martes, 19 de junio de 2012

TRIATLON DE ZARAUTZ 2012




El segundo de los objetivos de la temporada llamaba por fin a la puerta. Zarautz ya no era un pensamiento etéreo que merodeaba mi cabeza, si no algo tangible que me aguardaba ya a escasas horas y kilómetros de casa…. Vaya! Ahora me he puesto un poco trascendental!

Esta temporada ha sido un tanto atípica. Con el nacimiento de Amaia, trasladé el descanso a Julio y empecé la temporada hace un porrón de meses lo cual me ha producido un aburrimiento considerable a la hora de entrenar, sobretodo teniendo en cuenta que los sacrificios este año para sacar sesiones son mayores que años atrás: tratar de combinar trabajo, familia, compromisos y deporte es cada vez más complicado.

Como estudiante que ve las orejas al lobo en épocas cercanas a exámenes, decido ponerme las pilas las 4 semanas previas a la cita. Hago los mayores esfuerzos personales aumentando los entrenos, buscando motivación para correr en Zarautz y, lo más duro de todo, cuidando la dieta un poco para dar energía al cuerpo y afinar algún kilo, que siempre se nota cuando no hay que arrastrarlo.

Combinamos la carrera con unos días de turismo por el área Donostiarra y nos hospedamos junto a algunos compañeros del club en una hermosa casa situada en la zona montañosa de Zumaia con unas vistas preciosas sobre la costa y donde uno se siente en paz con el universo eterno…. Carajo! Otra vez me está dando la vena tontona!.





Puesto que el cupo de sacrificios ya estaba más que cumplido, estos días tocaba sucumbir a las tentaciones mundanas de la buena gastronomía Vasca:

Arguiñano: Muy buena relación calidad/precio y donde nos sentimos tratados de forma exquisitamente familiar.

Sidrería Arizia: Fantástico el menú variado y, como no sólo de pan vive el hombre (que canta Robe en Pepe Botika), sidra y pacharán hasta que se clava una risa tonta en nuestra cara bastante delatora.

Pero, señores, centrémonos en la parte deportiva… que para eso (también) hemos venido!

Entre los triatlones míticos que se organizan en la península Ibérica, Zarautz es quizás el que más veces había escuchado en boca de todos, del que más había leído en revistas especializadas y el que más me habían recomendado los “veteranos” de nuestro deporte.
Una frase frecuentemente recurrida es “si te gusta el triatlón, tienes que correr Zarautz al menos una vez en la vida”… en breve, lo íbamos a comprobar.
Antes de la carrera ya era consciente de que me tocaría tirar de mis reservas de optimismo pues eran varios los factores en contra acontecidos: Había perdido las gafas de natación teniendo que estrenar unas el mismo día de la carrera, debería correr sin ver los ritmos instantáneos pues me había olvidado el GPS, en la entrada a boxes me dicen los jueces que tengo el casco roto y sólo tengo 15  minutos para ir corriendo a una tienda a comprar uno nuevo.. buffff… demasiado para mi body, brothel !







(Foto por Santi García-Cascón)

Este último incidente me hace sopesar por un momento si vale la pena correr la carrera… buscar una tienda en tiempo record, desembolsar unos euros extras, sumado al estrés de ir con el tiempo más que justo; no estaba en absoluto en mis planes… pero entonces Sandra me hace ver que el objetivo principal de venir aquí era precisamente correr la dichosa carrera así que, de repente reacciono y me veo corriendo por el paseo en busca de 3BAT, la tienda de Héctor Llanos.

Regreso a boxes con los nervios a flor de piel pues tengo el tiempo justo para preparar el material y coger el último de los buses que salen hacia Getaria.

Por suerte, no seré el único que ha tenido problemas para entrar a boxes y, mientras salgo corriendo en busca del autobús, todavía hay algún rezagado que entra sudando en el área de bicicletas.


Subiendo al autocar junto a Alex, Sergio, Dani y Jose Manuel

Tras un inicio un tanto accidentado, por fin estaba enfundado en mi neopreno, observando la costa de Zarautz en la lejanía y concentrándome por disfrutar la carrera.
 


Respiro profundamente y clavo los pies para coger tracción al tiempo que suena la bocina que marca el inicio de la prueba.


Los primeros 300 metros no dejan lugar a dudas de que esto es un auténtico triatlón: Multitud de cuerpos mezclándose unos sobre otros hasta hallar un espacio “tranquilo” que permita a cada uno bracear sin la desagradable sensación del golpeteo intermitente de miembros en movimiento.

Avanzo con facilidad, agarrando agua de forma efectiva y sin agobiarme por las continuas corrientes que sacuden en ocasiones mi cuerpo de izquierda a derechas, poniendo en serio peligro el proceso natural de digestión de la pasta que comí dos horas antes.
A partir de la primera boya veo a mi derecha a Hermies y eso es siempre sinónimo de estar haciendo un buen parcial acuático… esta vez, parece que no fue tanto así…

Ya estoy pasando las dos grandes boyas blancas a partir de las cuales me quedarán unos escasos 500 metros para alcanzar la orilla. Me escoro hacía la izquierda y, a falta de unos 200 metros, decido que es un buen momento para iniciar el proceso de “surfeo” aprovechando el fuerte oleaje.   
La teoría es sencilla: aprovechar la ola para remar fuerte cuando estás en lo alto y, de esta manera avanzar muchos metros con un ahorro considerable de energía… -Ay! Pequeño saltamontes… cuánto queda por aprender.

Llega la ola, noto como me levanta y empuja aprovechando este momento para bracear enérgicamente esperando progresar notablemente mediante esta técnica. Casi he llegado a la altura de 3 chicos de la cruz roja que esperan de pie a unos 200 metros de la arena cuando me dispongo a ponerme en posición vertical…. ¡pero!.... ¿dónde carajo está el suelo???... No puedo clavar mis pies mientras siento una fuerza que me succiona hacia atrás llevándome nuevamente al punto de inicio.
Repito durante varias ocasiones la iteración “surfeo – imposibilidad de poner los pies en la arena – succión alejándome de la orilla”, hasta que noto una fuerte rampa en el gemelo que me obliga a girarme chillando mientras trato de estirar el músculo afectado.
Obviamente, la fuerza de las olas me centrifuga una y otra vez mientras empiezo a sufrir por salir del agua. Desde mi posición voy viendo como multitud de triatletas avanzan en lenta procesión por la parte derecha de la playa al tiempo que yo sigo luchando por bajar mi gemelo derecho y buscando tierra firme donde anclar mis pies cosa que, finalmente, consigo tras tres largos minutos de angustia y movimientos acrobáticos.

Subo, todavía descolocado, hacía los boxes para hacer una transición que se me antoja eterna y veo compañeros por boxes a los que normalmente les debería haber sacado un buen ramillete de minutos. 


 

He salido en posición 250 del agua y es hora de poner el cronómetro mental a cero. El Cantábrico no es un lugar fácil para algunos animales de aire Mediterráneo como yo, ahora toca centrarnos en lo que resta de carrera.. que todavía es mucho.



Inicio con serenidad el parcial ciclista, subo Meagas a plato pero cómodo y me mantengo reservando energías durante las primeras dos vueltas con la máxima “si te pasas en los primeros 60 kilómetros, tienes muchos números de acabar fundido en Zarautz”… La tercera vuelta es la clave real de la carrera, donde te puedes vaciar si llegas muy justo…  y todavía faltarán 20 kms más a pie!.



Atravieso el centro de Zarautz camino de la temible subida al muro de “Aia” que se inicia tras un giro a izquierdas en una carretera encementada de un solo carril. La subida se me antoja inhumana y, dependiendo del desarrollo que hayas montado y de las fuerzas que hayas reservado, fácilmente puedes acabar subiendo a pie algunos tramos. 


En mi caso, la estrategia reservona y un fantástico plato de 32 dientes me permiten ir avanzando mucha gente mientras mis riñones no dejan de decirme que algunas de estas rampas son realmente  brutales, jajaja.

Las caras subiendo el muro son un poema…

Bajada rápida y todavía un último escollo de poco más de un kilómetro, desde Orio hacia Zarautz, para acabar de restar fuerzas a los que hayan apostado sus mejores cartas en este sector.
Noto las baterías bastante llenas y me doy un homenaje subiendo este tramo final. Bajo algún piñón y empiezo a pasar gente constantemente mientras algunos me miran sorprendidos viendo la diferencia de velocidad… para parecer un loco, sólo me faltaría ir gritando B A N Z A I  !!!!!

Acabo de rellenar las pilas al encarar la calle principal de Zarautz repleta de gente animando incansablemente a cada unos de los triatletas que estamos finalizando el segundo de los tres circuitos necesarios para alcanzar la camiseta de finisher.

Foto extraída de PhotoDeporte que da una idea del público asistente.

Llegada a boxes tras 2h29 sobre la bicicleta, cambio rápido de zapatillas y miro el cronómetro para tener una referencia con la que hacer mis cálculos de ritmo durante los próximos 20 kms a pie mientras escucho mi nombre continuamente… algunos de los que me animan son mi familia y amigos, otros son desconocidos que leen mi nombre en el dorsal y me alientan sinceramente a seguir sacrificándome hasta conseguir el objetivo de meta.

Primeros kilómetros de tanteo con algunos momentos extraños hasta que todo se pone en su sitio y encuentro, por sensaciones, el ritmo en el que mantenerme para afrontar la carrera a pie.



Llego al Km 5 en 20 minutos exactos y mis pies rebotan sobre el asfalto de forma fluida camino del km 10, que paso en 40’ clavados… estoy un tanto sorprendido pues no había supuesto poder llevar este ritmo durante tantos minutos…

Cada paso por la zona de llegada, que encararé al finalizar la tercera vuelta, es un incremento de adrenalina brutal. Quizás el recuerdo de la llegada a meta de algún Ironman pueda ser comparable con lo que se vive cada vez que atravesamos el pasillo de vallas repleto de gente gritando y animando como si estuviésemos a punto de ganar unas olimpiadas… qué implicación, que pasión!.

La zona de traviesas de madera situadas en la playa se hace un poco más pesada pero el cuerpo todavía avanza con relativa facilidad y el magnífico ritmo se mantiene firme; lo cual me permite ir adelantando a corredores constantemente. 


 

En el momento de iniciar la tercera vuelta, sobre el km13 donde están los míos animando, veo que estoy alcanzando a Hermies quien había iniciado el tramo a pie con más de cuatro minutos de ventaja. Esto me confirma que stoy haciendo una magnífica carrera a pie. Me pongo por un momento a su lado, me comenta que va vacio y, aunque poca cosa puedo hacer por ayudar, le recomiendo que coma un poco y paciencia…. Vuelvo a engranar el ritmo crucero y llego al km15 en 1h clavada… todavía a 4’/km… brutal!!



Los últimos 5kms son 20 minutos de agradables emociones sintiéndome con fuerzas para mantener el ritmo y dando la mano a todos los chavales que me animan desde ambos lados del recorrido.

Tomo la preciosa goma blanca que me indica el último kilómetro de gloria y, casi sin tocar el suelo, se me pone la piel de gallina por última vez al pasar la zona vallada del centro histórico bañándome en el jolgorio del público.


Encaro los últimos metros y lanzo dos besos al aire, uno para mi padre y otro para mi suegra. Es un homenaje demasiado pequeño para ellos pero eran gente humilde… seguro que lo sabrán valorar.

Paso el arco de meta en posición 60 tras remontar casi 200 posiciones, plenamente feliz de haber vivido esta experiencia… me he divertido, me he mantenido fuerte a nivel mental y he hecho el parcial a pie de mi vida… ¿qué más se puede pedir?

Y allí, plantado orgulloso con mi camiseta de finisher, me confirmo a mi mismo “si amas el triatlón, tienes que hacer Zarautz.. aunque sea una vez en la vida”.

2 comentarios:

  1. A veces es más importante tener las piernas largas que un cerebro desarrollado para mantenerte firme en la vida. Isma a mi me pasa eso y me da tal ataque de ansiedad que o bien salgo del mar plantándome directamente en Comarruga sin tocar suelo o me hundo inexorablemente en los brazos de Neptuno.

    A propósito " un pensamiento etéreo que merodeaba mi cabeza, si no algo tangible " esto debe de ser un copiar y cortar del Ulises de Joyce, verdad? .... VERDAAAAD?

    Eres un makinorro campeón

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  2. Gracias Isma, por acortar sensiblemente esta magnífica crónica. Solo me ha dado tiempo a beberme una mediana, con lo que no he acabado semi-borracho como en otras ocasiones.

    Por cierto, pierdes las gafas, te olvidas el GPS, llevas el casco roto... JUVENIL!!!!!!!!!!!!!!!!!

    Hubiera pagado por ver el episodio ola succionadora + rampote en el gemelo + grito de dolor... jojojo

    Está claro que la gran virtud que te adorna es que sabes dosificarte perfectamente, vas casi siempre de menos a más y eso te hace acabar siempre como una moto.

    Y en cuanto a lo que comentas de la sensiblería, debe ser que convertirnos en padres, hace que nos vengamos abajo con suma facilidad...
    Léete mi crónica de la Pedals de Foc Non Stop y verás que a mí también se me saltaban unos lagrimones de aúpa.

    Hala, toma tocho! A ver si comentamos aventuras compartiendo unas cervezas, ahora que hemos puesto punto y final a la temporada...

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