso hasta el coche para dirigirme nuevamente a mi recogimiento espiritual del camping, donde nos mantendremos durante todo el día rondando los 0ºC.

Parece que esta semana ya han caído las primeras nieves sobre el Pedraforca así que veremos cuándo se have viable un reconocimiento de la segunda parte del circuito... Por el momento queda a modo de proyecto.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Descanso, el “otro“ entrenamiento…. a menudo, muy a nuestro pesar



¿Cuántas veces hemos leído o escuchado cuán importante es alternar descanso con entrenamiento? No!, no hace falta dar un número exacto pues se trata de una pregunta retórica. Pero lo que sí es seguro es que esta afirmación forma parte del discurso deportivo de la mayoría de entrenadores o escritos especializados en la materia.


Durante las diversas fases en las que dividimos la temporada (hay multitud de alternativas dependiendo de los planteamientos personales), todo aquel que entrena con un carácter competitivo y con un cierto conocimiento acerca del funcionamiento fisiológico de nuestro cuerpo, debe incluir descansos tanto en las micro fases (diarias, semanales, etc…) como entre las fases propiamente dichas (volumen general, precompetitiva, competitiva, etc…).

Todos estos descansos, puestos en el sitio adecuado, crean el balance justo para que nuestro cuerpo asuma las cargas, se adapte a ellas y “progrese” debido a esta propia adaptación. Por otro lado, crear ese equilibrio entre esfuerzo y descanso es fundamental para evitar lesiones y sobre entrenamientos, tan tristemente comunes entre deportistas populares como nosotros.


En fin, todo esto ya lo sabemos y está muy bien… ¿pero qué pasa al finalizar la temporada?, ¿cuál sería la mejor fórmula para pasar de una temporada a la siguiente?.

Yo diría que tampoco existe un procedimiento fijo que funcione perfectamente para cada uno de nosotros. Dependiendo de cómo haya sido la temporada de dura, de nuestra capacidad personal de recuperación, de nuestra motivación a estas alturas de la temporada, etc, etc, etc, … podemos movernos en un abanico amplísimo que va desde no hacer nada de descanso hasta necesitar una regeneración total durante varias semanas. Entre esos extremos, nuevamente una multitud de alternativas a escoger…

En mi caso el periodo de transición suele durar unas cuatro semanas y aunque año tras año voy introduciendo pequeños cambios que creo que pueden minimizar los “efectos secundarios” de estas semanas de parón, siempre suele seguir los mismos parámetros: Tras la última competición realizo una semana con sólo 3 sesiones cortas (una de cada deporte), a continuación otra semana de tocamiento absoluto de bolsas porta-espermas (o sea que no doy ni un solo paso más del necesario para llegar de la cama al coche y del coche a la silla de la oficina), seguidamente vienen otras dos semanas similares a la primera, o sea, una sesión de cada deporte muy suave… y vas que te estrellas.

Hay algunos efectos que van intrínsecos al descanso y que, además, son los que se persiguen con esta regeneración: Cierta reducción de forma física, pérdida de masa muscular, incremento de peso (en forma de culo, barriga y michelines), atontamiento general de músculos, articulaciones, etc… Por otro lado, el reset mental sería el factor más relevante a nivel psicológico.

Normalmente consigo todos los efectos aunque algunos de ellos, a mi entender, escalados por encima de lo necesario.

Cada año regreso al entrenamiento con una pesadez brutal a la hora de ponerme a correr, es como si la gravedad que me empuja contra la tierra fuera de 30m/s2, en lugar de los 9,8m/s2 con la que nos machacaron en física durante nuestra faceta estudiantil. Ligado a esto me paso unos meses sufriendo molestias en soleos, tibias, rotulas, etc, etc, etc…

Y ahora que pienso, ¿es posible que esa pesadez a la que me refiero en el parágrafo anterior tenga una cierta relación con el hecho de que suelo engordar unos 4-5Kgs tras este descanso?... mmmmm… supongo que la respuesta sería afirmativa.

En fin, entre las variaciones y objetivos que he incluido este año al presente periodo de descanso están el incluir un poco de pateo por la montaña cada semana (excepto esa en la que paro del todo) y no pasarme demasiado con la comida. Creo que con ello mantendré la estructura muscular y ósea un tanto más resistente que antaño y el objetivo de no pasar de los 62 Kg (3 Kg por encima del peso en periodo competitivo) me tiene que ayudar a no tardar tanto en coger la forma corriendo.


Otro de los aspectos que me gusta introducir durante el inicio de la temporada es realizar entrenamientos que se escapen a los típicos que me tocará realizar una vez esté más metido en el tajo.


Algunas de las cosas “no – típicas” del resto de la temporada que estoy haciendo son las saliditas a respirar naturaleza. Tras adquirir unas zapatillas específicas de correr por montaña, en compañía de mi cuñado Marius, nos lanzamos a la conquista del Pedraforca desde Saldes y pasando por el refu de Lluis Estasen… Puesto que teníamos un tiempo reducido, las princesas esperaban en el cámping y las rodillas de Màrius no están para mucho trote, dimos media vuelta al llegar a la tartera.. pero una experiencia muy guapa que no tardaré en repetir.




A continuación, premio bien merecido de manos del artista culinario… mi cuñado, claro!



Haciendo alarde de alto dominio del diseño gráfico, mantengo su cara en el anonimato para evitar que las masas hambrientas le asalten por la calle...


Otra de las cosas nuevas que estoy haciendo es subir a cara perro desde Can Robert a la cima de la Mola, improvisando la subida por un sitio diferente cada semana. Buenas sesiones breves que me dejan las nalgas doloridas por un par de días.




En referencia a los pedales, como norma general, aparco la bici de carretera durante este periodo y me suelo dedicar a salir en btt pero este año he decidido que casi no sentaré el trasero en el sillín de la gorda. El año pasado el amigo Quique me prestó muy gentilmente una suya que he tenido durante un año así que me parece demasiado morro que siga aparcada en mi trastero para darle un uso tan precario. Por otro lado no le encuentro la gracia a la mtb, por mucho que lo intente.

He llegado a la conclusión de que tan sólo me siento cómodo por pistas sencillas así que, teniendo en cuenta que tampoco tengo presupuesto para invertir en una btt, he decidido montarme una bici hecha de retales que sea ligera y que me permita andar por carretera y por pistas sin demasiada piedra suelta… Estoy hallando algunas dificultades técnicas pero, si lo consigo, prometo fotos del engendro.


Algún que otro partidillo de futbol y alguna salida con los compañeros de piques sobre la bicis de broma, dan complemento a esta fase de retiro físico y espiritual.


Un calé paró al lado del bar para meterlas todas en la fregoneta

La semana semana ya regresé al plan de entrenamiento (más o menos) diario aunque, por diversos motivos, no he podido todavía regresar a la rutina… todavía hay mucho por delante y tiempo habrá para todo.


A destacar el viaje express que hicimos Sandra. Amaia y yo a Chamonix, para visitar a nuestros queridos Cindy, Carles y el pequeño Teo. Un lugar que no conocíamos y que nos pareció absolutamente impresionante… un pequeño paraíso rodeado de naturaleza en estado puro.



En escasos dos días nos dio tiempo de un poco de todo:

Visitar la ciudad:





Pasear por las llanuras, cual Heidi…:





“Festejar” con el futurible novio Franco-Alpino:




E incluso, poner orden en el avión de regreso…

Un viaje francamente recomendable que nos gustaría repetir con la llegada de las nieves. Los caminos por los que salimos Carles y yo a medio correr, medio caminar; cubiertos de nieve, deben ser acongojantes… No me extraña que Kilian Jornet tenga su residencia en Chamonix!.


Y con esto y un bizcocho….

lunes, 1 de octubre de 2012

Sailfish Berga... y tamporada 2011-2012 al bosillo!

Después del largo vacío prosaico en el que he dejado inmerso al blog, regreso para resumir lo que ha dado de sí el periodo post-Zarautz en el que no he desconectado en absoluto de mis labores triatléticas.

Aunque mi temporada, tras cruzar la meta en Zarautz, ya contabilizaba con 11 meses de entrenamiento tras de sí; el subidón obtenido con la buena carrera por tierras vascas; me hacía buscar algún nuevo pretexto para seguir castigando un poco más al cuerpo. Entre unos y otros, llegamos a la conclusión que el Sailfish de Berga podría ser un buen punto y final para la temporada 2011-2012. Y así fue como, en pocos días, estábamos algunos de nosotros inscritos ya en la prueba y lanzándonos los primeros cuchillos vía virtual (léase mails, watsapps, etc, etc…).

Una buena noticia era el regreso de Jordi Fabra al escenario competitivo y, por qué no decirlo, un buen aliciente para todos. Si bien, en distancias “cortas”, la natación le condiciona bastante; en el caso de larga distancia sus brutales parciales de ciclismo y carrera a pie, igualan con creces el tiempo perdido en sector acuático. Así que, aunque tras pasar algunos momentos de dudas por no tener tiempo suficiente para preparar la carrera, finalmente se decidió y estaba entre los inscritos en Berga.

Algunos de los compañeros de fatigas, como Alex y Sergio, no formarían parte del coro de voces para este concierto… compromisos familiares o falta ya de motivación en una temporada muy larga, dejaban fuera de juego a ambos contrincantes; mientras que el siempre combatiente Carlos no fallaba y se pasaba dos meses pedaleando sobre una especie de broma metálica (algo similar a una california BH) a medias espectaculares desde que una fractura en el eje pedalier de su Kuota, le obligaba a aparcarla en el taller durante muchas semanas.



Tras la fantástica experiencia en Zarautz, vinieron unos días de descanso y la gran sorpresa de resultar ganador del concurso de relatos organizado por BH cuyo premio resultó ser una fabulosa BH Speedrom 7.1:


(Mas Feliu que una Perdiu con el premio)

Algo más de tres meses por delante hasta el Sailfish de Berga, tiempo más que suficiente para meter un ciclo de volumen y calidad pero tiempo más que suficiente, por otro lado, para minar la motivación y espíritu de sacrificio necesarios para conciliar los entrenos con la familia, el trabajo, etc…

Para darle algo de diversión al asunto, incluía un par de competiciones en la planificación: la Aquatló de Creixell y el Triatlón olímpico de Banyoles. Sin poder afirmar que me aportaran nada especial, al menos cumplieron su función y me sacaban de la monotonía de tanto entreno en solitario.



Foto salida Aquatló Torredembarra-Creixell


 Ultimos metros de sufrimiento en Banyoles Olímpico

Un par de semanas antes de la cita en el Berguedà, obtenía uno de los “caprichos” que hacía tiempo perseguía: unas nuevas monturas que le dieran un aspecto más “fiero” a mi flaca…. Las Reynold Assault han conseguido el efecto con creces!:



Y con las fuerzas mentales ya en reserva llegaba por fin la ultima cita de la temporada: El Saifish de Berga.

La competición, al igual que la mayoría de carreras largas, no empieza el domingo a las 10am. Empieza unos días antes analizando el parcial ciclista sobre el papel (y parte del recorrido in-situ aprovechando que estamos instalados todo el año en un cámping cercano) pero, sobretodo unas horas antes cuando en compañía de Sandra, Amaia, Merche y Carlos nos acercamos a cenar a Berga la noche anterior.
Tan sólo he necesitado hacer en coche una pequeña parte del circuito a pie para comentarle a Carlos una premonición: - Mañana van a haber más pedos que en un hospital de ancianos!.

Si ya había pensado reservar un poco en bici ya que en los últimos meses no he podido hacer tiradas largas, ahora la estrategia cobra una nueva y reveladora dimensión: “O levantas mañana el pie en todo momento o no acabas la carrera”.

Al despertar sigo manteniendo el pensamiento firme pero nada más llegar al embalse hago caso omiso a mi intención original y me coloco dentro del agua en primera línea, junto a los pros…  Menudo gañán, jajajaja!



Salida un tanto rupestre y, sin demasiado estrés durante los primeros metros, tengo la gran suerte de compartir todo el camino hasta la primera boya con un individuo que se encabezona en tirarse sobre mi constantemente machacándome a golpes a cada brazada. Tras cinco minutos recibiendo cíclica y repetidamente una colleja cada 5 segundos, decido pararme, dejarlo pasar observando como se desvía hacia la izquierda y con un correcto y educado “vete a la mierda!” encaro, ahora mucho más tranquilo, la línea que me separa de la segunda boya.

En todo momento nado sin pies por delante, bastante solo aunque relajado. Pasamos bajo el puente de la carretera y me sorprende ver lo lejos que han colocado la boya con respecto al gráfico de la web… -Esto se va a hacer largo -, me digo para mis adentros.
Una vez pasado el puente veo que llevo a mi derecha a la Patri, señal que estoy haciendo una buena natación y, aunque los últimos 500 metros se me hacen eternos, la mantengo a la vista en todo momento como referencia.

Anormalmente cansado salgo del agua e inicio la larguísima transición hasta localizar la bicicleta.  Dejo todo el material dentro de la bolsa, doy un beso a Amaia que me mira con cara de “pero qué narices está haciendo mi padre?” y salto sobre mi flaca para iniciar el circuito ciclista.

La natación ha resultado claramente más larga, unos 2200m aproximadamente. El tiempo de 32’50’’, sobre 1’30’’, no es para tirar cohetes pero en una carrera tan larga la relevancia de la natación no es muy notable. Estoy sobre la posición 50 en ese momento.

Los primeros 2 kilómetros contienen algún tramo que sube de veras y alguno que otro empieza a acumular gramos de ácido láctico en las piernas. A partir de aquí viene un terreno muy favorable para acoplarse y rodar muy rápido donde me concentro en repetir mi máxima “reserva, reserva, reserva” cada vez que me pasa alguna cabra a una velocidad que roza el insulto.



Llegados a Puig Reig empiezan unos 12kms de subida constante hasta llegar a Espunyola. No dudo un solo instante en quitar el plato y rodar con cadencia. Mejor perder algo de tiempo que empezar a clavar cuádriceps.

Segunda vuelta manteniendo la misma filosofía de reserva energética, me pasan algunos y yo paso a otros… el balance ligeramente a mi favor. Como, lógicamente, tampoco he andado dormido sobre el manillar, noto que las piernas ya no van tan frescas como en la primera vuelta.




A falta de 5Kms escucho como otra bala se acerca por la retaguardia, pero esta vez, al sonido de las ruedas de perfil le va unida una conocida voz:

- Ya te tengo!

Giro mi cabeza y no puede ser otra que la cara de kamikaze de Jordi Fabra la que se proyecta sobre mi pupuila…

Son estos últimos 5kms los más divertidos del circuito. Ambos nos vamos avanzando al tiempo que, con cada “relevo” nos inferimos unos cariñosos insultos el uno al otro, jajajaj


Momento en el que Fabra me rebasa (a mi y a otro que andaba por delante de mí)

Cuando va por delante, el tío tira como un animal y tengo que apretar dientes en alguna ocasión para mantenerlo a vista y poder llegar junto a él a boxes. La última rampa antes de encarar la transición está repleta de gente animando a ambos lados de la calle, una imagen para el recuerdo, sin duda.
Subimos fuertes y con un movimiento caótico para conseguir sacar los pies de las zapatillas en los escasos metros que quedan antes de alcanzar la línea de juez, nos metemos rápidamente en la zona de boxes.

Cambio de zapatillas y salgo, no sin dejarme las gafas de sol, unos segundos antes que Jordi. No tardará en alcanzarme.

He invertido 2h38’ en completar el circuito ciclista, incluidas transiciones… más rápido de lo previsto. Habré adelantado unas 10-15 posiciones sobre la bicicleta y estoy situado en algún puesto rondando el 35 ó 40.

Los primeros kilómetros a pie son siempre una incógnita y se hace necesario realizar un auto-escáner para comprobar qué tal funciona todo. En mi caso llevo buenas sensaciones y, al poco de salir de boxes, nos cruzamos con Hermies que nos debe llevar no más de 2 kms de adelanto.

- Ya te tenemos!, le grito riendo mientras veo que su cara no es de las mejores que le he visto en carrera.

Llevo suficientes reservas como para seguir manteniendo un ritmo cercano al 4’/Km sin más dificultades que el lógico decremento de velocidad cuando la carretera se pone hacia arriba y, llegados al km5, Jordi se empieza a quedar. Teniendo en cuenta todo lo que nos queda por delante y el gran parcial ciclista que ha hecho, pienso que se le va a hacer la carrera muy larga y, debo reconocer, que incluso pienso que le tocará caminar un buen trecho… pero nada más lejos de la realidad… ya no va a dejar de correr hasta el final y me va a tocar mantenerme en guardia en todo momento, jajajaja….

Sobre el km 8 llego a la altura de Hermies. Va absolutamente roto y no tiene ánimos para demasiada conversación. Avanzar a Hermies en carrera siempre supone un doble sentimiento enfrentado: por una banda, es una pasada pasar a uno de los mejores triatletas de la sección del CNT pero, por otra banda, siempre va ligado al hecho de que él se ha vacíado totalmente, no tanto por tener yo un ritmo superior al suyo. Obviamente, éste es uno de los aspectos clave de la larga distancia pero, sinceramente, me sabe mal que todavía no haya podido obtener el resultado esperado en esta distancia… Calidad deportiva y humana le sobra… así que el año próximo espero sufrir una de las tantas humillaciones a las que me tiene acostumbrado, esta vez en una carrera larga.





A partir de la segunda vuelta aplico la filosofía adquirida del maestro Romero: “Gestión”; y dejo que mis piernas vayan recibiendo los últimos kilómetros de castigo con la seguridad de que han hecho un gran parcial a pie.



Última rampa que paso trotando por orgullo más que por exceso de fuerzas y ya sólo me queda bajar al paseo y encara la larga recta de meta. Escucho en ese instante al speaker mencionar el nombre de Jan Siberssen, recordman de natación en el IM Hawai, así que supongo que he quedado bastante bien clasificado mientras me divierto corriendo sobre por última vez sobre la alfombra azul que me lleva al arco final.

1h23’40’’ es el tiempo que he empleado en recorrer los 19,5Kms que constituyen esta parcia. Un magnífico parcial a pie que me catapulta a la posición 24 absoluta y a una emoción final que me sabe a gloria.

Sandra y Amaia aparecen con cara de felicidad para decirme que he hecho un carrerón… me ven con buenos ojos, claro…. Pero esta vez tienen razón… hoy he hecho una carrera redonda, jejeje…

Espero que vayan llegando algunos compañeros de batalla: Fabra, quien ha retornado a la cometición por la puerta grande, cruza la meta en posición 36. Carlos llega unos minutos más tarde en una genial posición 76 y Alex García-Cascón, quien ha vuelto a coger un buen estado de forma en tan sólo dos meses, llega el 80. Con ellos hemos llevado un pique sano y divertido durante un tiempo, cosa que le ha dado el aliciente a estos meses de preparación.

Al resto de compañeros los vemos algo más tarde, ya con una cerveza entre las manos. Aunque cada uno ha vivido su personal experiencia, es siempre genial poder compartir una jornada de sufrimiento con todos ellos.




Es en ese momento en el que nos enteramos de la triste muerte de un triatleta durante el sector de natación, una noticia que difumina en tonos grises una hermosa jornada llamada a ser de colores y que no me deja impasible, sobretodo en lo que compete a la responsabilidad personal que todos tenemos al respecto.

Toca abrir paréntesis reflexivo…

Son numerosos los casos que se han dado ya en nuestro deporte (por no hablar de futbol, atletismo, etc…). Para mi es inconcebible que la Federación no obligue a sus federados a presentar una prueba de esfuerzo que garantice la práctica de un deporte tan exigente como el triatlón. Pero, dejando a banda que esto podría suponer un menor número potencial de licencias (licencias = euros), la responsabilidad final recae de lleno en cada un@ de nosotr@s y debería ser una de las cosas más importantes a integrar anualmente dentro de nuestro calendario.
Una prueba de esfuerzo supone 2horas y unos 90€…. Lo que vendía a ser un entreno justito de ciclismo y el coste de un par de zapatillas de entrenamiento. ¿A cambio?. Pues a cambio tendremos la seguridad de que nuestro músculo cardiaco no sufre un defecto escondido (o puede que si) y nos evitaremos (sobretodo a nuestra familia y amistades) una de esas reuniones a las que nadie le gusta acudir y en la que se recuerda las virtudes del lamentablemente protagonista en cuestión.
Lamento el tono serio de los últimos parágrafos pero el tema se lo merece. A menudo pensamos (primera persona del plural, puesto yo también caigo en ese error) que a nosotros ya no nos puede pasar:

- Joder! Si yo he corrido centenares de carreras, cortas, largas, explosivas, a rimos medios, etc…. – A menudo, nos solemos decir.

Lo curioso es que los compañeros que se quedaron en Gavà, Banyoles o Berga también habían corrido triatlones sprints, Olímpicas, Maratones o Ironman… y jamás habían notado una palpitación extraña anteriormente… Así que no busquéis excusas para no hacer vuestra mejor inversión este año.

En unas semanas, yo realizaré la mía.

Y final del paréntesis reflexivo…


Y con esto, final de temporada…. una gran temporada, sin duda. La última dentro de la categoría absoluta pues el próximo año ya me toca ponerme la gorra de veterano de primer año.

Entre algunas conclusiones a extraer de este largo año de entrenamientos estaría la confirmación de que mi cuerpo se va ralentizando cada vez más y asume cada vez peor las carreras explosivas en las que hay que salir a tope desde el inicio. Por otro lado, mi mente las disfruta cada vez en menor medida y, puesto que parece que cuerpo y cabeza acompañan en distancias más largas, mi tendencia deportiva se va a ir irremisiblemente decantando hacia este tipo de actividades.

Lejanamente vinculado a esta reflexión, empiezo a sentir un ligero cosquilleo por volver a sentir las emociones que viví en el pasado moviéndome entre montañas. Esta vez creo que podrían ser muy interesantes, por poseer una forma muy por encima de la que tenía aquel jovencito fumeta; así como una visión un tanto diferente de la vida.. la que dan veinte años de experiencias a la espalda.

En fin, de momento y ya en mi segunda semana de descanso….. me lo miro a una cierta distancia…


martes, 19 de junio de 2012

TRIATLON DE ZARAUTZ 2012




El segundo de los objetivos de la temporada llamaba por fin a la puerta. Zarautz ya no era un pensamiento etéreo que merodeaba mi cabeza, si no algo tangible que me aguardaba ya a escasas horas y kilómetros de casa…. Vaya! Ahora me he puesto un poco trascendental!

Esta temporada ha sido un tanto atípica. Con el nacimiento de Amaia, trasladé el descanso a Julio y empecé la temporada hace un porrón de meses lo cual me ha producido un aburrimiento considerable a la hora de entrenar, sobretodo teniendo en cuenta que los sacrificios este año para sacar sesiones son mayores que años atrás: tratar de combinar trabajo, familia, compromisos y deporte es cada vez más complicado.

Como estudiante que ve las orejas al lobo en épocas cercanas a exámenes, decido ponerme las pilas las 4 semanas previas a la cita. Hago los mayores esfuerzos personales aumentando los entrenos, buscando motivación para correr en Zarautz y, lo más duro de todo, cuidando la dieta un poco para dar energía al cuerpo y afinar algún kilo, que siempre se nota cuando no hay que arrastrarlo.

Combinamos la carrera con unos días de turismo por el área Donostiarra y nos hospedamos junto a algunos compañeros del club en una hermosa casa situada en la zona montañosa de Zumaia con unas vistas preciosas sobre la costa y donde uno se siente en paz con el universo eterno…. Carajo! Otra vez me está dando la vena tontona!.





Puesto que el cupo de sacrificios ya estaba más que cumplido, estos días tocaba sucumbir a las tentaciones mundanas de la buena gastronomía Vasca:

Arguiñano: Muy buena relación calidad/precio y donde nos sentimos tratados de forma exquisitamente familiar.

Sidrería Arizia: Fantástico el menú variado y, como no sólo de pan vive el hombre (que canta Robe en Pepe Botika), sidra y pacharán hasta que se clava una risa tonta en nuestra cara bastante delatora.

Pero, señores, centrémonos en la parte deportiva… que para eso (también) hemos venido!

Entre los triatlones míticos que se organizan en la península Ibérica, Zarautz es quizás el que más veces había escuchado en boca de todos, del que más había leído en revistas especializadas y el que más me habían recomendado los “veteranos” de nuestro deporte.
Una frase frecuentemente recurrida es “si te gusta el triatlón, tienes que correr Zarautz al menos una vez en la vida”… en breve, lo íbamos a comprobar.
Antes de la carrera ya era consciente de que me tocaría tirar de mis reservas de optimismo pues eran varios los factores en contra acontecidos: Había perdido las gafas de natación teniendo que estrenar unas el mismo día de la carrera, debería correr sin ver los ritmos instantáneos pues me había olvidado el GPS, en la entrada a boxes me dicen los jueces que tengo el casco roto y sólo tengo 15  minutos para ir corriendo a una tienda a comprar uno nuevo.. buffff… demasiado para mi body, brothel !







(Foto por Santi García-Cascón)

Este último incidente me hace sopesar por un momento si vale la pena correr la carrera… buscar una tienda en tiempo record, desembolsar unos euros extras, sumado al estrés de ir con el tiempo más que justo; no estaba en absoluto en mis planes… pero entonces Sandra me hace ver que el objetivo principal de venir aquí era precisamente correr la dichosa carrera así que, de repente reacciono y me veo corriendo por el paseo en busca de 3BAT, la tienda de Héctor Llanos.

Regreso a boxes con los nervios a flor de piel pues tengo el tiempo justo para preparar el material y coger el último de los buses que salen hacia Getaria.

Por suerte, no seré el único que ha tenido problemas para entrar a boxes y, mientras salgo corriendo en busca del autobús, todavía hay algún rezagado que entra sudando en el área de bicicletas.


Subiendo al autocar junto a Alex, Sergio, Dani y Jose Manuel

Tras un inicio un tanto accidentado, por fin estaba enfundado en mi neopreno, observando la costa de Zarautz en la lejanía y concentrándome por disfrutar la carrera.
 


Respiro profundamente y clavo los pies para coger tracción al tiempo que suena la bocina que marca el inicio de la prueba.


Los primeros 300 metros no dejan lugar a dudas de que esto es un auténtico triatlón: Multitud de cuerpos mezclándose unos sobre otros hasta hallar un espacio “tranquilo” que permita a cada uno bracear sin la desagradable sensación del golpeteo intermitente de miembros en movimiento.

Avanzo con facilidad, agarrando agua de forma efectiva y sin agobiarme por las continuas corrientes que sacuden en ocasiones mi cuerpo de izquierda a derechas, poniendo en serio peligro el proceso natural de digestión de la pasta que comí dos horas antes.
A partir de la primera boya veo a mi derecha a Hermies y eso es siempre sinónimo de estar haciendo un buen parcial acuático… esta vez, parece que no fue tanto así…

Ya estoy pasando las dos grandes boyas blancas a partir de las cuales me quedarán unos escasos 500 metros para alcanzar la orilla. Me escoro hacía la izquierda y, a falta de unos 200 metros, decido que es un buen momento para iniciar el proceso de “surfeo” aprovechando el fuerte oleaje.   
La teoría es sencilla: aprovechar la ola para remar fuerte cuando estás en lo alto y, de esta manera avanzar muchos metros con un ahorro considerable de energía… -Ay! Pequeño saltamontes… cuánto queda por aprender.

Llega la ola, noto como me levanta y empuja aprovechando este momento para bracear enérgicamente esperando progresar notablemente mediante esta técnica. Casi he llegado a la altura de 3 chicos de la cruz roja que esperan de pie a unos 200 metros de la arena cuando me dispongo a ponerme en posición vertical…. ¡pero!.... ¿dónde carajo está el suelo???... No puedo clavar mis pies mientras siento una fuerza que me succiona hacia atrás llevándome nuevamente al punto de inicio.
Repito durante varias ocasiones la iteración “surfeo – imposibilidad de poner los pies en la arena – succión alejándome de la orilla”, hasta que noto una fuerte rampa en el gemelo que me obliga a girarme chillando mientras trato de estirar el músculo afectado.
Obviamente, la fuerza de las olas me centrifuga una y otra vez mientras empiezo a sufrir por salir del agua. Desde mi posición voy viendo como multitud de triatletas avanzan en lenta procesión por la parte derecha de la playa al tiempo que yo sigo luchando por bajar mi gemelo derecho y buscando tierra firme donde anclar mis pies cosa que, finalmente, consigo tras tres largos minutos de angustia y movimientos acrobáticos.

Subo, todavía descolocado, hacía los boxes para hacer una transición que se me antoja eterna y veo compañeros por boxes a los que normalmente les debería haber sacado un buen ramillete de minutos. 


 

He salido en posición 250 del agua y es hora de poner el cronómetro mental a cero. El Cantábrico no es un lugar fácil para algunos animales de aire Mediterráneo como yo, ahora toca centrarnos en lo que resta de carrera.. que todavía es mucho.



Inicio con serenidad el parcial ciclista, subo Meagas a plato pero cómodo y me mantengo reservando energías durante las primeras dos vueltas con la máxima “si te pasas en los primeros 60 kilómetros, tienes muchos números de acabar fundido en Zarautz”… La tercera vuelta es la clave real de la carrera, donde te puedes vaciar si llegas muy justo…  y todavía faltarán 20 kms más a pie!.



Atravieso el centro de Zarautz camino de la temible subida al muro de “Aia” que se inicia tras un giro a izquierdas en una carretera encementada de un solo carril. La subida se me antoja inhumana y, dependiendo del desarrollo que hayas montado y de las fuerzas que hayas reservado, fácilmente puedes acabar subiendo a pie algunos tramos. 


En mi caso, la estrategia reservona y un fantástico plato de 32 dientes me permiten ir avanzando mucha gente mientras mis riñones no dejan de decirme que algunas de estas rampas son realmente  brutales, jajaja.

Las caras subiendo el muro son un poema…

Bajada rápida y todavía un último escollo de poco más de un kilómetro, desde Orio hacia Zarautz, para acabar de restar fuerzas a los que hayan apostado sus mejores cartas en este sector.
Noto las baterías bastante llenas y me doy un homenaje subiendo este tramo final. Bajo algún piñón y empiezo a pasar gente constantemente mientras algunos me miran sorprendidos viendo la diferencia de velocidad… para parecer un loco, sólo me faltaría ir gritando B A N Z A I  !!!!!

Acabo de rellenar las pilas al encarar la calle principal de Zarautz repleta de gente animando incansablemente a cada unos de los triatletas que estamos finalizando el segundo de los tres circuitos necesarios para alcanzar la camiseta de finisher.

Foto extraída de PhotoDeporte que da una idea del público asistente.

Llegada a boxes tras 2h29 sobre la bicicleta, cambio rápido de zapatillas y miro el cronómetro para tener una referencia con la que hacer mis cálculos de ritmo durante los próximos 20 kms a pie mientras escucho mi nombre continuamente… algunos de los que me animan son mi familia y amigos, otros son desconocidos que leen mi nombre en el dorsal y me alientan sinceramente a seguir sacrificándome hasta conseguir el objetivo de meta.

Primeros kilómetros de tanteo con algunos momentos extraños hasta que todo se pone en su sitio y encuentro, por sensaciones, el ritmo en el que mantenerme para afrontar la carrera a pie.



Llego al Km 5 en 20 minutos exactos y mis pies rebotan sobre el asfalto de forma fluida camino del km 10, que paso en 40’ clavados… estoy un tanto sorprendido pues no había supuesto poder llevar este ritmo durante tantos minutos…

Cada paso por la zona de llegada, que encararé al finalizar la tercera vuelta, es un incremento de adrenalina brutal. Quizás el recuerdo de la llegada a meta de algún Ironman pueda ser comparable con lo que se vive cada vez que atravesamos el pasillo de vallas repleto de gente gritando y animando como si estuviésemos a punto de ganar unas olimpiadas… qué implicación, que pasión!.

La zona de traviesas de madera situadas en la playa se hace un poco más pesada pero el cuerpo todavía avanza con relativa facilidad y el magnífico ritmo se mantiene firme; lo cual me permite ir adelantando a corredores constantemente. 


 

En el momento de iniciar la tercera vuelta, sobre el km13 donde están los míos animando, veo que estoy alcanzando a Hermies quien había iniciado el tramo a pie con más de cuatro minutos de ventaja. Esto me confirma que stoy haciendo una magnífica carrera a pie. Me pongo por un momento a su lado, me comenta que va vacio y, aunque poca cosa puedo hacer por ayudar, le recomiendo que coma un poco y paciencia…. Vuelvo a engranar el ritmo crucero y llego al km15 en 1h clavada… todavía a 4’/km… brutal!!



Los últimos 5kms son 20 minutos de agradables emociones sintiéndome con fuerzas para mantener el ritmo y dando la mano a todos los chavales que me animan desde ambos lados del recorrido.

Tomo la preciosa goma blanca que me indica el último kilómetro de gloria y, casi sin tocar el suelo, se me pone la piel de gallina por última vez al pasar la zona vallada del centro histórico bañándome en el jolgorio del público.


Encaro los últimos metros y lanzo dos besos al aire, uno para mi padre y otro para mi suegra. Es un homenaje demasiado pequeño para ellos pero eran gente humilde… seguro que lo sabrán valorar.

Paso el arco de meta en posición 60 tras remontar casi 200 posiciones, plenamente feliz de haber vivido esta experiencia… me he divertido, me he mantenido fuerte a nivel mental y he hecho el parcial a pie de mi vida… ¿qué más se puede pedir?

Y allí, plantado orgulloso con mi camiseta de finisher, me confirmo a mi mismo “si amas el triatlón, tienes que hacer Zarautz.. aunque sea una vez en la vida”.