martes, 19 de junio de 2012

TRIATLON DE ZARAUTZ 2012




El segundo de los objetivos de la temporada llamaba por fin a la puerta. Zarautz ya no era un pensamiento etéreo que merodeaba mi cabeza, si no algo tangible que me aguardaba ya a escasas horas y kilómetros de casa…. Vaya! Ahora me he puesto un poco trascendental!

Esta temporada ha sido un tanto atípica. Con el nacimiento de Amaia, trasladé el descanso a Julio y empecé la temporada hace un porrón de meses lo cual me ha producido un aburrimiento considerable a la hora de entrenar, sobretodo teniendo en cuenta que los sacrificios este año para sacar sesiones son mayores que años atrás: tratar de combinar trabajo, familia, compromisos y deporte es cada vez más complicado.

Como estudiante que ve las orejas al lobo en épocas cercanas a exámenes, decido ponerme las pilas las 4 semanas previas a la cita. Hago los mayores esfuerzos personales aumentando los entrenos, buscando motivación para correr en Zarautz y, lo más duro de todo, cuidando la dieta un poco para dar energía al cuerpo y afinar algún kilo, que siempre se nota cuando no hay que arrastrarlo.

Combinamos la carrera con unos días de turismo por el área Donostiarra y nos hospedamos junto a algunos compañeros del club en una hermosa casa situada en la zona montañosa de Zumaia con unas vistas preciosas sobre la costa y donde uno se siente en paz con el universo eterno…. Carajo! Otra vez me está dando la vena tontona!.





Puesto que el cupo de sacrificios ya estaba más que cumplido, estos días tocaba sucumbir a las tentaciones mundanas de la buena gastronomía Vasca:

Arguiñano: Muy buena relación calidad/precio y donde nos sentimos tratados de forma exquisitamente familiar.

Sidrería Arizia: Fantástico el menú variado y, como no sólo de pan vive el hombre (que canta Robe en Pepe Botika), sidra y pacharán hasta que se clava una risa tonta en nuestra cara bastante delatora.

Pero, señores, centrémonos en la parte deportiva… que para eso (también) hemos venido!

Entre los triatlones míticos que se organizan en la península Ibérica, Zarautz es quizás el que más veces había escuchado en boca de todos, del que más había leído en revistas especializadas y el que más me habían recomendado los “veteranos” de nuestro deporte.
Una frase frecuentemente recurrida es “si te gusta el triatlón, tienes que correr Zarautz al menos una vez en la vida”… en breve, lo íbamos a comprobar.
Antes de la carrera ya era consciente de que me tocaría tirar de mis reservas de optimismo pues eran varios los factores en contra acontecidos: Había perdido las gafas de natación teniendo que estrenar unas el mismo día de la carrera, debería correr sin ver los ritmos instantáneos pues me había olvidado el GPS, en la entrada a boxes me dicen los jueces que tengo el casco roto y sólo tengo 15  minutos para ir corriendo a una tienda a comprar uno nuevo.. buffff… demasiado para mi body, brothel !







(Foto por Santi García-Cascón)

Este último incidente me hace sopesar por un momento si vale la pena correr la carrera… buscar una tienda en tiempo record, desembolsar unos euros extras, sumado al estrés de ir con el tiempo más que justo; no estaba en absoluto en mis planes… pero entonces Sandra me hace ver que el objetivo principal de venir aquí era precisamente correr la dichosa carrera así que, de repente reacciono y me veo corriendo por el paseo en busca de 3BAT, la tienda de Héctor Llanos.

Regreso a boxes con los nervios a flor de piel pues tengo el tiempo justo para preparar el material y coger el último de los buses que salen hacia Getaria.

Por suerte, no seré el único que ha tenido problemas para entrar a boxes y, mientras salgo corriendo en busca del autobús, todavía hay algún rezagado que entra sudando en el área de bicicletas.


Subiendo al autocar junto a Alex, Sergio, Dani y Jose Manuel

Tras un inicio un tanto accidentado, por fin estaba enfundado en mi neopreno, observando la costa de Zarautz en la lejanía y concentrándome por disfrutar la carrera.
 


Respiro profundamente y clavo los pies para coger tracción al tiempo que suena la bocina que marca el inicio de la prueba.


Los primeros 300 metros no dejan lugar a dudas de que esto es un auténtico triatlón: Multitud de cuerpos mezclándose unos sobre otros hasta hallar un espacio “tranquilo” que permita a cada uno bracear sin la desagradable sensación del golpeteo intermitente de miembros en movimiento.

Avanzo con facilidad, agarrando agua de forma efectiva y sin agobiarme por las continuas corrientes que sacuden en ocasiones mi cuerpo de izquierda a derechas, poniendo en serio peligro el proceso natural de digestión de la pasta que comí dos horas antes.
A partir de la primera boya veo a mi derecha a Hermies y eso es siempre sinónimo de estar haciendo un buen parcial acuático… esta vez, parece que no fue tanto así…

Ya estoy pasando las dos grandes boyas blancas a partir de las cuales me quedarán unos escasos 500 metros para alcanzar la orilla. Me escoro hacía la izquierda y, a falta de unos 200 metros, decido que es un buen momento para iniciar el proceso de “surfeo” aprovechando el fuerte oleaje.   
La teoría es sencilla: aprovechar la ola para remar fuerte cuando estás en lo alto y, de esta manera avanzar muchos metros con un ahorro considerable de energía… -Ay! Pequeño saltamontes… cuánto queda por aprender.

Llega la ola, noto como me levanta y empuja aprovechando este momento para bracear enérgicamente esperando progresar notablemente mediante esta técnica. Casi he llegado a la altura de 3 chicos de la cruz roja que esperan de pie a unos 200 metros de la arena cuando me dispongo a ponerme en posición vertical…. ¡pero!.... ¿dónde carajo está el suelo???... No puedo clavar mis pies mientras siento una fuerza que me succiona hacia atrás llevándome nuevamente al punto de inicio.
Repito durante varias ocasiones la iteración “surfeo – imposibilidad de poner los pies en la arena – succión alejándome de la orilla”, hasta que noto una fuerte rampa en el gemelo que me obliga a girarme chillando mientras trato de estirar el músculo afectado.
Obviamente, la fuerza de las olas me centrifuga una y otra vez mientras empiezo a sufrir por salir del agua. Desde mi posición voy viendo como multitud de triatletas avanzan en lenta procesión por la parte derecha de la playa al tiempo que yo sigo luchando por bajar mi gemelo derecho y buscando tierra firme donde anclar mis pies cosa que, finalmente, consigo tras tres largos minutos de angustia y movimientos acrobáticos.

Subo, todavía descolocado, hacía los boxes para hacer una transición que se me antoja eterna y veo compañeros por boxes a los que normalmente les debería haber sacado un buen ramillete de minutos. 


 

He salido en posición 250 del agua y es hora de poner el cronómetro mental a cero. El Cantábrico no es un lugar fácil para algunos animales de aire Mediterráneo como yo, ahora toca centrarnos en lo que resta de carrera.. que todavía es mucho.



Inicio con serenidad el parcial ciclista, subo Meagas a plato pero cómodo y me mantengo reservando energías durante las primeras dos vueltas con la máxima “si te pasas en los primeros 60 kilómetros, tienes muchos números de acabar fundido en Zarautz”… La tercera vuelta es la clave real de la carrera, donde te puedes vaciar si llegas muy justo…  y todavía faltarán 20 kms más a pie!.



Atravieso el centro de Zarautz camino de la temible subida al muro de “Aia” que se inicia tras un giro a izquierdas en una carretera encementada de un solo carril. La subida se me antoja inhumana y, dependiendo del desarrollo que hayas montado y de las fuerzas que hayas reservado, fácilmente puedes acabar subiendo a pie algunos tramos. 


En mi caso, la estrategia reservona y un fantástico plato de 32 dientes me permiten ir avanzando mucha gente mientras mis riñones no dejan de decirme que algunas de estas rampas son realmente  brutales, jajaja.

Las caras subiendo el muro son un poema…

Bajada rápida y todavía un último escollo de poco más de un kilómetro, desde Orio hacia Zarautz, para acabar de restar fuerzas a los que hayan apostado sus mejores cartas en este sector.
Noto las baterías bastante llenas y me doy un homenaje subiendo este tramo final. Bajo algún piñón y empiezo a pasar gente constantemente mientras algunos me miran sorprendidos viendo la diferencia de velocidad… para parecer un loco, sólo me faltaría ir gritando B A N Z A I  !!!!!

Acabo de rellenar las pilas al encarar la calle principal de Zarautz repleta de gente animando incansablemente a cada unos de los triatletas que estamos finalizando el segundo de los tres circuitos necesarios para alcanzar la camiseta de finisher.

Foto extraída de PhotoDeporte que da una idea del público asistente.

Llegada a boxes tras 2h29 sobre la bicicleta, cambio rápido de zapatillas y miro el cronómetro para tener una referencia con la que hacer mis cálculos de ritmo durante los próximos 20 kms a pie mientras escucho mi nombre continuamente… algunos de los que me animan son mi familia y amigos, otros son desconocidos que leen mi nombre en el dorsal y me alientan sinceramente a seguir sacrificándome hasta conseguir el objetivo de meta.

Primeros kilómetros de tanteo con algunos momentos extraños hasta que todo se pone en su sitio y encuentro, por sensaciones, el ritmo en el que mantenerme para afrontar la carrera a pie.



Llego al Km 5 en 20 minutos exactos y mis pies rebotan sobre el asfalto de forma fluida camino del km 10, que paso en 40’ clavados… estoy un tanto sorprendido pues no había supuesto poder llevar este ritmo durante tantos minutos…

Cada paso por la zona de llegada, que encararé al finalizar la tercera vuelta, es un incremento de adrenalina brutal. Quizás el recuerdo de la llegada a meta de algún Ironman pueda ser comparable con lo que se vive cada vez que atravesamos el pasillo de vallas repleto de gente gritando y animando como si estuviésemos a punto de ganar unas olimpiadas… qué implicación, que pasión!.

La zona de traviesas de madera situadas en la playa se hace un poco más pesada pero el cuerpo todavía avanza con relativa facilidad y el magnífico ritmo se mantiene firme; lo cual me permite ir adelantando a corredores constantemente. 


 

En el momento de iniciar la tercera vuelta, sobre el km13 donde están los míos animando, veo que estoy alcanzando a Hermies quien había iniciado el tramo a pie con más de cuatro minutos de ventaja. Esto me confirma que stoy haciendo una magnífica carrera a pie. Me pongo por un momento a su lado, me comenta que va vacio y, aunque poca cosa puedo hacer por ayudar, le recomiendo que coma un poco y paciencia…. Vuelvo a engranar el ritmo crucero y llego al km15 en 1h clavada… todavía a 4’/km… brutal!!



Los últimos 5kms son 20 minutos de agradables emociones sintiéndome con fuerzas para mantener el ritmo y dando la mano a todos los chavales que me animan desde ambos lados del recorrido.

Tomo la preciosa goma blanca que me indica el último kilómetro de gloria y, casi sin tocar el suelo, se me pone la piel de gallina por última vez al pasar la zona vallada del centro histórico bañándome en el jolgorio del público.


Encaro los últimos metros y lanzo dos besos al aire, uno para mi padre y otro para mi suegra. Es un homenaje demasiado pequeño para ellos pero eran gente humilde… seguro que lo sabrán valorar.

Paso el arco de meta en posición 60 tras remontar casi 200 posiciones, plenamente feliz de haber vivido esta experiencia… me he divertido, me he mantenido fuerte a nivel mental y he hecho el parcial a pie de mi vida… ¿qué más se puede pedir?

Y allí, plantado orgulloso con mi camiseta de finisher, me confirmo a mi mismo “si amas el triatlón, tienes que hacer Zarautz.. aunque sea una vez en la vida”.

viernes, 1 de junio de 2012

Triatlo B de Banyoles

Empiezo a cuestionarme seriamente si es conveniente hacer crónicas tan largas.
Inicié la que sigue hace 22 días pero, entre el escaso tiempo del que dispongo y mi manía de incidir tanto en los detalles, hace que no sea capaz de llevar al día el blog y cuelgue crónicas de carreras que pasaron hace ya más de un mes!….. En fin, lo sopesaré más adelante. Posiblemente tarde en llegar a una conclusión 20 ó 30 días más, jeje.

TRIATLO B DE BANYOLES

De un manotazo cierro el portátil tan pronto la luz del piloto azul se extingue indicando que el proceso de apagado ha llegado a su fin.
Por fin empieza este largo fin de semana de cuatro días y de inmediato partiremos hacía Banyoles donde pasaremos un par de noches en una masía rural con el objetivo de renovar el urbano fluido de nuestros pulmones por un aire mucho más puro de la Garrotxa y, como no, participar en el B de Banyoles.
La logística no es sencilla: que si la comida para dos días, que si la cuna de viaje, desmontar la bicicleta para que no sobresalgan las ruedas por el lateral trasero del coche,… 
- ¿Ya cabrá todo dentro? – Me pregunta Sandra con cara de incredulidad.
- Si, hombre, si! – Le respondo esforzándome en sonar contundente mientras de reojo voy mirando las bolsas de la niña, las nuestras de la ropa, las de la comida, bebida, la mochila de triatlón con todo el material de la carrera, la bici apoyada sobre la columna del parking, el carro de Amaia… y no puedo evitar pensar que, para dos noches, nos estamos pasando en algo…
Es momento de desplegar mis mejores armas como maestro de tetris: La cuna en el fondo, las bolsas comprimidas formando una base estable donde puedo colocar las bolsas de víveres e incluso la rueda trasera. En el asiento del copiloto dejo el carrito y, aprovechando el hueco que queda entre el asiento y el respaldo del carro, acuño una pequeña bolsa y el colchón plegado de la cuna.
Bieeen, ya solo falta hacerle hueco a la rueda delantera de la flaca así como las pizzas y tartas de manzana preparadas por Sandra….. buffffff…. Quién le iba a decir al chavalito aquel que podía pasar una semana entera escalando por el pirineo con una tienda de campaña minúscula, una esterilla medio roída y una bolsa de plástico rellena de latas de calamares en su tinta; que estaría hoy haciendo cábalas para rellenar todos los espacios de su vehículo con artilugios tales como Hello Kities, pingüinos de Madagascar y unos polvos raros que al mezclarlos con leche crean una especie de mejunje energético con sabor a 8 cereales con miel… jajajaja…somos energía: ni nos creamos ni nos destruimos, pero sin duda nos transformamos!.
Izamos velas con rumbo a tierras Gironines donde, tras poco más de una hora, fondeamos nuestra embarcación e iniciamos el traspaso de material desde el coche a la magnífica casa que hemos reservado. 
Els Lledoners, a unos 3 kms de Crespià, es una masía restaurada con una amplia cocina y comedor, 4 habitaciones de matrimonio con baño y una zona de relax en la zona superior desde donde se puede divisar una magnífica vista de los campos verdes que nos rodean.

Hoy la compartiremos con Marta, Alex y sus entrañables Oriol y Laura. Mañana llegarán Sergio y Carlos quienes, por motivos de fuerza mayor, no han podido unirse a nosotros el viernes… ellos se pierden la carga de hidratos de la primera noche…

Sin demasiada prisa amanece el sábado y, antes de desayunar, Alex y yo procedemos con la tradicional “activación”: unos 30 minutos de ciclismo suave seguidos de diez minutos de trote que tienen un beneficio terapéutico-mental más que realmente físico.
El resto del día lo pasaremos visitando una feria de quesos y vino (por cierto, exquisito el parmesano que adquirimos allí), comiendo en Banyoles y dando vueltas por los pueblos colindantes (curiosos algunos de los artículos decorativos ubicados en sus calles)..



También hubo tiempo para diversos trabajos manuales..

Y hasta para la música, dirigiendo orquestras

Rozando la hora de la cena el tiempo ha cambiado, llenándose el cielo de nubes oscuras… Asco de tiempo! Que ganas de sol, sudor y calor que tengo!.
Llegan Carlos y Sergio mientras las primeras pizzas ya humean en el horno y las cervezas esperan frescas en la nevera.
Amaia despliega sus mejores armas de nuevemesina: unas palmitas, unos brubrubrubru que emergen al moverse la boca con el dedo, unas risitas para mostrar el pequeño avance de sus primeros dientes a través de la encía… y, a medida que las pizzas van desapareciendo del plato, su energía va disminuyendo hasta que sus ojillos de ángel se cierran dando paso a un inocente y placentero sueño.

Mientras tanto, la lluvia ha hecho acto de presencia en el exterior de la casa. Quiero creer la información que me da internet acerca de la previsión del tiempo en Banyoles para el domingo: Sol por doquier. Lo cierto es que, ahora mismo, cuesta de creer…. En fin, nos hidrataremos

Y la noche llega a su fin. Es hora de conciliarnos nosotros también con el sueño y tratar de descansar con la mente ya puesta en la carrera.

El despertador suena alrededor de las 6am. Me desperezo en el lavabo y me enfundo el mono de la sección y ropa larga para mitigar el frío de estas inapetecibles horas. 
Miro por la ventana y….. – SIIIIIII !!!! – No hay rastro alguno de nubes y el sol lucirá radiante en breve sobre los verdes campos de trigo. Mi humor cambia inmediatamente… es un buen día para disfrutar!.
Nos juntamos en la cocina para ingerir un par de torradas con mermelada, café y zumo de naranja; cargamos bicicletas y nos dirigimos hacia Banyoles para proceder con el proceso previo a cualquier carrera: larga cola para entrar a boxes, casco abrochado, dorsal colocado, DNI en la boca y sólo el material justo para la carrera.
La colocación de mi bici es buena y no habrá complicaciones para localizarla en las transiciones. Voy charlando con los compañeros a los que voy encontrando: Omar, Hermies, Jordi, Germán…. mientras coloco las zapatillas en las calas, dispongo el casco (por cierto, gracias a Carlos por dejármelo pues lo olvidé en casa), el dorsal, las gafas, etc….

En ese momento, desde la megafonía de la organización empieza a sonar una voz aguda y conocida: la de Sting entonando un dulce “I want my MTV…..” mientras de fondo un acorde in-crescendo que se funde con redobles de batería hace que se me ponga la piel de gallina.
Es el “Money for Nothing” de Dire Straits y, en el momento justo que el señor Mark Knopfler inicia el inconfundible e impecable rascado de guitarra con el que empieza este himno, elevo mi mirada al soleado cielo azul, respiro profundamente y siento que estoy listo para pasármelo bien.

Con esa inmejorable sensación me dirijo junto a Hermies a la salida de la carrera, situada aproximadamente a 1,5km de la localización de boxes. Unos 200 metros antes de llegar, él decide enfundarse el neopreno y meterse en el agua a calentar un poco. 
La federación ha informado que la temperatura del agua ronda los 14ºC (por lo que, dicho de paso, han decidido recortar el segmento de natación de los originales 2200m a 1500m… otro año más que el B de Banyoles se convierte en un olímpico largo). Con esos datos acerca de la temperatura, yo decido que mi calentamiento se realizará a medida que avance la carrera… hay tiempo más que suficiente.


Ya con el traje colocado, me sitúo en una posición bastante adelantada junto a Alex. Parece que todo el mundo es consciente del peligro que suponen 600 triatletas iniciando la natación saltando desde la parte superior del muelle y, entre el grupito que me rodea, acordamos que nos tiraremos ordenadamente y en calma para evitar accidentes desagradables.
Dicho y hecho! Buscando el hueco salto al agua y, tan pronto tengo “tracción”, inicio la huida cual escuálido waterpolista… cabeza fuera del agua y movimiento en aspa de los brazos. 
Por fin, hallo un cierto respiro y me puedo colocar en posición horizontal ganándome un espacio propio donde nadar sin golpes. Poco a poco vamos buscando la línea de corcheras que nos guíen camino de las boyas amarillas y, casualidades de la vida, quedo colocado entre dos nadadores que me posicionan justo en la línea de los corchos.
Aprovecho las pequeñas desviaciones que mis escoltas realizan para salir de dicha línea y evitar, en la medida de lo posible, los quiebros y golpes que me llevo con estos pequeños artilugios fabricados en poliestireno expandido o, como se le conoce más comúnmente, de porexpán… pero, la verdad, me paso casi toda la carrera recibiendo corchazos en la cabeza y en los brazos, cosa que tampoco me preocupa en demasía.
Me asombra ver el ritmo al que voy avanzando viendo pasar las cuerdas de las corcheras a una velocidad que se me antoja rapidísima. Me siento cómodo respirando a ambos lados y pensando continuamente “que bien nadan estos tíos” mientras observo, con cada giro de cabeza, el estilo natatorio de los que me acompañan, estirando elegantemente la brazada y observando como su cuerpo fluye fácilmente dentro del medio líquido.
Es en ese momento en el que me doy cuenta que yo también estoy ahí, quiero pensar que también avanzo con esa fluidez y me reconforta constatar que estoy mejorando mi natación pues son precisamente estas mejoras las que le motivan a uno a seguir entrenando.
Última boya que hay que rodear por la izquierda para hacer un giro de unos 90º que nos sitúa en los últimos metros del primer sector. Reduzco el ritmo para dar un cierto descanso al cuerpo y empezar a pensar ya en la transición. Salgo del agua rodeado de triatletas en su guerra personal por sacarse el neopreno mientras corremos camino de las barras… (esta vez no se trata de las barras de bar).
Tiempo natación: 24’21’’. Parcial 32


Los primeros metros corriendo sobre la moqueta que nos lleva a boxes son como revivir algunos momentos de juventud cuando, los menos responsables, experimentábamos con algunas sustancias fumables que nos hacían tambalearnos y dejar de pensar con claridad (si es que alguna vez lo hicimos).
Transcurridos esos primeros segundos de desorientación, echo mano a mi espalda para tirar abajo la cremallera del neopreno e iniciar la transición de natación a bicicleta.
Repito los pasos ya aprendidos y, aunque el neopreno se resiste más de lo deseado, el paso por boxes es relativamente rápido.
Salto sobre la bicicleta y empiezo a girar las bielas generando tracción y adelantando a algunos triatletas mientras trato de medir el punto de sufrimiento para mantener siempre una reserva energética que me asegure finalizar la prueba con ciertas garantías.

No hay demasiados ciclistas en la carretera lo cual me indica que estoy situado relativamente adelante mientras paso los primeros kilómetros el máximo de tiempo posible reposando sobre mis acoples.
Sobre el kilómetro 10 me alcanza Hermies y ambos comentamos lo sorprendente de mi natación saliendo un minuto por delante suyo mientras alguien nos canta que estamos en posición 30 de la carrera.
Me propone irnos relevando para marcar el ritmo y le respondo que lo voy a intentar. No obstante, la lógica me dice que si él me ha dado alcance es porque su ritmo medio es superior al mío.
De todas formas, durante toda la primera vuelta vamos pasándonos “relevos” para finalizar los primeros 35 kilómetros en unos 59 minutos. El hecho de mantener la distancia legal entre nosotros supone que no se nota un descanso por el hecho de ir detrás (el rebufo no existe y por lo tanto hay que mantenerse pedaleando en todo momento) pero mentalmente sí ayuda el ver por delante a un compañero marcando el ritmo.

Al iniciar la segunda vuelta, Hermies me adelanta y le hago saber que voy a bajar el ritmo. Me empiezo a notar ya fuera de punto y a temer que me pase factura durante el último parcial de carrera a pie.
Dicho y hecho, Hermies empieza a tomar ventaja… a cada kilómetro que pasa, su figura se va haciendo más pequeña ante mí hasta que llega un momento en que apenas puedo distinguirlo.
Tomo una referencia en una de las largas rectas de la carretera a Figueras y ya me ha cogido casi un minuto mientras algún que otro triatleta me adelanta colocándose entre los dos miembros del Terrassa.
Mención especial al momento en el que escucho una especie de zumbido que me sorprende y me giro en busca de la fuente emisora de dicho sonido…. Una veintena de triatletas avanzando en bloque me da alcance y sobrepasa justo antes de pasar desde la carretera nacional a la comarcal camino a Esponellà…. Me coloco a una distancia prudencial, incluso obligándome a frenar para no entrar en la estela de los últimos del grupo. 

Transcurridos unos kilómetros, llega una moto de la federación y, pese a la queja de algún que otro compañero que va tras de mí, los jueces no han visto el drafting en la carretera principal y, en esta carretera secundaria, hacen la vista gorda debido a lo sinuoso del trazado.
Llego al “puerto” donde empiezo a pasar unidades descolgadas del ilegal grupo mientras escucho tras de mi como le marcan penalti desde la moto a un triatleta que llevaba a rueda.
Curiosamente, me parece divisar a Hermies subiendo el puerto por delante, no demasiado lejos de mí. Quizás también se ha visto obligado a ceder ritmo para no caer en la estela de lo que queda de grupo, que también lo ha sobrepasado.
En todo caso, las diferencias entre nosotros se han recortado sustancialmente y lo veo a unos escasos 30 segundos por delante mío en la interminable recta que se abre nada más acabar el tramo de ascenso.
Últimos kilómetros del parcial y llego a la línea donde un juez indica que toca apearse de la bicicleta.
Tiempo ciclismo (con transiciones): 2h03’’24’’. Parcial 38

Avanzo hacia el lugar donde por fin le disfrutar a mi flaca de un merecido descanso y veo que Hermies está colocándose las zapatillas.
Le aconsejo riendo que se lo tome con calma mientras yo trato de hacer una transición rápida de zapatillas y salgo unos 30 segundos por detrás suyo.
Los primeros compases del cambio de deporte se desarrollan sin problemas, me noto corriendo con una cierta fluidez a buen ritmo, sin notar ningún problema grave de falta de energía o fatiga muscular. Por lo tanto, ahora toca concentrarse en mantener la mente firme esperando que el cuerpo sea capaz de mantener el ritmo hasta el final.
Paso la primera vuelta y veo que Hermies me ha ido ganando ventaja, unos 40 son los que me cantan transcurridos los primeros 6kms de carrera. 

En la segunda vuelta el ritmo ha ido cayendo hasta estabilizarse en 4’10-4’15/km, por encima del ritmo llevado durante los primeros 6kms (alrededor de 4’/km) pero suficientemente bueno todavía como para preocuparse.

Especial momento de alegría cuando veo a Sandra con Amaia en brazos. Mi hija está con esa alegría expresiva que tiene, dando palmitas a todo aquel que pasa corriendo frente a ella. Chillo su nombre y escaneando en cámara lenta, consigue enlazar su mirada con la mía por unos instantes…. Curiosos regalos te da la vida.
He llevado un gel todo el recorrido conmigo con la idea de utilizarlo solo en caso de extrema necesidad y es al iniciar la tercera vuelta cuando creo que ha llegado el momento de hacer uso del mismo pues empiezo a notar como las reservas se están vaciando peligrosamente.
No sin cierta reticencia, abro de un mordisco el envase del gel e introduzco el contenido en la boca.
Mi rendimiento está bajando en picado mientras me cantan que Hermies sigue a unos 40’’ al finalizar la segunda vuelta. Yo sólo puedo preocuparme de cuál va a ser el comportamiento de mi cuerpo durante los últimos 6kms pues me noto bastante roto.
El ritmo sigue bajando y los ritmos que veo en la pantalla del Garmin cada vez están más cercanos a 4’30’’. 

Empiezo a pensar que me va a tocar caminar en la zona de la carretera….
- Muy bien! Vas a bajar de 4h.. menudo crack! – Me anima un chico que avanza a mi lado desde hace un rato.
- Bufff!! Si te cuento como voy… Me mantiene corriendo la pulsera verde (símbolo de no tener que darle más vueltas al circuito) pero, en cualquier momento, me vengo abajo y tengo que caminar.- le explico.
Creo ver a Hermies un poco más cerca… Si, la figura espigada con gorra blanca, a unos 30 segundos por delante parece que es el.
De vez en cuando me sobreviene una cierta dosis de energía que me permite acelerar hasta que me noto vacío nuevamente y mi ritmo vuelve a descender. El chico debe ir alucinando viéndome hacer la goma como un loco, jajaja.
Por fin abandonamos la carretera y ya sólo faltarán los dos largos kilómetros recorriendo el carril bici. 
Avanzo con dificultad pero el hecho de saber que son los últimos momentos de sufrimiento me dan energías como para acelerar la velocidad. Dejo atrás al chico que me animaba.. un chaval muy majo, de los que se nota que disfrutan con el deporte… lástima que no retuviera su cara para poder charlar con él al acabar la prueba.
Poco a poco voy dando alcance a Hermies quien, sin duda, se ha vaciado durante la última vuelta a pie.
Yo voy mal, él va peor.
Me pongo a su lado faltando 1,5kms a meta y le pregunto qué tal va. Me confirma que va muerto y, aunque le comento que me quedaré a su lado para acabar juntos, me anima a que tire solo.
No todos los días puede uno acabar por delante de un crack como él así que, animándole sinceramente, cambio el ritmo y me dejo avasallar por la inyección de adrenalina que supone saber que estoy a punto de finalizar una dura prueba y, encima, haciendo un buen papel.
Recta final, aplausos del público asistente y entro en meta levantando los brazos. 
El tiempo de carrera a pie ha sido de 1h20’12’’ (parcial 63), unos 3 minutos más de lo que tardé en 2010 pero estoy muy satisfecho. 
Tiempo total carrera: 3h48’00’’. 
35 clasificado.

Hasta catorce son los compañeros del CNT que van llegado, cada cual con su historia particular durante la mañana, pero todos contentos de haber finalizado el reto.


La semana siguiente al B de Banyoles debía intentar mantener el tipo junto a Quique, Casoni, Elias, Samu y Hermies en el equipo A del CNT durante el triatlón por equipos del Prat, una prueba que disfruté terriblemente el año anterior.
No obstante, la tarde anterior a la carrera, me sobrevino un fuerte dolor en el pecho que no desapareció durante la noche.
Para dar cierta tranquilidad al personal, hace poco me realizaron un ecocardiograma certificándome que tenía en perfecto estado de forma todo lo relacionado con la zona coronaria. Se trataba más de un tema pulmonar, tal y como lo veía yo.
Esta vez no entraré en detalles sobre la carrera. No la disfruté tanto, sinceramente pues estaba un poco preocupado por el dolor pectoral.
Al bajar de la bicicleta e iniciar el parcial a pie, donde pensaba podía dar lo mejor de mí al equipo, sencillamente no podía correr. El dolor era tan punzante que me forzaba a doblarme hacia delante con lo cual decidí parar de correr a los 300 metros de iniciar esta sector.
Lamento no poder haber dado más al equipo pero hay ocasiones en las que simplemente uno debe parar…. Para lo que nos pagan, jejeje.
Fantástica actuación de todos los nuestros, el equipo A firmando una fabulosa 5ª plaza en el Campeonato de Catalunya de triatlón por equipos y el equipo B demostrando que sería un excelente A de muchos clubs!... vaya cracks!.

Los días posteriores el tema fue a peor, llegando incluso a pasar una noche con algo de fiebre.
Debería haber ido al médico, lo sé… pero no lo hice y los distintos autodiagnósticos que me he ido haciendo durante estas semanas, se han basado en conjeturas… La última de ellas es que se ha tratado de alguna insuficiencia pulmonar (o asma) debido a una alergia a las gramíneas que se va agravando con los años.

Durante una semana tuve que parar el ritmo de los entrenos y, poco a poco, fui aumentando nuevamente tanto el número como el volumen de éstos. Algún día (los que he salido a correr por el campo) he acabado estornudando como un energúmeno con los ojos rojos, algún otro me he asustado al ver mi cuerpo lleno de aureolas rojas en el espejo antes de entrar en la ducha… así que la idea de la alergia ha ido cobrando importancia.
Muy contento, al menos, de haber podido completar los 4000m de la ya tradicional travesía de Comarruga donde un buen ramillete de amigos pudimos disfrutar de un mar en calma y una comida de hermandad en el mismo club naútico.





En todo caso, esta semana ya me encuentro mejor y me empiezo a motivar de cara al triatlón de Zarautz, el próximo sábado. Espero disfrutarlo a tope!.