miércoles, 20 de febrero de 2019

Valles Drac Race - "99 Red balloons"


 
Desperezaba el día con temperaturas cercanas al punto de congelación pero con un sol radiante que nos iba acompañar durante toda la jornada. Esto, junto a mis elevadas ganas de volver a participar en la versión larga de la VDR, formaban la combinación perfecta para que hoy acabara siendo una gran jornada. 


Mi logística para esta prueba es ideal ya que la salida se da a escasos 300m de mi casa con lo que puedo evitar los tediosos “efectos secundarios” que siempre acompañan a los momentos previos: salir temprano de casa, buscar aparcamiento, quedarte helado durante un buen rato, … y simplemente con salir ya engalanado y 10’ antes del pistoletazo, es más que suficiente.

Saludo a algunos conocidos y, en menos que se tarda en decir “pan”, se lanza la carrera.

La estrategia estaba definida y Ramón había sido bastante claro: - No estás preparado para “competir” los 48km de la carrera… - así de simple.

Después de haber reanudado los entrenos – tras el descanso de Diciembre -  los dos meses que llevamos acumulados, han servido para empezar a crear una nueva base y seguir progresando a nivel muscular y aeróbico; pero son todavía escasos para afrontar una distancia de este calibre a determinados ritmos.

Por lo tanto, las instrucciones eran muy concisas: Hasta el km28 a ritmo dominguero total y, a partir de ahí, a sufrir tratando de acelerar el ritmo hasta meta.

Pero claro, yo el tema ese del ritmo dominguero, en carrera y con la escasa cabeza que adorna mis hombros… como que no sé muy bien como gestionarlo.

Volvemos pues a la carrera:


Primeros metros y la gente sale a ritmo frenético. Seguramente el hecho de mezclar a los corredores por relevos (llegan a Mura y allí les toma el testigo otr@ compañer@ que finaliza en Terrassa) hizo que la velocidad fuera superior a la que debiera haber sido. Incluso Genis Zapater (crack que lógicamente venció de calle el domingo) hace el comentario en voz alta – Pero dónde vais a este ritmo! - …. Pero ahí no para ni el tato y, antes de llegar a Matadepera, ya se puede ver un grupo muy estirado. Antes de las primeras rampas puedo contar unas 30 o 40 personas ante mí al tiempo que soy consciente de que llevo un ritmo muy superior al que debiera y con la expectativa de ponerme a régimen en breve.

Pero los quilómetros van pasando y mi pulso, como medida de extrapolación al rimo, sigue por las nubes.

Km5, Km10, km15, km20…. Y sigo pasado de vueltas.

Honestamente, confiaba en estar mejor de lo que realmente estoy así sigo apretando dientes camino de Mura.

Tras una bajada fácil, se divisa ya el bucólico pueblo. Un espectáculo para la vista, ahí emplazado con sus casitas de piedra en mitad del parque… me encanta esta zona de la carrera.

Llego pues al segundo punto neurálgico de la cursa, donde me avituallo sin recrearme y continuo por el sendero que transcurre paralelo al río.. otra verdadera preciosidad.

Es el momento de encarar la subida larga, de unos 5Km y en la que, siguiendo las instrucciones de Ramón, debo intentar trotar hasta alcanzar las 175ppm… no más que eso.

Y ejecuto el plan cual autómata programado…. Pero va a ser que no!... no hay forma de subir pulsaciones, al llegar a las 165 tengo que ponerme a caminar, si o si…. Y empiezo a pensar que la carrera se me va a hacer larga hoy.

Efectivamente, sufro los 5km de ascensión hasta que el terreno se vuelve a poner plano, momento en el que echo a trotar nuevamente. Pero, ¡Ay, Carmela!, los gemelos tratan de escalar por mis ya fatigadas piernas… y sigo pensando que esto se va a hacer duro.

Por un momento, recorre mi mente el planteamiento de quedarme en el próximo avituallamiento, más al llegar allí, dicho pensamiento ya se ha esfumado de mi cabeza y ando solo concentrado en gestionar bien los recursos que voy obteniendo mediante la comida y la bebida y mantener a raya las rampas.

Como anuncia el título de la crónica, de los 99 globos rojos que acumuló el grupo germano Nena, allá por el 84, tengo la sensación de ir recogiendo un ramillete y me imagino a mí mismo como un gitano en la feria, de esos que venden Bob Esponjas, Peppa Pigs y Pitufos; y que tan felices nos hace a los padres cuando paseando con nuestros hijos, éstos último los divisan a no menos de 30m…

En fin, que sigo en mi mundo de concentración y parece que atisbo momentos de recuperación, que se van entremezclando con algún que otro amago de bloqueo muscular.


Por suerte, el terreno no muy duro… alguna rampa sin excesivo desnivel pero muy corrible en general.



Sin darle demasiada importancia a la distancia o perfil que tengo por delante, voy enhebrando avituallamientos y quilómetros hasta llegar a la última bajada que me escupirá por fin al Parc Audiovisual, desde donde enlazan los 2 últimos kms a meta.

Por ahí atrapo a Raquel, una amiga que ha venido a correr la de 24k y con la que después nos iremos a recoger nuestro particular trofeo en forma de cervezas y arroz, y cruzo el arco de meta custodiado por mis dos pequeñas Dulcineas.


Tiempo final: 5h40’ y posición 31.

Como conclusiones rápidas y lógicas:  Que efectivamente no estaba preparado todavía para la distancia y que, por lo tanto, la debería haber encauzado de otra forma. Pero, por otro lado, me llevo muchas cosas positivas como la buena gestión mental en los momentos de sufrimiento, que estoy (o así lo creo) en una mejor forma que a mismo momento la temporada pasada y que hay que seguir trabajando por este camino.

Como decía Laporta:  - ¡¡¡ Que no estamos tan mal !!!


PD:

Como siempre, un diez al Centre Excursionista de Terrassa por la magnífica organización de la carrera!

Con lo que cuesta montar este tipo de eventos y ni una coma fuera de lugar: avituallamientos numerosos y con diversidad, excelente marcaje del trazado y unos voluntarios fabulosos… más de 1000 inscritos entre todas las pruebas son la garantía de que es una cursa en la que vale mucho la pena participar… Ens veiem l’any vinent!

lunes, 18 de febrero de 2019

Crónica Trail Bisaura L 2018


¡Qué bien! El tiempo ha respetado los dos días precios a la carrera y, por lo tanto, no se esperan acumulaciones bestias de agua y barro.

Son las 5:30 y ya estoy en camino a St. Quirze de Besora, la temperatura es buenísima y hoy va  a ser un gran día para correr.

Aparco junto a la salida, poco ambiente y en un abrir y cerrar de ojos ya estoy clavando el dorsal en la camiseta. Unos 50’ antes de salir me doy cuenta de que no he desayunado! Bufffff… agaroo el bocata , le arranco la corteza y engullo la parte más tierna… en fin, ya tendré tiempo de comer durante la Trail.

Entro en el cordón de los corredores, intercambio un par de wats con Dani Charles, al que no ha habido forma de encontrar previamente, y me sitúo en la zona delantera de salida.


Un magnífico espectáculo, pequeño muestrario de Diables, deja paso a la cuenta atrás y se lanza la carrera. Como siempre, primer km más rápido de lo que mi sentido común dice debería ser, y los primeros que se van distanciando poco a poco en el horizonte. En el segundo kilómetro, los halos de luz de sus frontales ya se han transformado en pequeños puntos que siguen menguando al acrecentarse el gap entre ellos y yo.


Yo sigo corriendo algo por encima del ritmo que debería llevar durante los primeros kilómetros pero prefiero forzar que apalancarme en posiciones más retrasadas.

Al llegar al primer avituallamiento veo a Alex que ha venido a hacernos seguimiento y me canta posición 38. Todavía queda mucho por delante y el recorrido es muy rompepiernas. Pese a eso, soy consciente que estoy yendo más rápido de lo que debería y así continúo sumando tanto kilómetros como metros de desnivel y tratando de llevar una pauta adecuada de hidratación y nutrición.

La estrategia planteada de inicio era llegar al Km25 con el freno puesto para después, entre el 25 y el 42, ir ganando posiciones, mantener pulsaciones bajas en la subida al 50 y echar toda la leña desde ahí hasta meta. Una vez más (no aprenderé), no se ha cumplido en absoluto el plan y llego al Km25 preguntándome a mí mismo si seré capaz de acabar la carrera.


Aunque el circuito ha variado algo respecto ediciones pasadas, se mantiene la inconmensurable belleza de sus paisajes, la brutalidad de sus subidas (muchas a base de cuerdas y uso de las cuatro extremidades, la dificultad de algunas de sus enlodadas bajadas y las peculiaridades que hace de esta carrera una de las más recomendables del calendario (sus avituallamientos, con ratafía servida por camareros incluida, su perfecto marcaje y el calor de todos los voluntarios y organizadores, son algunos de los muchos factores por lo que merece la pena recomendar este Trail).



Creo recordar que en el Km25 me canta Alex que he mejorado un par de posiciones pero en ese momento pienso poco en ello y me concentro en ir sumando poco a poco… o, mejor dicho, en ir restando.

Parece que, ya incrustado en un ritmo adecuado y algo más de entereza mental, los kilómetros van transcurriendo mientras recupero y pierdo posiciones en un balance muy difícil de controlar.

Llego al avituallamiento de Salgueda y Alex me comenta que “sólo” quedan dos subidas, la de Bellmunt (que cree que debe ser dura) y la  que hay tras Santa  María de Besora.

Salgo, tomándomelo con calma, y encaro la primera de las dos tachuelas que me quedan por delante.

Por mucho que me hayan avisado, no imaginaba que iba a ser tan dura. La verticalidad del sendero es muy severa y hay momentos en los que blasfemo mientras me pregunto si el suplicio no va a acabar jamás.


Por suerte (y por lógica) sí que acaba y una zona de llaneo por otro paraje de gran belleza me permite poco a poco ir recuperado ritmo y entereza.

Durante la subida me han avanzado un par de corredores y creo recordar haber pasado yo a alguno pero la nebulosidad provocada por el esfuerzo hace complicado realizar operaciones matemáticas, aun tratándose de sumas de nivel P3.

Tras una bajada espectacular, llego a Sta. Maria de Besora donde vuelvo a encontrarme con Alex. En el avituallamiento me lo tomo con una cierta calma, bebiendo, comiendo y conversando para dar algo más de cancha mis maltrechas patas.


Alex me canta posición 30 o 32 y 6º veterano. Me cuenta que llevo a tiro al siguiente así que salgo camino de la última tachuela y últimos 6Kms teóricos de carrera.

La subida, de unos 2-3Kms se deja hacer; es dura pero lejos de lo que fue subir a Bellmunt. Al coronar empieza a vislumbrar a lo lejos una camiseta fluorescente, que debe ser el 5º veterano. A base de trotar donde se puede, caminar en terreno más duro y bajar fuerte, consigo darle caza y adelantarlo. Se le ve cascado (quién no lo está ya a estas alturas) y en 500m ya no lo veo tras de mí. Estoy ya sobre el Km52 y me lo tomo con calma pues los gemelos empiezan a escalar por mis piernas cuando troto en zona plana.

Estoy ya en el 53 y paro a estirar. El deterioro de mis gemelos avanza a pasos agigantados y todavía estoy en lo alto de la pradera, sin atisbos de Sant Quirze de Besora. – Uffff!!!! – me da a mi que los teóricos 53Km no están bien medidos.

Me cruzo con un caballero que me anima. A mi pregunta de cuanto queda, me contesta que nos está seguro pero que apenas 3Kms.

- ¡¡¡¡¡ Apenas 3kms !!!!!  - WTF!!!!!  Yo ya voy con menos de lo justo y todavía 3kms por delante.
- Por cierto, espabila, que ahí te vienen dos – Comenta jocoso el caballero.

Miro hacia atrás y veo dos corredores con los que he ido intercambiando posiciones. Puedo vislumbrar la sangre en su mirada así que toca salir por patas de ahí y sufrir el último rato, jajaja.

La zona de planeo, que me queda hasta encarar la bajada, se me hace muy dura. Puedo avanzar con algo similar al trote pero debo vigilar mucho pues los gemelos se suben, dependiendo de cómo coloco las piernas.

Llega la bajada y ahí, por suerte, la musculatura mayor me responde genial.

Llego a la zona más elevada del pueblo y escucho a los dos compañeros que vienen por detrás apretando para darme alcance. Acelero un poco más en el tramo de escalera que eme escupe a la calle principal y encaro por fin el arco de llegada deseando finalizar con el sufrimiento.


8h12’, 28 clasificado y 5º veterano.

Muy contento con el resultado y, sobre todo, con haberle podido dar la vuelta psicológicamente a los momentos difíciles hacia mitad de carrera.

Pese al suplicio pasado, y ya camino de las duchas, me sorprendo comentándole a Alex que ya hay información sobre la Valles Drac Race 2019…. Ay! Es que no aprendemos!!!.

jueves, 14 de febrero de 2019

Vuelta a la carga!!!!!!

Tras más de cinco años desde mi última entrada, me apetecía volver a relatar mis andanzas deportivas y, de alguna forma, usar este medio como proceso de reflexión y plasmar en qué aspectos ha cambiado mi vida durante este periodo.

En el ámbito no deportivo, muchas cosas sucedieron en este tiempo:

Cambiaba de trabajo al poco de hacer mi última entrada, adquiriendo nuevas responsabilidades y, consecuentemente, sacrificando algo más de tiempo en esta faceta laboral.

A inicios del 2014, moría mi madre tras un doloroso (como siempre en estos casos) y rápido proceso de deterioro debido a un tumor. Este episodio fue especialmente tortuoso para mí, sobre todo las semanas finales en las que compaginé mi desembarco en la nueva compañía con las noches viviendo en un hospital mientras mi madre se apagaba a velocidad de vértigo.

En el 2015 nacía Lara, nuestra segunda hija. Un torbellino de alegría y dulzura empacado en un minicuerpo decorado con una melenilla rizada y dorada. Ella, junto a Amaia, convertida ya es una proto-chica, forman el equipo que da sentido y resta tiempo, a partes iguales, a nuestras vidas.  



En el último año también hemos andado liados con las reformas en la casa de mis padres, situada en las bragas de Montserrat y donde estamos creando nuestro humilde paraíso de desconexión y relax para la familia.

 
Si pasamos a lo deportivo, que para eso es objeto este blog, hasta el 2017 todavía mantuve un ritmo aproximado de 1 triatlón por año.. no más que eso. Ni el tiempo disponible ni la motivación me daban para más. Basicamente me he dedicado estos años a perrear seis meses y a entrenar la otra mitad del año, poniendo mayor hincapié durante los 2 meses previos a la competición escogida en cada periodo.


 
El resumen de lo competido sería el siguiente:



2013: Duatló Nuria,    15Km St Llorenç Savall,    Du btt St. Vicenç Castellet,    Du btt Solsonés,    Du btt Cabrils.

2014 : Half triatló Lleida,    Half Vitoria, Transenyera ,    Valles Drac Race 48K,    St. Silvestre St. Cugat.

2015: Duatló Rubí,    Half Triatló Terres Ebre,    Matagalls-Montserrat.

2016: Half Triatlón Menorca.

2017: Mitja Marató Terrassa,    Half Triatló Empuriabrava.

2018: Valles Drac Race 24K,    Trail Bastions 72K,    Trail Catllaràs 28K,    Transenyera,    Trail 55K Bisaura.

Como se desprende de esta lista, se pueden llegar a varias conclusiones:

- Si hiciéramos una curva de competiciones realizadas por año, tendría forma de sonrisa (6 en 2013, 5 en 2014, 3 en 2015, 1 en 2016, 2 en 2017 y 5 en 2018). Esto seguramente mantiene una relación directa con la motivación y, parece que, tras el bache del 2016 y 2017, vuelvo a tener algo más de ganas a la hora de ponerme un dorsal y, consecuentemente, de entrenar.

Por suerte, desde inicios del 2018, cuento con la ayuda de Ramón Arias, quien pone un poco de orden en mi planificación y está consiguiendo con éxito equilibrar mis horarios, compromisos y motivaciones. En este año que llevamos trabajando juntos en las carreras de montaña, he notado una mejora sustancial sin tener que realizar sacrificios remarcables en mis otras prioridades vitales.
 
- El triatlón ha ido dejando paso a las carrera de montaña. De hecho, desde octubre del 2017 no he vuelto a subir en la flaca ni había vuelto a ver la línea azul en el fondo de la piscina (aunque en estas últimas semanas, estamos metiendo una sesión semanal para dar algo de vida a mi atrofiada zona muscular superior).
 
- Paulatinamente, las distancias de competición se han ido incrementando y son más adecuadas al tiempo que dispongo para entrenar pero, principalmente (no nos engañemos), a que los 45 tacos que me adornan invitan menos a sufrir los ritmos que se manejan en cortas distancias.
 
De momento me apetece seguir explorando el mundo del Trail. No es que sea bueno pero me siento cada vez más cómodo pisando terrenos accidentados y entrenando por parajes tan mágicos como Sant llorenç del Munt o Montserrat.
 
Creo que seguiré un par de años más en esta disciplina para, sobre los 47, volver al triatlón e intentar entrenar de cara a un IM sobre los 50 tacos cuando las peques ya no lo sean tanto y el tiempo disponible será (espero) algo mayor.
 

En todo caso, lo más importante es que, tanto a nivel familiar, deportivo y personal; mantengamos proyectos abiertos a medio plazo que nos hagan sentir vivos e ilusionados. Los consigamos realizar o no, la verdad es que poco importa.. lo realmente relevante, es el camino que pisamos entretanto.
 
Finalizada mi mierda coacher, paso a relatar lo acontecido en la última competición que realicé (ahora hace ya 4 meses): El Trail L Bisaura.