martes, 16 de julio de 2013

Cursa del Pedraforca - Deporte y emoción en estado puro



Ya lo había comentado en varias ocasiones en anteriores entradas pero, aun siendo consciente del riesgo de perseverancia cansina en la que caigo, la cursa del Pedraforca era algo a lo que me enfrentaba con una ilusión tremenda.

Creo que la última vez que había subido esta montaña fue allá por el año 2000, con Sandra. Recuerdo muy bien que estábamos ambos descansando en la cota más alta, tras lo que había sido una laaaaaarga ascensión, cuando apareció por allí un individuo calzando unas zapatillas de deporte. Su atuendo se reducía a una camiseta de manga corta, unos pantalones de atletismo y su único accesorio era una especie de riñonera que le permitía llevar en su cintura un bidón de ciclismo con unos escasos 500cc de agua.

Éste que escribe (por aquel entonces aun veinteañero), miraba atónito a través de los cristales de sus gafas de pasta a aquel individuo, sin poder entender como alguien había podido llegar allí sin botas de montaña, sin una gran mochila a su espalda y con tan escaso ropaje…

Inaudito! Aquel superhombre había subido al Pedraforca como un simple entrenamiento!!!!. Los escasos segundos que se mantuvo allí parado, bebiendo de su bidoncillo de plástico mientras mantenía la mirada perdida en el paisaje, antes de proseguir su saltarín camino hacia la tartera, quedaron grabados de por vida en mi memoria RAM.

En aquel momento deseé algún día poder ser yo el individuo que subiera allí desafiando al cronómetro aunque, en aquel momento, la forma física del chavalito que miraba estupefacto sentado sobre una piedra, difería bastante del necesario para tal proeza.

Muchos años han pasado desde aquella experiencia personal y tal deseo se había mantenido adormecido en mi interior hasta que el año pasado, gracias a haber iniciado nuestra experiencia como campistas en un camping situado a las faldas del Pedraforca, descubrí la cursa de Saldes. La llama de aquel reto aletargado volvía a encenderse y considerando que mi estado físico es radicalmente diferente al que tenía antaño, me plantee seriamente participar en esta edición.

Junto con el amigo Sergio, hemos dedicado estos dos últimos meses a hacer algún que otro entrenamiento más específico para preparar nuestros músculos a las exigencias del desnivel, muy diferente a lo que el triatlón nos tiene acostumbrados.

En carreras como la del Pedra, de nada sirve hacer 25 series de 1000 a 3:30, como entre la punta del pie al inicio de la zancada o si mantenemos el cuerpo ligeramente hacia adelante… aquí prevalece el tiempo que puedas mantenerte caminando mientras asciendes un desnivel del 30% apretando tus manos contra los cuádriceps, o lo rápido que seas leyendo el terreno sobre el que va a caer tu pie mientras desciendes, por no hablar de la técnica específica para bajar la tartera… nada que ver con lo anteriormente conocido para triatletas del tres al cuarto como nosotros…



Así que algunas sesiones por la Mola y por Montserrat nos dejaron más o menos listos para el gran día. En mi caso, el pasar algunos fines de semana en la zona C, me habían permitido entrenar incluso algunos de los tramos de la carrera, así que jugaba con cierta ventaja con respecto a Sergio..

Y por fin llegaba el gran día!!!!

Como pasa en las grandes ocasiones, la noche anterior había sido un tanto caótica: La sobreexcitación que le supuso a Amaia celebrar su segundo cumpleaños el sábado, nos tuvo en jaque toda la noche puesto que en sueños debió rememorar los chapuzones en la piscina junto a sus primos y amiguitas, los numerosos regalos que recibió o sus enormes esfuerzos para apagar las velas del pastel.

El tremendo vendaval que se generó la noche del sábado tampoco ayudó demasiado a mi descanso y me vi a las 3 de la mañana en el jardín recogiendo globos, cajas y restos de la fiesta de cumpleaños de mi primogénita.


En consecuencia, no escuché otro despertador que las llamadas telefónicas de Sergio a mi móvil mientras esperaba en la calle a que saliera…. Bufffffff!!!!! A correr toca!. Improvisando un almuerzo a base de restos de pizza del día anterior y alguna barrita, obsequio de alguna carrera ya olvidada, nos ponemos en marcha camino de Saldes mientras mi boca no es capaz todavía de vocalizar dos palabras seguidas con sentido.

Llegamos a pies del Pedraforca y el ambiente es ya efervescente. El multicolor típico de las vestimentas deportivas específicas de montaña llena la tranquila población de Saldes en el acontecimiento deportivo más notable para este pequeño pueblecito del Berguedà, de poco más de 300 habitantes.

La carrera en sí puede dividirse en 3 partes bien diferenciadas:

Un primer tramo, de unos 4,5 kms, separa a Saldes del Mirador de Gresolet (situado en la típica pista donde se aparca el coche para hacer la ascensión a la montaña) y en el que se puede trotar hasta el último kilómetro donde el fuerte desnivel nos obligará a caminar.

El segundo tramo, de unos 3,5Kms, sería la ascensión pura y dura hasta el pollegó superior.

Pasando por el refugio de Lluis Estasen, iremos ganado altura y desnivel hasta alcanzar el coll del verdet, donde la vegetación desaparece totalmente para dejarnos en una zona expuesta debido a la altitud (sobre los 2500 metros). A partir del collado nos espera algo menos de un quilómetro en el que deberemos echar mano a nuestra destreza como escaladores. No se trata en absoluto de una zona de alta dificultad técnica pero avanzaremos muy lentos usando las cuatro extremidades para ayudarnos a progresar. Tras un continuo sube-baja rocoso, alcanzaremos por fin la cota más elevada de la carrera (2.507m) e iniciaremos el tercer y último tramo de la carrera.

En este tercer tramo, protagonizado claramente por la impresionante tartera, nuestra técnica para bajar así como las reservas musculares que nos queden, determinarán en gran medida el tiempo que emplearemos en este tramo de descenso, que tiene una longitud total de 4,5Kms.

Un total de 13kms que darán para mucho y que es recomendable tomarse con cierta calma, sobretodo si se trata de tu primera danza con las carreras de montaña de verdad.

Situados ya tras la línea de salida, le deseo suerte a Sergio y, tras la cuenta atrás, el cronómetro se pone en marcha.

El ritmo de inicio es demasiado fuerte para mi gusto, pero con el fin de no perder demasiadas posiciones en el primer embudo que se crea tras salir del pueblo, intento mantener los dientes apretados en las primeras rampas. Como esperaba, el ácido láctico hace acto de presencia de forma prematura y el terreno que sigue no me permite hacer una limpieza adecuada de esa fatiga inicial. Antes de llegar al kilómetro de ascenso bestia que nos llevará al mirador, vienen un par de kilómetros donde se puede correr rápido y me obceco por mantenerme corriendo como si de un 10.000 se tratara… detalles que hay que acabar de pulir en el futuro.

Al trote llego al inicio del estrecho camino que me llevará al mirador de Gresolet desde donde se pueden admirar unas vistas increíbles del Cadí. El sobreesfuerzo previo se hace notar en los últimos metros antes de llegar al mirador pero la gente animando y gritando en este punto hacen que la tentación de parar a tomar oxígeno se quede sólo en eso, una mera tentación… Tomo referencias en el GPS al saltar la valla de madera que delimita el mirador: 32’… dos minutos y medio más rápido que mi mejor tiempo entrenando este intervalo.. pero no paro de pensar que llevo la musculatura muy justa para el tute que me queda hasta arriba.

Trotando llego a las escaleras que marcan el sendero hacia el refugio de Lluís Estasen e, inevitablemente, hago casi todo el camino hasta allí caminando. Alcanzo el punto de control en unos 39’, que es aproximadamente lo esperado, aunque en peores condiciones de las que había idealizado.

Tras el refugio viene una zona algo más favorable en la que se puede trotar y recuperar aliento, que falta va a hacer para lo que viene a continuación: 2,5Kms sin dejar de subir a una media del 30%.

Durante los próximos 43’ no aparto la mirada del suelo mientras me intento concentrar en avanzar de la forma menos dolorosa posible, apretando mis manos sobre los cuádriceps. En dos o tres ocasiones, en las que las fuerzas se desvanecen del todo, me veo obligado a parar a recobrar aliento. Son paradas de escasos 5-10 segundos que me permiten retomar un ritmo que se me antoja aciago, mientras trato de mantener la mente distraída, sin demasiado éxito.

Por fin, alcanzo el avituallamiento del Verdet donde, sin perder demasiado tiempo, trato de beber isotónico y comer algunas gominolas… algo de azúcar para el rato que queda hasta alcanzar el punto más alto de la carrera.

Prosigo por el sendero que nos llevará directos al inicio de la grimpada.



Hasta este punto lo había hecho entrenando en una ocasión, hacía justamente 1 mes. Más allá de este límite, tan sólo lo que mi memoria retenía de tiempos pretéritos y lo que había ido leyendo de crónicas de años anteriores.



Debo reconocer que había arrastrado hasta aquí arriba una cierta preocupación por esta zona más técnica del recorrido pero la organización había hecho un trabajo inmejorable marcando con una cinta de color fluorescente el mejor trazado a seguir durante toda el trayecto de grimpada/desgrimpada y en todo momento tuve la sensación de estar avanzando de forma realmente segura.




Junto al resto de compañeros con los que me ha tocado subir, avanzamos respetando en todo momento los espacios. Si uno se atranca un poco en una zona, el resto espera sin problemas. Si uno comenta que va muerto, el resto le anima a que siga adelante. El concepto competitivo es muy diferente del que estoy acostumbrado a vivir en los triatlones.



Animado en todo momento por diversos voluntarios alcanzo la cima del pollegó superior donde vuelvo a agarrar unas cuantas chucherías mientras mi vista busca rápidamente la desgrimpada hasta la enforcadura, punto que me preocupaba también notablemente.




La recordaba compleja y me imaginaba arrastrando el trasero por la piedra hasta llegar a la tartera pero, nada más lejos de la realidad… Me pareció sencillo descender de la cima hasta el inicio de la pedrera pudiendo incluso correr en algunas zonas.



Casi sin darme cuenta estoy ya resiguiendo la cinta que me indica el mejor camino para descender la tartera y enseguida estoy con el cuerpo casi horizontal intentando mantener el culo separado del suelo en una zona totalmente pelada de piedras y en la que hay que echar mano del derrape lateral para frenar la velocidad que la propia pendiente nos imprime.

Un par de culetazos y al fin diviso piedra suelta donde poder usar la técnica de descenso de tartera que muchos años atrás me enseñaron amigos como Kiku, David o Jordi, muy experimentados en zonas montañosas.



Por suerte, me han quedado algo de reservas en los músculos de las piernas y puedo disfrutar como un loco bajando la tartera a base de saltos mientras mis talones se clavan y deslizan justo antes de volver a saltar en busca del siguiente montón de piedras a arrastrar. Con la emoción del descenso, no puedo evitar algún que otro deslizamiento traseril al hallar zonas peladas de piedras pero, a estas alturas, nos son más que anecdóticas formas alternativas de progresar en el descenso.

Se acaba la diversión y me adentro en el sendero por el que tocará correr hasta alcanzar nuevamente Saldes, a unos 3 Kms del final de la tartera.

En este último tramo ya no noto las piernas… simplemente fluyen, sin atisbo de dolor ni de fatiga. De vez en cuando noto como una de ellas pierde la solidez y el cuerpo me hace un extraño mientras trato de recuperar el equilibrio y evitar la caída. En una ocasión simplemente no lo consigo y acabo con el cuerpo en plancha, cual futbolista festejando un gol en meta contraria.

Viviendo esa sensación jamás experimentada previamente en la que tengo la impresión de que en cualquier momento llegará el fallo muscular pero, como como si me hubiesen administrado anestesia en las piernas, me mantengo corriendo a ritmos cercanos a 3’30’’/km; empiezo a escuchar aplausos y la voz del speaker que llegan a mis oídos cada vez de forma más clara.

Efectivamente, sin acabar de ser todavía consciente de lo que me falta para llegar a meta, una curva a la izquierda me escupe directamente a la calle donde se encuentra el arco de llegada.

Y, pese a la notable cantidad de carreras de media y larga distancia que llevo en mi breve pero intensa carrera triatlética, ese hinchable en forma de arco al que me dirijo en estos últimos metros hoy en Saldes, supone uno de esos retos personales que a uno llenan de felicidad, uno de esos logros que siempre guardaré en mi bolsillo de “cosas que realmente me han llenado” y que, a menudo, nada tienen que ver con marcas ni posiciones.

Espero a que llegue Sergio, también al límite muscular, para tomar la merecida cerveza y comentar la epopeya… sin duda, una gran éxito en nuestro estreno montañero.

También han corrido la carrera dos compañeros más de la sección: Enric Grau quien, pese a su corta edad, ya es un experimentado corredor de montaña y Albert Grimaldo que, engañado de forma vil por Enric, no sabía ni donde se metía… jajaja… en todo caso, acabó sin mayores problemas el recorrido.. incluso con zapatillas de correr por asfalto!.

Muy satisfecho también por el tiempo invertido, 2h11’34’’ y la posición 47 en la clasificación general…. No se puede pedir más.

En este año de receso triatlético, creo que el próximo objetivo puede estar en la Duatló de Núria, otra de esas que llevo años deseando hacer, desde que hace ya mucho tiempo, empezaron a organizar unos amigos del Centre Excursionista de Terrassa…


viernes, 28 de junio de 2013

X Terra Berga - Corre, dijo la tortuga



Mi primer contacto con la montaña estaba planificado para Berga. No se trataba en absoluto de algo a lo que esté acostumbrado – ni siquiera tengo btt – pero me hacía una especial ilusión por la novedad de la disciplina, la zona donde se desarrollaba la carrera y por el rollete que habíamos creado con el resto de compañeros que iban a participar en la carrera.
No obstante, un proceso bacteriológico a falta de una semana de la carrera me dejó KO físicamente. Unos cuantos días parado, algunos con fiebre, y toda la semana de antibióticos no parecían ser un buen preámbulo para enfrentarme a una carrera tan dura como la planteada en Berga.

Y así fue, no hubo milagros, ni tan siquiera funcionó aquello de “Tranquilo, tú estás en forma! Sin apretarte a tope, seguro que puedes hacer una buena carrera”… en absoluto… los mortales como yo, si no estamos bien físicamente y no entrenamos lo suficiente, no somos capaces de meternos un X-Terra entre pecho y espalda.

Así que la crónica resultante resultará un tanto breve, :))))))))))).

Bajamos Sandra, Amaia y yo a Berga desde el camping para dejar la bici y echar unas risas con los compañeros: Martí, David, Jordi, Ferran i Pere para, tras enfundarme en el neopreno, dirigirme a la rampa de acceso al pantano de la Baells….

(Abro paréntesis reflexivo)

Cómo me gusta este lugar para nadar!!! De hecho es mi pool de entreno durante el mes de Agosto.




No hay mejor sensación que plantarse temprano frente al pantano y empezar a bracear tranquilo entre sus cálidas aguas. Tanto sólo como en compañía de algún amigo que quiera acompañarme, es una de esas experiencias por la que uno hace deporte.

(Cierro paréntesis bucólico)

Así que, tras la élite, nos metemos todos en el agua. En estos días es una pasada participar en un triatlón que ronde las 150 personas y realizar una natación con tan poco personal se ha convertido en un lujo absoluto.


Se lanza la carrera y nado hasta la primera boya tratando de mantener un ritmo cómodo lanzando la cabeza a un lado cada tres brazadas pero, tras alcanzar este primer objetivo, me doy cuenta que soy incapaz de gestionar el oxígeno como de costumbre así que no me queda otra que seguir avanzando incrementando mi frecuencia de respiración a dos brazadas.




De esa forma consigo encontrar un ritmo más cómodo y mantener mis pulsaciones a raya durante el resto de la natación.

A medida que van pasando los minutos, el grupo con el que he ido danzando los primeros 500 metros se va quedando atrás y voy abriendo un agujero con respecto a ellos mientras la rampa se va acercando a la vista.

Acabo el parcial contento pues, aunque no tengo referencias de tiempo, he acabado dignamente pese a las pocas horas que le he podido dedicar a la natación últimamente.


Tan pronto me pongo en pie e inicio el sprint rampa arriba, me doy cuenta que voy más ahogado de lo normal. Doy la vuelta a los boxes para llegar a la bici y, entre guantes, calcetines, buscar oxígeno, zapatillas, etc… creo que he estado tanto tiempo transicionando como nadando…

Corriendo con la bici al lado salgo de boxes para saltar sobre el sillín en el lugar indicado por el juez e inicio mi parcial ciclista…

Primera rampa, todavía no las de mayor desnivel, y llevo el corazón en la boca. Se me llenan las piernas de ácido láctico y no puedo hacer nada más que pedalear a molinillo intentando enfriar los pistones.

Pero no hay forma. Llego a las rampas más duras donde no me queda otro remedio que bajar a caminar y así, mediante ese método tan glorioso, paso cada una de las tachuelas que la organización ha dispuesto en el inicio del segundo sector.

Por fin, una zona menos exigente y busco estabilizarme pensando en todos los kilómetros en ascensión que todavía tengo por delante.

Llego a una zona asfaltada donde aprovecho la estela de un par de corredores que me pasan para alcanzar a Ferran, quien me ha pasado haciendo la transición pero, enseguida que abandonamos la carretera y pasamos a la pista de tierra, mis piernas siguen sin ser capaces de dar pedales en una situación asumible entre el sufrimiento y la comodidad.

Llevo un ratito planteándome a mí mismo el abandono y, todavía sobre el km 6, sin ni siquiera adivinar un momento de recuperación, decido levantar el pie y dar media vuelta camino de Berga. Hoy toca ver los toros desde la barrera y mantener cierta motivación para volver aquí el año que viene a recuperar lo que hoy he dejado pendiente.

Una vez en la ciudad, y tras conseguir que me dejen aparcar la btt en los boxes, me voy a almorzar con la familia para, seguidamente, animar a los competidores que inician su periplo a pie camino del Santuari de Queralt.

Ni que decir tiene que los compañeros del CNT realizaron una magnífica actuación, algunos de ellos subiendo al podio por grupos de edad… tengo mucho que aprender de ellos en cuanto a este mundillo de las ruedas gordas.

Al menos, el hecho de no haberme dejado la vida en Berga, me permitió al día siguiente realizar en modo ca-co (caminar - correr) el tramo de la carrera del Pedraforca que va desde Saldes hasta el mirador. Unos 4kms de ascensión con un desnivel medio del 7% y con un tramo final de más del 20% en el que hay que ir apretando cuádriceps para dar impulso al cuerpo.


El regreso, por el mismo camino, me devolvió al coche tras una horita de satisfactoria relación con el Cadí y un ritmo medio de 7,5’/km… creo que todavía estoy contaminado por la costumbre asfáltica de cantar los ritmos de entreno, jajaja….

Esta carrera, la del Pedraforca, es el objetivo a corto plazo que más me motiva. No es mi especialidad, ni tan siquiera se me da demasiado bien ponerme a subir rampas al 25%... pero hay una serie de anécdotas acontecidas en mi juventud que hacen de esa carrera algo especial.


En fin, el 14 de Julio espero estar en Saldes preparado para los 13kms que nos vomitarán nuevamente en el pueblo, no sin antes haber alcanzado el pollegó superior de esta emblemática montaña…



miércoles, 12 de junio de 2013

"Stairway to heaven" o el entrenamiento en escaleras



Ahora que estoy preparando un poco más el cuerpo a las carreras de montaña, he empezado a introducir el entrenamiento en escaleras.

Muchos son los beneficios que reportan este tipo de entrenamientos y, en el caso de aquellos que tengan intención de menear sus esqueletos por terrenos montañosos, yo casi me atrevería a apodarlos como “indispensables” al inicio de la temporada, o de ciclo de preparación.

Entre algunos de los beneficios, los más destacables serían el potenciamiento muscular, la mejora de la zancada (sin quererlo estamos trabajando la técnica), el reforzamiento de las articulaciones y, no menos importante, el trabajo de glúteos que, aunque no tengo muy claro si puede ser muy relevante para correr, en caso de querer ejercer de Drag Queen nos dará un plus importante.

Introducir una sesión semanal de escaleras es plena garantía de estar realizando un gran trabajo muscular y de una forma más específica y amena que si lo hiciéramos en el gimnasio.

Las posibilidades son variadas y pueden ser personalizadas en función de lo que tengamos más a mano.

Si podemos acceder a alguna zona bucólica adornada con unas rupestres escaleras de madera y rodeados de los cantos de las aves y el olor a tierra mojada... pues nos podemos sentir afortunados y tendremos un punto más a favor para vencer a la pereza y salir a entrenar.

Si no tenemos cerca recursos similares, pués habrá que buscarse la vida con las escaleras del parque, algunas gradas o, incluso, las escaleras del bloque.... A estas alturas, los vecinos ya tendrán una percepción fijada acerca de vosotros y pensarán que estaís medio locos, así que no os preocupéis demasiado por ellos.




En mi caso, me gusta hacer escaleras en la pedrera de Can Candi, situada en el norte de la ciudad de Terrassa. Se trata de una antigua zona de extracción de piedra y posteriormente un depósito de materiales de construcción que se tuvo a bien restaurar hace ya unos 10 años y que nos ha dejado una curiosa pista serpenteante de 1,6Kms de longitud y 6 curvas para delicia de paseantes, runneros y beteteros a la cual se puede acceder por la carretera que llega a la Escola de Negoci Euncet.





Esta pista, formada por 6 curvas, queda atravesada (aunque no de una forma lineal) por unas hermosas escaleras de madera de distintas longitudes y medidas. Tenemos escaleras muuuy profundas, escaleras más altas, más bajitas, etc… una buena diversidad que permitirá trabajar diversos aspectos en un solo entreno.



Un entreno tipo sería el siguiente:

- Calentamiento desde casa hasta la base del primer tramo de escaleras. Es un calentamiento un tanto exigente pues debo acceder allí pasando algunas rampas duras, pero es cuestión de bajar ritmo. Esto son unos 25’.
- 3 x primer tramo. Son unos 30 escalones de mucha profundidad con lo cual hay que generar una buena propulsión horizontal para llegar a la siguiente.
- 2 x segundo tramo. Unos 40 escalones más cortos pero con cierta altura mediante los cuales se trabaja la propulsión vertical.
- 2 x tercer tramo. Entre 50-60 escalones de medida más “normal”… A una cierta velocidad seguiremos sumando a nivel de potencia muscular.
- 2 x cuarto (y último tramo). Estos son unos pocos escalones, quizás 10 ó 15 que hago bastante rápido.
- Vuelta a casa recuperando.

Las recuperaciones entre repetición las hago bajando los escalones trotando muy ligero o caminando y entre series caminando hasta el siguiente tramo y descansando lo que el cuerpo me pida.

Total tiempo invertido: Unos 55’.

Algunos aspectos que tengo en cuenta a la hora de trabajar escaleras son:

- Elevar las rodillas de forma consciente.
- Adelantar ligeramente el cuerpo.
- Intentar rebotar, no dejar demasiado tiempo apoyado el pie en el suelo.
- Mirar hacia adelante, no a los pies. Esto favorece la entrada de oxígeno en los pulmones.
- Ayudar al movimiento del cuerpo mediante un buen braceo.


Las primeras sesiones nos dejarán bastante tocados a nivel muscular con agujetas para unos días y, si no es así, es que nos hemos quedado cortos con las repeticiones… pero a corto/medio plazo nuestra musculatura lo habrá asimilado sin problemas y tendremos una gran base para meternos caña por esos montes de Dio (Ronnie James… RIP).

viernes, 7 de junio de 2013

Manual del triatleta popular... 2a parte



Antes de proseguir con el compendio de experiencias propias que puedan servir de ayuda a otros malabaristas del tiempo, necesitaba enfrentarme al Extrememan de Salou para confirmar que el método invertido había sido realmente productivo. No tendría demasiado sentido compartir mis vivencias para llegar a una carrera y no ser capaz de finalizarla de una forma digna.

Así que el hecho de finalizar el half en la posición 63 de unas 1200 personas, me indica que sí es posible plantarse en la línea de salida con garantías de hacerlo bien, huyendo de una planificación más tradicional con grandes sesiones en horarios más cómodos.

Ahora bien, que nadie crea que existe una fórmula mágica mediante la cual, dedicando media horita cada tres días entre cerveza y cerveza, vamos a elevar nuestra forma física de forma importante sin apenas esfuerzo… No, por suerte, eso no es posible (o, al menos, yo no imagino la forma de hacerlo).

Lograr el objetivo de llegar en buena forma a un medio Ironman, conlleva una buena dosis de sacrificio y unas horas mínimas de entrenamiento semanal… eso no hay quien nos lo quite.

¿El número de horas mínimas recomendables?, se hace difícil concretar, pues dependerá mucho de la experiencia acumulada en años, del tipo de persona, etc… pero, en un plan de 12 semanas, diría que una media de 7 horas/semana con algún pico de 9-10 horas, creo que sería suficiente.

Lo que sí hay que tener claro es que existen unos entrenamientos clave, de mayor duración, que se deben concentrar en las últimas 5 semanas antes de la prueba. Para poder realmente extraer un rendimiento óptimo y recuperarnos adecuadamente de estos entrenamientos duros es necesario haber creado la base adecuada, los cimientos del entrenamiento, y es por ello, que debemos avanzar en progresión con sesiones de cada deporte durante los dos meses previos a estas 5 semanas clave.

Consideremos que los entrenamientos clave (ya explicaré cuáles son los míos) los podemos hacer un día del fin de semana (y alguna tarde entre semana que nos reservemos un par de horas). Por lo tanto, para todos aquellos que no disponemos de tiempo durante horas “normales”, debemos reinventar nuestras sesiones para encajarlas en los huecos temporales que la familia, trabajo y responsabilidades nos permita.

Mis horarios más frecuentados han sido la primera hora de la mañana - entre las 6am y las 7:30am - y la hora “post bañito y cena de Amaia” – entre las 21h y las 22:30 -.


Seguramente la mayoría de padres o trabajadores de larga jornada, que haberlos haylos, estarán pensando “- ¿y donde va ahora el listo este inventado la cocacola?”… Ya, ya se que desde el inicio de los tiempos el ser humano ha desarrollado tareas a estas horas que comento pero, en mi caso, yo era de los que pensaba que un entrenamiento a primera hora, con el cuerpo todavía adormilado, o una sesión de bicicleta fuera de las carreteras, no suponían realmente un entrenamiento aprovechable.

Pues bien, para aquellos que todavía pensáis que a esas horas no se puede generar un gran beneficio a nivel de entrenamiento deportivo, deciros que estáis equivocados… Se puede entrenar mucho y muy bien a horas raras y con sesiones mucho más cortas de lo que pensamos..

A menudo un entrenamiento de running de 20 minutos, o una sesión de rodillo de 30 minutos, puede llegar a ser más beneficioso que salir a correr 1 hora o a rodar 2 horas con la flaca. Sólo se trata de hacer el entrenamiento preciso en el momento adecuado.

Para meternos unos kilómetros, sea a pie o pedaleando, a horas en las que la luz diurna es inexistente, debemos abastecernos de cierto material básico… eso, o garantizar unos buenos ahorros para invertir en dentista y cirujano, cada vez que nos rompamos la crisma contra el suelo.

A nivel económico, yo abogo por lo primero así que hay que hacerse con una luz trasera para la bicicleta y un buen foco que podemos utilizar tanto en las sesiones de ciclismo como en los de running (hay algunos modelos a batería que incorporan una accesorio para colocárselo en la frente.

En mi caso, también utilizo un frontal (de menor peso que el foco) para trotar por lugares no demasiado sombríos (si voy a meterme por caminos cerrados de montaña, prefiero llevar el foco).



El foco que yo uso es el Half-egg 900 de naturshine. Con los 900 lúmenes que emite a máxima potencia, tengo más que suficiente para mis entrenos nocturnos. Eso si, os aconsejo que antes de salir os aseguréis que la batería está bien cargada ya que en un par de ocasiones me he quedado sin luz en mitad del monte y es una experiencia que no aconsejaría a algunos de mis amigos (a otros si, jaja).


Una de las preocupaciones que tenía para salir a trotar a primera hora era la sensación de que el cuerpo no es capaz de moverse con suficiente fuerza, tras salir de la cama y ponerse en movimiento en ayunas. Lo cierto es que las primeras sesiones son duras. Realmente parece que la gravedad es mayor antes de las 8am y debemos generar un sobreesfuerzo para acumular metros de trote. Pero, por suerte, tras sumar esas 3 o 4 sesiones iniciales, las buenas sensaciones aparecen y es posible realizar buenos entrenamientos, sea de montaña, trote suave o series del tipo que sea.

Para las primeras aproximaciones al running matutino os recomiendo que os despreocupéis absolutamente del ritmo, poned en marcha vuestro mp3 y dejad que pasen los minutos sin importar si corremos a 4, 5 o 6’/km.

Una vez hayáis conseguido esta adaptación y notéis que el cuerpo ya responde de forma normal pese a la hora, es totalmente factible introducir sesiones algo más exigentes como pueden ser fartleks al terreno o cambios de ritmo. Después un buen almuerzo y todo el día por delante para “recuperar”. De hecho, para deportistas populares que quieran doblar entrenamientos en horarios nocturnos, viene a ser una opción óptima ya que tenemos bastantes horas entre entrenos para descansar (particularidades en cuanto a trabajos muy físicos aparte).

Personalmente, la natación es la que más me cuesta realizar a primera hora. El pensamiento, al despegar los párpados en plena oscuridad de algunas mañana del pasado invierno, de verme en paños menores frente a la enorme piscina de 50m, me dejaba francamente tocado e incluso he de reconocer que me ha vencido en más de una ocasión durante los pasados meses.

No obstante, buscando argumentos de motivación, descubrí un video de Jan Frodeno en el que relata un día cualquiera de su vida. En él explica como algunas mañanas sufre dirigiéndose a la piscina e incluso se aprecia en dicho video a un Frodeno tambaleante entrando en el centro de natación con menos ganas que un niño entrando a un dentista.

Os lo adjunto por si no lo habíais visto y os sirve también a vosotros.

http://www.youtube.com/watch?v=sy-8NeoTfeI

Las próximas entradas espero dedicarlas a ejemplos concretos de entrenamiento: circuitos de bici, sesiones de rodillo, natación en el mar, entrenos atípicos de running, etc..

Espero también que sean entradas más breves para evitar así que pase tanto tiempo entre ellas y hacerlas algo más amenas que las interminables vomitadas de palabras que suelo realizar de una sola vez.



Mientras tanto, me encuentro “preparando” la X-Terra Berga, una prueba bastante alejada de lo que estoy acostumbrado a hacer pues se trata de una triatlón Olímpica de montaña. Los que me conocen saben que soy un absoluto negado sobre la bicicleta de tacos y que mi reducida técnica que hace un verdadero inútil tanto para subir terrenos difíciles como para descender en general. No obstante, y manteniendo mi nivel de incoherencia habitual, me ha motivado el hecho de que varios compañeros de sección a los que aprecio se han inscrito y me apetece probar algo diferente.

Martí Bigordà (para ser más exactos, su mujer, Raquel) me ha prestado una btt pues ni siquiera eso tengo y he realizado un par de salidas… Al menos para acostumbrar las piernas a la explosividad de la mountain bike.

Pese al formato Olímpico, se trata de una carrera larga. Los 1500m de natación se realizan en el Pantà de la Baells, escenario también de la Sailfish Berga, y no presenta ninguna dificultad (al menos que les de por abrir la presa). Después hay que enfrentarse a 26kms de btt con 14kms seguidos sin dejar de subir y durante los cuales se ganan casi 900 m de desnivel. A partir de ahí, a bajar esperando que no sea demasiado técnico para no perder mucho tiempo.

Una vez dejemos la bicicleta en Berga, nos enfrentaremos a 10kms de montaña ascendiendo al Santuari de Santa María de Queralt con un desnivel medio del 10% durante los primeros 5Kms.

Vaya, ideal para tostar las piernas las horas preliminares a la verbena de Sant Joan… suerte que después brindaremos el resultado, sea cual sea, con un buen vino y una buena barbacoa.


Salud y caña(s)!


miércoles, 8 de mayo de 2013

Extrememan Salou... ¿Quién me ha robado el mes de Abril?

Estoy contento de haber participado en la carrera del domingo.

Me había arrepentido, supongo que como muchos de los otros participantes, de haber hecho la inscripción a una carrera que se hacía tan temprano en el calendario ... el frío, la lluvia y el viento de estos últimos meses minan la moral de cualquier valiente y yo, de valiente, tengo lo justo para ir tirando.

Sin embargo, he extraído varias cosas positivas de la experiencia que he vivido durante los meses de preparación así como de la propia competición.

He tenido que hacer muchas cábalas y variaciones en mis entrenamientos de cara a extraer lo que creía que eran unos mínimos con los que llegar a la salida de la carrera con garantías de hacer una competición digna y ayer era, de hecho, una sorpresa - o, más bien, el resultado de un ensayo - comprobar cómo se comportaría mi cuerpo con un plan donde no he podido trabajar los volúmenes que, teóricamente, son necesarios para enfrentarse a una carrera de larga distancia.

Así que, en primer lugar, me ha servido para aprender algo más sobre mí mismo y darme cuenta de que no necesito tantas horas como pensaba para hacer una buena carrera.

Por otra parte, ha sido la primera carrera en la que he traspasado la línea de llegada con mi hija ... parece una chorrada pero me ha hecho una ilusión tremenda hacerlo (aunque la pobre estuviera gritando durante ese ratito, "mamma, mammmaaaa" sin parar, jajajaja).

Por último, todo lo que supone compartir un evento con un grupo tan fantástico como el que congrega la sección de triatlón del CNT, hace que uno se quede con ganas de repetir la experiencia.

A pesar de contar ya con unas cuantas carreras en mi historial, aún hoy hay cosas que no puedo evitar. Una de ellas es despertar el día de la competición, antes de que suene el reloj, sin parar de darle vueltas a la carrera y con aquella serie de pensamientos que a la mayoría nos merodean durante las horas previas al disparo de salida : "qué pocas ganas tengo de hacerla", "¿por qué narices me habré apuntado" ...

En esta ocasión no son ni las cinco que ya tengo los ojos abiertos. Imagino la salida de la carrera, como haré la natación, como descuelgo la bici de la barra ......
- Eh? ¿Qué es ese ruido? Pongo los dos pies en el suelo de un salto mientras corro las cortinas para comprobar, absolutamente estupefacto, que está lloviendo! Esto si que no me lo esperaba!.

Si hay algo que me saque de quicio es precisamente competir con lluvia. Lo he hecho en varias ocasiones y en ninguna de ellas he disfrutado de la carrera un solo segundo así que, como siga lloviendo hacia las 7am, tengo claro que no tomaré parte de la salida.

Llegada la hora de acudir a boxes para ultimar preparativos, las nubes han ido desapareciendo y parece claro que no va a llover. Ahora sólo falta que, antes de que nos lancemos a dar golpes de pedal, el sol haya podido secar la calzada y el factor seguridad esté asegurado.

Inicio todo el procedimiento pre-carrera y me doy cuenta que he olvidado las gomas .... coj.. ns!
Después de deambular entre compañeros consigo un par para fijar las zapatillas en los pedales. La ubicación que me han dado es buenísima para encontrar rápidamente la bici pero está en la punta contraria a la entrada/salida y eso significa que tendré que recorrer toda la longitud de boxes empujando la bicicleta, tanto en la T1 como en la T2 .... no puedo recorrer tantos metros con las calas así que las zapatillas se deben colgar, si o si!.

A falta de 15 minutos de la hora programada por la organización hago un fatídico descubrimiento ... he olvidado las gafas de natación en el apartamento!!! No tengo tiempo material de llegar y empiezo a preguntar a todo aquel que veo si alguien tiene algunas gafas, sin éxito.
Veo al Elias y le cuento lo que me pasa. Rápidamente nos ponemos a buscar por los alrededores de la zona expo y, cuando empiezo a pensar que no podré nadar, una voz me llama desde detrás:

-Eh! El de las gafas!

Me giro y, de entre un grupo de gente, un chico me levanta la mano. Se trata de Josep Maria Vidal, un triatleta del Reus Ploms que lleva unas de sobra y me las ofrece con una sonrisa.

Me acabas de salvar la vida - Le digo. Y, después de pedirle los datos, me dirijo hacia la playa.

- Jordi!, Ya las tengo! - Le explico a Elias que ya lo tengo solucionado y subiéndome el neopreno camino hacia el agua pediendo al cielo que las gafas hagan una buena estanqueidad en mi cara.

Sin cuestionarme siquiera la temperatura del agua, me meto de cabeza comprobando que las gafas se adaptan perfectamente a la fisonomía de mi cara ... bufffff ... respiro con fuerzas y doy algunas brazadas mientras me dirijo a la zona de salida.

Junto a Hermies, situados en segunda linea y centrados en el grueso total de participantes, me va comentando lo duro que será llegar a la primera boya.

Los minutos de retraso se hacen eternos y deseo escuchar ya el maldito tercer petardo que me ponga en modo competición de forma inevitable.


Por fin, todos a correr y durante un buen puñado de metros nos adentramos en el mar a base de movimientos compulsivos, entre saltos e intentos de avanzar de la forma menos ridícula posible hasta que el agua adquiere suficiente entidad como para iniciar la natación propiamente dicha.


Son momentos de alto requerimiento donde, entre la adrenalina del primer ímpetu y el ritmo fuerte para intentar ganar un espacio propio evitando que los que vienen por detrás no te pasen por encima, el corazón funciona a altas pulsaciones durante un buen rato .. . entre colleja y colleja no puedo evitar que me venga a la mente los entrenamientos de Elias... unos piramidales específicos para trabajar estos momentos iniciales de carrera...
Menuda suerte tenemos los del CNT con un tipo como Jordi Elias como entrenador... no hay dinero que pueda pagar su trabajo!.

El pronóstico de Hermies, ya perro viejo en temas de competiciones, no ha fallado un ápice y hasta la primera boya he llegado a base de golpes, unos más fuertes que otros, y echando mano de una mezcla de estilos donde el crol-waterpolo se ha impuesto por goleada.



Pasado el atasco de la boya, ya voy encontrando espacios donde poder nadar con mas tranquilidad y buscando mi ritmo de media distancia.
Poco a poco me voy notando bien y, en un momento dado, reconozco a Sergi Mendoza a mi lado, señal de que estoy realizando una buena natación y me animo para seguir generando propulsión acuática con los brazos.

Salgo y con algunas dificultades me desabrocho el neopreno mientras avanzo pisando la alfombra amarilla que nos llevará directo a la T1. De repente, la agradable sorpresa de ver a Sandra con Amaia en brazos (ayer dio mucha guerra a su madre para dormirse y había decidido levantarse más tarde). Es todavía demasiado pequeña para asimilar el impacto de ver a su padre corriendo con la cara amarilla y enfundado en un trozo de goma, pero ya veo en sus ojos que el tema le resulta divertido.







El tiempo de chip ha sido de 32'31'' y la natación un poco más larga de los 1900m planificados, en mi opinión.

Hago la transición un poco más lento de lo que había previsto y vuelo ya con la bici a mi lado buscando el final del interminable pasillo de bicicletas. La adrenalina fluye por mi interior cada vez que escucho mi nombre y reconozco las caras, desde el otro lado de la valla metálica,  de los amigos que han venido hoy a vernos.


Inicio el tramo ciclista sin problemas y hago los primeros kilómetros un punto por encima de lo que me aconseja la cabeza pero es bastante difícil controlar los ritmos de competición, sobre todo cuando uno se imagina la jauría de cazadores que vienen desde atrás en busca de presa fácil, jajaja.
Hay un ligero viento en contra que se hace más evidente en algunos puntos más expuestos pero con paciencia y juego de piñones paso este primer tramo, de unos 30km, y me adentro en el primero de los tres tramos de subida del circuito.



Llego al puerto de Alforja y noto como el asfalto se pega bajo las ruedas. Es una sensación lejos de la que estaba habituado hasta el año pasado ya que mi escasa altura y peso liviano siempre me ha hecho mucho mejor escalador que rodador, pero ahora parece todo lo contrario; cada vez me siento más cómodo tirando de plato y acoples en lugar de batallando contra el desnivel. Cojo un ritmo de subida suficientemente duro como para no perder demasiado tiempo y suficientemente conservador como para garantizar unas ciertas reservas de energía para los puertos que están por venir.

No he hecho previamente el recorrido pero algunos compañeros me han comentado algo acerca de los puertos que están por llegar, el peligro del viento, etc ... así que hay que reservar fuerzas e intento disfrutar del paisaje sin preocuparme cada vez que alguien me adelanta.

Inicio esta primera bajada y enseguida me doy cuenta que disfrutaré mucho descendiendo hoy. Hay días en los que me encuentro con mucha confianza y, casi sin tocar la palanca de freno, leo las curvas con antelación y dibujo la trazada con elegancia ... en estos días, bajar es un placer y lo hago con una sonrisa perpetua que me dura en la cara lo que dure la bajada .... pues bien, hoy es uno de esos días.

Unos cuantos kilómetros de transición para pasar el segundo punto rojo de la mañana, el puerto de Marrades.
Justo antes de llegar al puerto, me pasa un grupo formado por no menos de 15 unidades y sin ninguna intención de respetar el no-drafting .... Los veo como inician la subida todos juntos alejándose con velocidad curva arriba ... un rato más tarde, me pasa una moto de la federación pero ya estoy demasiado lejos como para saber si penalizaron a alguien.

Este puerto, según la información que tengo, consta de tan solo 2 kilómetros pero con un fuerte desnivel donde es preferible no quemar cartuchos ya que todavía nos quedará por delante un último puerto de unos 5 kilómetros y un buen rato tirando de acople hasta llegar nuevamente a Salou .

Nuevamente noto como se frena la bici subiendo y algunos triatletas me adelantan mientras voy pensando en todos los puertos que no he hecho durante estos meses de preparación. Ya veo lo que parece ser el final de una subida que ha resultado más corta de lo que pensaba y comienzo a pensar ya en la bajada que resulta ideal: carretera ancha con un asfalto perfecto y repleta de paellas que se pueden hacer a mucha velocidad. Avanzo rápidamente a todos los que previamente me habían pasado subiendo y no paro de disfrutar como un niño cada una de las trazadas que realizo.

Lamentablemente, el descenso llega a su fin y, en un santiamén, me encuentro pedaleando nuevamente hacia arriba el último puerto de la jornada, el de la Teixeta. Curiosamente noto que el pedaleo parece haberse vuelto más eficiente de lo que lo era unos instantes antes y, casi sin darme cuenta, ya me encuentro cogiendo el manillar por la parte inferior y preparado para tirarme al vacío de nuevo.

En esta ocasión se trata de una bajada aún más técnica que las anteriores debido a la escasa anchura de la carretera y, nuevamente, no dejo de pasar bicicletas. Muchas curvas parecen complicadas pero muy pocas lo son realmente y eso me ayuda a pasar sin frenar por lugares donde el sentido común te dice que lo hagas y me permite ganar bastante con respecto a otros competidores que bajan mas lentos.

Ahora toca mover el plato en un terreno que, a priori, está marcado como muy favorable pero que a mí no me lo acaba pareciendo tanto .... Hay ratos en que se va muy rápido pero hay otras en que la carretera pica nuevamente en positivo al tiempo que un viento asqueroso parece que se esté riendo de mí ...
- Pero tú no estabas soplando en contra cuando subía ? - Le espeto con la boca cerrada observando cómo las pequeñas ramas de los árboles se inclinan en sentido contrario al de mi marcha ...

Por fin llego a las rotondas que me llevarán directamente al centro de Salou y, siguiendo el carril de conos preparados por nuestra marcha, llego al paseo mientras saco los pies de las zapatillas y pedaleo con la carne de gallina por aquel pasillo de gente gritando a pleno pulmón y recargando mis dañadas pilas.

Salto de la bicicleta y encaro nuevamente el interminable sendero amarillo hasta llegar al final de la barra izquierda donde cuelgo mi formidable acompañante ... hoy nuevamente se ha comportado como una campeona.



Tiempo invertido: 2h52'16'' y velocidad media de 31,35 Km/h ... Considerando el tiempo trabajado sobre la bici esta temporada, me doy con un canto en los dientes.

Me dirijo a la zona de transición, ato el casco a la bolsa, agarro el garmin, me pongo la gorra y me calzo las zapatillas para iniciar el último segmento del día, la media maratón.

Esta media es de las que hacen daño, de aquellas en las que pagas caro si te has pasado sobre la bici, de las que reparten a discreción petos de abandono para todo aquel que haya vaciado las baterías más de lo recomendable. En cualquier caso, es una media que se hará dura para todos puesto que nos ponemos a correr después de un circuito exigente de bici y muscularmente las piernas llegan al límite.

Es un circuito familiar para mí. Recorrí buena parte durante 4 veces cuando esta carrera se hizo en versión IM, en el 2011 ... y soy consciente de lo que hay por delante.

Salgo colocandome el gps en la muñeca izquierda. No es un accesorio que suela llevar en las competiciones pero en carreras como éstas me va bastante bien por dos motivos: Primeramente me sirve para frenar el ímpetu inicial y controlar el ritmo (esto hoy no pasará) y, en segundo lugar, para carreras duras como éstas me va muy bien ya que me canta que voy mejor de lo que mis sensaciones me dicen.

Tal y como esperaba, no llevo un correr fácil pero no tengo grandes problemas para mantener una postura correcta tampoco. Enciendo el reloj y dejo que pasen unos minutos hasta que haya conexión con el satélite.

Apenas dejo el área "turística" de Salou, y comienzo a encadenar rotondas en la zona más solitaria del circuito, compruebo de un vistazo rápido a la pantalla que el ritmo al que estoy corriendo es cercano al 4'/Km ... No deja de sorprenderme la facilidad con la que corro cuando me bajo de la bici y es el tipo de sensación que mantiene mi motivación para seguir entrenando este deporte.

Estoy a punto de dejar una de las primeras rotondas cuando veo a Quique sentado en el lateral haciendo estiramientos. Incluso antes de aminorar el ritmo ya me está diciendo que no pare, que son problemas musculares. En ese momento pienso que se trata de las lógicas rampas que pueden aparecer en un día como hoy pero, más tarde, me explicará que ya arrastraba problemas de isquiotibiales los días previos y le han aparecido sobre la bicicleta ... demasiado poco margen me llevaba.

Sigo avanzando pensando en la fuerte rampa de la que tengo referencias gracias a los compañeros que vinieron a probar el circuito semanas atrás (esta no estaba en el IM) y, una vez me planto allí, verifico que no han exagerado en absoluto. Son unos 300m formado por 3 curvas en las que uno debe concentrarse para no sucumbir al impulso de echarse a caminar y que me recuerdan muchísimo a una zona del Parc Güell por la que solía correr cuando vivía por aquellos lares, diez años atrás.

Por suerte, una vez acabado el suplicio, enlazamos con una bajada perfecta para volver a recargar energías y en las que compruebo ritmos por debajo de 4 nuevamente ... bufffff ... hay que pasar otra vez por aquí! Ya hay que tirar del manual de gestión, como diría el compañero Romero.

El circuito todavía ofrece otra zona productora de arcadas (un asco, vaya), que es la la ida-vuelta al paseo, una vez pasados los boxes. Es un invento para alcanzar los 10,5 Km de los que consta una vuelta y un bucle que se hace realmente eterno. A pesar de tratarse de una zona llana, tiene un componente de fatiga extraño de digerir. Aquí también intento distraerme mirando hacia el mar, los niños que juegan o reproduciendo interiormente alguna de esas canciones que llevo en mi iPod mental.

Cuando yo inicio esta zona me cruzo con Hermies que ya vuelve así que, calculo, me debe sacar unos 8-9 minutos. Si no ocurre nada extraño, hoy cruzará la línea de llegada por delante de mí.

Por detrás, y más o menos a la misma distancia relativa que me separa de él, veo a David que corre con soltura y que también está haciendo una carrera brutal! Poco después me cruzo con Jordi Ureña quien, a pesar de haber estado parado un par de semanas con molestias, emite la imagen de poder finalizar la carrera sin ningún problema.



Nuevo paso por boxes y subo una marcha. "Sólo" falta una vuelta y creo que me quedan energías para aumentar un poco el ritmo. Saludo a muchos amigos con la mejor sonrisa que puedo dibujar, choco las manos de todos los niños que esperan con ilusión que alguno de los locos y locas que hoy corren vestidos con tirantes les devuelvan el gesto a su mano extendida, e inicio nuevamente el paso de las rotondas de las que me voy despidiendo a medida que van quedando atrás.

El segundo paso por la rampa me pone los cuádriceps en alerta y me fuerza a realizarla a base de pasitos cortos mientras sigo saludando y animando a otros compañeros de la sección que están en su primera vuelta para enlazar con mi última danza con el paseo donde compruebo, con cierta alegría que, a pesar de haberle recortado unos minutos al compañero Hermies, hoy ha sido más fuerte que yo y finalizará en buena posición la que ha sido, hasta ahora, su mejor carrera de larga distancia.

Encarar la recta final de una carrera de larga distancia supone siempre el mejor sabor de boca de la jornada y un sentimiento de satisfacción y orgullo personal siempre me invade cuando lo hago.
Normalmente lo suelo dedicar a mi padre quien, con toda certeza, estaría mirándome con el pecho hinchado y tratando de mantener sin ningún éxito un semblante de control y seriedad .... pero hoy me he olvidado de ti .. hoy he reservado mi pequeño homenaje para felicitar el día de la madre a Sandra y para darles un beso tanto a ella como a mi hija, así que recorro casi caminando la alfombra que señala el pasillo de entrada en meta buscando sus caras entre el público.

De repente localizo a Sandra gesticulando y me voy para allá. La beso y me pasa a Amaia, que no entiende muy bien qué pasa, por encima de la valla ...

Miro el arco de meta y me dirijo hacia allí trotando con mi hija en brazos mientras trato de distraerla diciéndole cualquier chorrada. Pasamos la ansiada linea final y consigo despistarla lo justo para que mire la cámara e inmortalicen un momento especial para mí.



Tiempo media maratón: 1h30'

Tiempo total: 4h59'10''  y clasificado en la 64ª posición.


Otra carrera en el bolsillo, otra carrera que he disfrutado aunque en esta ocasión al proceso para llegar me costaría encontrarle un adjetivo calificativo positivo .... mmmm .... quizás lo definiría como interesante, pero es la última vez que me inscribo en una triatlón a inicios de Mayo, eso lo tengo ya muy claro, jejejeje.

No tengo todavía idea sobre qué será lo siguiente, quizás seguir dándole al trideporte en versión más corta, quizás echar mis pasos a la montaña o tal vez volverme a enrolar en alguna locura similar a ésta última.... en todo caso, vienen unos buenos días de desconexión y descanso para tratar de remendar algún que otro roto en mis vestiduras...













viernes, 26 de abril de 2013

Manual para el triatleta popular, además de otras muchas cosas más... 1a parte



¿Es posible ser un buen triatleta al tiempo que mantener unos niveles aceptables en las funciones de esposo, padre, asalariado, ente social, etc..?.

La buena noticia es que SI !......... pero con matices.

Los matices en cuestión hacen referencia a cómo acotemos la acepción “ser buen triatleta”. Si ser buen triatleta significa estar subido en cualquiera de los 3 escalones del podio al finalizar una carrera… mmmm …. en ese caso, la gran mayoría de nosotros no tendremos opciones, ni tan siquiera entrenando como profesionales.

Incluso si concebimos ser buen triatleta como finalizar un triatlón local entre los, digamos, 20 primeros clasificados pues también va a resultar un objetivo muy complejo para la mayoría de los populares que copamos semana tras semana la línea de salida de cualquier carrera popular.

Pero si nuestras ambiciones competitivas son realistas y asumibles - sin perder de vista que somos deportistas populares - y teniendo en cuenta las facultades físicas y mentales de cada espécimen en cuestión, en ese caso sí podemos llegar a realizar buenas actuaciones al tiempo que cumplir con el resto de tareas sociales.

En mi opinión, el objetivo o reto deportivo que nos marquemos en un momento X de nuestras vidas debe surgir de la combinación de dos factores:

a) De cuánto tiempo voy a disponer para preparar la competición.
b) Cuánto sacrificio estoy dispuesto a invertir en el reto.

Así, una vez realizado el cocktail de ingredientes, debo valorar si cierto objetivo es factible o una absurda tontería que me va a generar insatisfacciones y frustración.

A modo de ejemplo, en el momento actual de mi vida no se me va ocurrir preparar un Ironman con el objetivo de bajar de 10 horas ya que no dispongo de tiempo para ello o, dicho de otro modo, para obtener el tiempo que debería emplear para ello sería necesario invertir un sacrificio demasiado grande (horas más que intempestivas, tiempo de familia hipotecado, etc…). Y, puesto que no tengo ninguna intención de ir a un Ironman a arrastrarme (si no me he preparado de forma adecuada, no me presento en un IM), pues éste se convierte en un objetivo no realizable.

Pues bien, empezando por lo segundo: para valorar la cantidad de sacrificio que podemos llegar a invertir, debemos reflexionar sobre cuán motivante es determinado objetivo para nosotros.

Y la extensión de la reflexión es tan grande como seres individuales hay en la tierra… acabar una carrera de 5km puede ser mucho más motivador para Juan que para Daniel acabar en la posición 17 de la UTMB…

Y puesto que, y ahora no voy a engañar a nadie, el sacrificio que nos va a tocar asumir va a ser bastante elevado, es mejor buscar un objetivo que realmente nos motive, como dirían los jóvenes, que nos ponga palotes!

Ahora toca tratar el segundo factor: ¿Qué tiempo puedo dedicarle al deporte?. Aquí cada uno debe cogerse su libreta, lápiz y goma (pues normalmente hay que corregir bastante), marcar sus “obligaciones” diarias y analizar qué espacios reales le quedan en el pedazo de papel… He aquí mi papelillo marcada mi jornada laboral partida, recoger a Amaia en la guardería y tratar de mantener las tardes para quehaceres familiares…


Todos conocemos casos (o quizás lo hemos vivido en primera persona en algún momento de nuestra vida) de populares que priorizan sus entrenamientos por encima de aspectos laborales, familiares, etc…. Aquí, cada uno que aguante su vela, pero creo que es importante no perder el norte y saber en cada momento qué malabares pueden llegar a ser contraproducentes para nuestro equilibrio emocional…. Ostia, estoy releyendo la última frase y me cuesta entenderla!!... vamos, que es mejor perder un entreno que encontrarte la carta de despido en recursos humanos o las maletas en la puerta porque tu jefe o tu mujer han llegado a un punto de no retorno, jejeje…


Volviendo a mi persona (mi condición de hijo único ha impregnado en mi carácter un puntito de egocentrismo ridículo… y además estoy en mi blog, que carallo!), y analizando mis horarios libres (mayormente previos a jornada laboral, nocturnos así como algunas horas del fin de semana y alguna hora robada a la familia tras el trabajo), me dan una indicación de que un half sería el límite asumible y siempre con la idea de que va a ser complicado llegar en el mismo estado de forma que lo hacía en años pretéritos.

En este inicio de temporada el objetivo marcado en rojo es el Extrememan Salou, de distancia Half (1,9 - 90 - 21), que tendrá lugar el próximo fin de semana y como ejemplo contrario a todo lo escrito anteriormente, sin ningún objetivo claro marcado.
En anteriores competiciones de este tipo siempre me he puesto un listón (quedar entre los 25 primeros, hacer menos de 5 horas, ...) pero en esta ocasión no me he marcado ningún reto más allá de un genérico "hacer una carrera digna"...

La verdad es que el sacrificio que me ha resultado entrenarlo ha sido, en ocasiones, mayor de lo que estaba dispuesto a asumir; seguramente por esa falta de definición en el objetivo a cumplir. El asqueroso invierno que nos ha tocado pasar, encapsulado en frio, lluvias y viento no ha ayudado en absoluto a plantarme con la mejor de las sonrisas a las 6am en el borde de la piscina y dispuesto a darlo todo en el agua. Por no mencionar el hecho de salir en bicicleta todavía de noche, mientras unas desagradables gotillas de agua me llenaban los cristales de las gafas y los dedos de las manos se me acartonaban del frío mientras mi cabeza no hacía más que preguntarse qué narices estaba haciendo ahí.
Digamos que he estado tan al borde entre sacrificio y motivación que en algunas ocasiones he desechado el entreno, simplemente me he quedado durmiendo un poco más, o me he puesto el pijama en lugar de las mallas…. Es lo que hay.

Pero, pese a todo, debo reconocer que la voluntad finalmente ha podido con la desmotivación y, en términos generales, he cumplido con un plan de entrenamiento para finalizar más que dignamente el half (espero).


Hasta aquí una disertación más o menos aburrida sobre objetivos, motivación y gestión del tiempo en el deporte y, en mi próxima entrada, compartiré los entrenamientos que considero clave para preparar un half y cuales han sido las alternativas que he tenido que inventar para progresar cuando la disponibilidad te relega a la oscuridad y al frío… creo que puede ser útil para esos locos que quieren ser triatletas además de otras muchas cosas más…



martes, 26 de marzo de 2013

II Cursa muntanya Ullastrell "La Serralavella"



Ullastrell volvió a ser una fiesta el día 17 de Marzo durante la segunda edición de la cursa de muntanya de la Serralavella y, pasados ya unos días desde entonces, respiramos por fin los organizadores, jejejeje.

Al igual que en la primera edición, nos planteamos el evento con un enfoque deportivo-cultural queriendo unir el aspecto “competitivo” con cierta difusión del patrimonio del pueblo, tanto a nivel geográfico como gastronómico y, por lo tanto, hemos querido invertir los recursos con lo que disponíamos en buscar un circuito que pudiera resultar interesante para los corredores populares sin dejar de lado aquellos que buscan algo más de dificultad técnica y dureza.

Asimismo, el dar el máximo de servicios y obsequios a los participantes también era otra de las prioridades huyendo de las típicas camisetas que uno no sabe ya ni donde dejar.

Finalmente todo resultó un éxito, desde el número de inscritos que superaron la previsión de 400 participantes, como el desarrollo de la carrera, los servicios ofrecidos a l@s corredor@s agradaron y la crítica posterior ha sido inmejorable.

Desde luego que han quedado algunas cosas a mejorar, incluso algunos detalles logísticos en los que no habíamos fallado en la primera edición, en esta se nos han escapado, posiblemente por un exceso de confianza. Nada que no pueda ser subsanado y muy válido para mantener la alerta encendida.

Finalmente unos 420 inscritos tomaban la salida bajo el Thunderstruck dels ACDC para enfrentarse a los 11 kilómetros de los cuales destaca “la U d’Ullastrell”: Una bajada bastante técnica hasta la riera y una vuelta al pueblo con unas rampas en las que mantenerse corriendo resulta una gesta complicada.

A la llegada, ubicada en la pista polideportiva, los corredores pudieron tomar algo de fruta, chucherías, una botifarrada, un huevo frito (mención especial a la colaboración d’Avícoles Lleonart que ofreció huevos tanto para la bolsa del corredor como para todo aquel que quisiera comerse uno mientras esperaba la llegada de los corredores o al finalizar la carrera), asimismo pudieron recibir un masaje recuperador a cargo de David Atienza y comprobar si habían sido premiados en el sorteo de material cortesía de algunos de nuestros colaboradores (Kañera, Hotel La Mola, etc…).

De la bolsa del corredor nos sentimos especialmente orgullosos puesto que cada día cuesta más conseguir meter cosas por una inscripción de 10€, pero sinceramente pensamos que es una bolsa original y digna:

- Pan de 1/2Kg d’Ullastrell.
- Botella de vino de mesa del celler.
- Buf de invierno.
- ½ docena de huevos.
- 1 Danup
- 1 litro de caldo Aneto
- 1 Aquarius.
- Vale por 30min de masaje en la tienda Runparadis.
- Crema pre-post competición “Livesnaturals”
- Bolígrafos

Foto cortesía de Paco Gómez (blog Dureza extrema)

Personalmente muy satisfecho con todo lo que ha englobado la organización de la carrera y, sobretodo, con la colaboración de los voluntarios que durante medio domingo (algunos medio sábado también) hipotecan un trocito de sus vidas para realizar una labor en favor de los otros. Chapeao por ellos!

Ahora es tiempo de tomar nota de las cosas que han salido bien, las que no han salido tan bien, comentarlas con una cervecita e intentar que el año que viene sea mejor!




viernes, 8 de marzo de 2013

Mitja de Montornes…. Hay poco Rock and Roll



Que grandes recuerdos de juventud cuando sonaban a todo trapo los Platero a través de los castigados altavoces de mi Seat Ibiza. Supongo que debía ser todo un cachondeo ver a aquel chavalillo con gafas de pasta cantando a pleno pulmón mientras esperaba que la luz verde del semáforo se iluminara nuevamente… en fin, todos tenemos un pasado.


De entre todos los temas de Platero y tu había uno que me gustaba especialmente: “hay poco rock and roll”. De hecho, este tema acedeciano lo estuvimos tocando durante unos años como parte del repertorio de nuestro grupillo poprockmetalero… en fin, todos tenemos un pasado, jeje..

Pero, incluso en estos tiempos (parafraseando ahora a Sabina), ese estribillo tabernero sobrevuela insistentemente mi cabeza… Inicios de Marzo y todavía HAY POCO ROCK AND ROLL!!!.

El pasado domingo tocaba ir a Montornés con el objetivo de esforzarme y finalizar la carrera. La idea era hacer la media con algo de fatiga acumulada así que salí un par de horas en bici el día anterior (después de 5 semanas sin haber sacado la flaca a pasear, con poca cosa ya tenía asegurada la fatiga…) y sin más idea que la de moverme por sensaciones, me plantaba junto a Alex y Fabra en la salida de la cursa.

El frío de los primeros compases de la mañana se transformó rápidamente en una temperatura agradable que, a medida que avanzaba la carrera, acabó convirtiéndose en un calorcillo semi-molesto.

Primeros kilómetros en los que busco un ritmo donde mantenerme con cierta comodidad. No tengo mucha idea de la velocidad que llevo pero supongo que algunos segundos por debajo de los 4’/km.

Algo más rápidos van Alex y Jordi quienes se alejan por delante mío mientras yo sigo sumando metros tratando de mantener un ritmo adecuado. Sobre el km 7 alcanzo nuevamente a los compañeros quienes han ido rebajando el ritmo y, a partir de aquí nos vamos Jordi y yo, quedándose algo descolgado Alex.

Llegamos a la Roca, sobre el km13, para dar media vuelta e iniciar el teórico descenso que nos conducirá a Montornés. Una vez más, la falta de kilometraje en los entrenos empieza a pasar factura y, sobre el km15, empiezo a escuchar internamente el “battery low”. El ritmo cada vez es más lento y las piernas se declaran por momentos en estado de embriaguez lo que me obliga a tensar la cuerda notablemente.



La sensación es de estar subiendo más repechos de los que habían a la ida y, en uno de los repechos, el ritmo cae tan remarcablemente que nos vuelve a enganchar Alex desde detrás.

La alarma se enciende!… A este tio no va a haber quién lo aguante durante la semana próxima en el watsapp como entre por delante!!!. Habrá que atacar en el último repecho duro para volver a descolgarlo y mantener virgen el orgullo personal, jejeje.

Llegado el fatídico repecho, de algo menos de 1km de distancia, pongo la carne en el asador mientras Jordi se va unos metros por delante de mi. El golpe de efecto funciona y Alex ha sucumbido al infalible ataque dejándose caer por detrás, jajaja….

Último kilómetro de bajada benevolente para enfilar la recta de llegada con las fuerzas más que justas y ver en la pantalla un castigador 1h24’…. 4’ más que el año anterior… y, aunque el tiempo es un gran maquillaje de las emociones, diría que sufriendo más que el año pasado.

En fin, como cantaba Fito en una época en la que ambos teníamos más pelo…. “Hay poco Rock and Roll”.